9. Un morceau de confiance

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Después de la cita, Harry sintió como las flores crecían en el camino que él y Draco recorrían poco a poco. Sus encuentros ocasionales, sus reuniones en el almuerzo y sus salidas a Hogsmeade llamaban la atención de algunos estudiantes (especialmente los que gustaban de uno o el otro) pero no podía importar menos. Lo único que podían temer por el momento era que sus padres se enterasen por un medio que no fuese ellos mismos, y solamente porque lo mejor era prevenir el drama de los Potter y la histeria de los Malfoy.

Ambos habían comprendido en poco tiempo que no encajaban en la familia del otro, pero ninguno era capaz de hacerlo saber, ¿Por qué centrarse en pensar aquellas cosas si lo único realmente importante eran ellos mismos y sus sentimientos? O al menos eso pensaba el león, aunque la culpabilidad hacía lo suyo de vez en cuando.

Harry jamás había ocultado algo de importancia a sus padres, pero Draco podía llamarse la gran excepción, y vaya que tenía razones para que así fuese.

Había tres puntos a considerar dentro de los muy posibles sermones de papá y mamá si estos descubrían su (aún no oficial) relación con Malfoy. Primero; el rubio era un chico, y eso no sonaba como algo muy convencional (más aún para James), segundo; su edad era un justificativo justo, con trece años podía llegar a pensar en gustos y romance, pero su madre no parecía muy feliz con la idea de relaciones, más que nada porque aún era un niño, tercero; miles de cosas más que cualquier adulto podría pensar, cosas que para Harry, por supuesto, no tenían importancia pero como su opinión no era tomada en cuenta la mayoría del tiempo, entonces sólo le quedaba escuchar los sermones.

Por otro lado, estaba el tema de su mejor amigo. Luego de hablar con Hermione sobre todo lo ocurrido en la primera cita con Draco, esta le había convencido en que era necesario decirle a Ron, únicamente por un tema de confianza. Podían generarse problemas entre los tres el hecho de que la información estuviese en un lado y en el otro no.

— Oye Ron, ¿Estás despierto? —murmuró Harry en plena noche luego de rendirse al no ser capaz de dormir.

— ¿Mmm? —fue la respuesta de Ron, ante eso, Harry le lanzó una almohada—. ¿Qué...? ¿Ah?

— Lo siento, necesito hablar contigo —se excusó el pelinegro tomando asiento en la cama mientras acomodaba sus lentes.

Ron se levantó con pesadez, aún adormilado, realmente le costaba despabilar al despertar y al ser medianoche las cosas no se hacían más sencillas, pero podía suponer que había un tema serio que charlar a juzgar por la expresión de Harry que no mostraba menos tensión que el mismo ambiente. Se sentó en la cama de su mejor amigo y esperó.

— Muffliato —susurró Harry con varita en mano, Ron arrugó la nariz.

— Es algo serio, ¿Verdad? No me gusta la seriedad en extremo, me pone nervioso —murmuró Ron con cierta angustia, Harry sonrió buscando así relajar a su amigo.

— Es algo serio, pero no taaan serio —respondió el oji verde—. Es sobre la persona que me gusta, no sé si lo recuerdas... —Weasley asintió en respuesta—. Bueno, es un chico.

Decir que el silencio del pelirrojo no asustó a Harry era una total mentira; observó a su mejor amigo alerta, aunque no sabía cómo reaccionar si este respondía negativamente.

— Es ese chico rubio de Slytherin, ¿No? —preguntó Ron al fin, sorprendiendo a Harry. El pelirrojo rió al ver que su amigo esperaba todo menos lo que había dicho—. admito que pensé que eran amigos y eso, ya sabes, como yo con algunos Ravenclaw, pero ahora que me dices eso de que te gusta un chico... Pues...

— ¿Es muy evidente? —susurró Harry avergonzado.

— Nah, no lo es, o bueno si se besan tal vez lo sea, aunque no sé si me sienta preparado aún para ver eso —respondió Ron provocando la risa del moreno—. ¿Desde hace cuánto están juntos? ¿Cómo se llama?

— No estamos juntos —se apresuró a responder Harry—. sólo estamos... En eso, ya sabes, conocernos. Se llama Draco... Draco Malfoy.

— ¿Un Malfoy? —cuestionó Ron realizando una mueca indescifrable para el oji verde.— ¿Enserio, Harry?

— ¿Qué tiene de malo? Es decir, Hermione me dijo que eran una familia prestigiosa y prejuiciosa, con todas las cosas que me ha dicho Draco sobre esos viajes a Francia y...

— ¡Peor! —interrumpió Ron—. conozco a Lucius Malfoy, no se lleva bien con mi padre, de hecho, parece que no se lleva bien con nadie, Bill dice que vive en la amargura y que por eso odia a todos.

— ¿Estás diciendo que va a odiarme? —insinuó Harry. Ron asintió frenético—. pero si no he hecho nada...

— Estar con su hijo ya es algo —murmuró el pelirrojo. Potter abrazó una almohada—. espera... ¿Dijiste que Hermione te habló sobre los Malfoy? ¿Ella ya lo sabía y yo no?

— Lo averiguó ella misma, en realidad me vio entregándole una carta a Draco.

— Estás realmente enamorado si ya hasta le das cartas —comentó Ron entre risas, olvidando rápido el asunto de Hermione. Harry utilizó la almohada que abrazaba para lanzarla al pelirrojo—. ¡Eres un romántico!

— ¡Es porque Draco es sordomudo! —exclamó Harry, aunque el comentario trajo de nuevo el silencio y la expresión incrédula de Ron. Potter suspiró con pesadez.

— ¿Sordomudo? Espera Harry, creo que me perdí en el espacio tiempo... —murmuró Weasley dejándose caer en la cama.

— Sí, es un alumno especial, va en tercero también y ya sabes... Le enseñan diferente por su condición, pero en realidad es un chico como todos nosotros, no creas que es raro o algo así —respondió Harry bajando poco a poco la voz.

— ¿Y cómo logras comunicarte con él?

— Pues... Aprendí lengua de señas con este libro de aquí —respondió el moreno inclinándose para sacar el libro «manos mágicas para los no oyentes» que escondía bajo la cama.

Ron se inclinó para visualizar el libro, revisar su contenido, viéndose fascinado por las imágenes de manos movibles que enseñaban la señalización correcta de letras y palabras.

— ¡Esto es genial! —exclamó Ron sonriente—. ¿Crees que pueda...?

— Oh claro, aunque aún necesito el libro, ya sabes, de todas formas, hay otro en la biblioteca, por si te interesa.

Ron asintió, concentrándose otra vez en el libro interactivo. Harry inhaló con una alegría ya conocida naciendo en su corazón, el que su mejor amigo aceptara a Draco sin líos y además se viera interesado en aprender la lengua de los no oyentes le entregó felicidad y esperanzas. Las cosas de ahora en adelante no tenían por qué salir mal.

Levantó la mirada, notando como un pequeño pajarito volaba fugazmente, haciéndose ver por las ventanas de la habitación. Harry sonrió levemente, las aves definitivamente eran criaturas difíciles de apreciar a la perfección. 

Cuando canta un pájaro | Harco Where stories live. Discover now