2. Connaître un peu

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La navidad llegó tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba camino a la estación siendo recibido por sus padres y tíos al llegar. Definitivamente, había muchas cosas que Harry deseaba contar, su segundo año en Hogwarts no estaba exento de ser un verdadero sube y baja de emociones, pero eso podía esperar.

En casa lo esperaban con una increíble cena, junto algunos globos flotando alocadamente por todo el hogar, lo que hacía sonreír a Harry, especialmente por el detalle de los mensajes cambiantes, se podía leer en ellos desde un "bienvenido a casa" a un "feliz navidad", por supuesto, había sido idea y cortesía total de sus tíos.

Harry llevó el equipaje hasta su habitación, siendo interrumpido tras unos minutos por su padre.

— ¿Qué tal tu segundo año? —preguntó animadamente James mientras cerraba la puerta y con la varita ayudaba a su hijo a desempacar. La ropa voló hasta el armario y los cajones como si estuviesen sometidas a una danza. Harry rió sentado en la cama.

— Estuvo bien, es Hogwarts, siempre pasan cosas —fue la respuesta que le dio a su padre, mientras observaba en la mesa de noche una bola de cristal con su escuela dentro.

— Eso sí lo creo, siempre pasan cosas —James terminó de desempacar la ropa de Harry, apartó el baúl y se sentó en la suave colcha—. ¿Por qué esa cara?

— Eh? —reaccionó el menor, como si hubiese sido descubierto en algo inapropiado—. ¿Qué cara?

— Harry Potter, ¿Qué pasa por esa cabecita tuya?

Harry guardó silencio, realmente había muchas cosas en su cabeza, pero la que más brillaba tenía que ver con ese extraño rubio desde que lo había visto por última vez hace algunos meses. Tan sólo lo había encontrado cuatro veces, pero era suficiente como para que su mente lo tuviese rondando una y otra vez sin entender. Con dicho sea el caso, Harry descubrió que definitivamente odiaba no comprender algo con exactitud.

— Hay un chico... —murmuró sin ser muy consciente de sus palabras, su padre abrió los ojos realmente sorprendido, y Harry negó acomodándose mejor en la cama—. es que, es tan extraño. Sólo lo vi cuatro veces durante todo el año y también va en segundo.

— Oh, ya veo —comprendió James relajando la mirada—. ¿Es un Gryffindor?

— Un Slytherin —respondió y aquello desconcertó a James porque, hasta donde sabía, Harry no tenía mucho aprecio por las serpientes desde el primer año.

— Entonces, conociste un chico de Slytherin al cual sólo viste cuatro veces —repitió su padre y Harry asintió.

— Es que ese es el problema, no es que realmente lo haya conocido. De esas cuatro veces, sólo lo vi tres, la última vez que lo encontré fue en la biblioteca, me senté con él, pero guardó silencio hasta que terminó sus deberes y se fue. No volví a verlo.

— Bueno, eso es típico de los Slytherins, no son muy confianzudos que digamos y mucho menos con los Gryffindor —suspiró James—. estoy seguro de que es un alumno especial.

— ¿Alumno especial? —preguntó Harry levantando la mirada completamente sorprendido, aquello causó una leve risa en su padre, quien asintió mientras veía la curiosidad de su hijo reflejarse en las pupilas.

— Sí, en Hogwarts y en todas las escuelas hay alumnos especiales, niños que necesitan una educación diferente o apoyo extra por alguna condición —respondió James levantándose de la cama—. seguramente es por eso que no lo ves tanto.

— Es como Blaise Zabini... —murmuró Harry apartando la mirada, desconcentrándose, aunque no tardó en captar la curiosa mirada de su padre que claramente había oído aquel nombre—. es otro chico de Slytherin, él si va a las clases ocasionalmente, es retrasado.

James frunció el ceño cruzándose de Brazos, aquello no era buena señal, Harry evaluó sus palabras, sabiendo que no había dicho algo bueno.

— Harry, no le digas retrasado, y aunque así lo fuese, no es la forma para referirse a él. Los alumnos especiales siguen siendo igual que todos los demás alumnos, pero reciben educación por separado.

— Lo siento, es que todos suelen decirle así —agachó la cabeza y James no dudó en volver a acercarse a su hijo, comprendiendo el problema.

— Y seguro a ese chico no le gusta para nada oír que se refieren a él de esa manera —su padre besó su cabeza, haciéndolo sentir más tranquilo sobre su error. James se retiró, no sin antes advertirlo sobre la cena, y que debía bajar pronto.

Harry terminó su día intentando apartar todas las ideas que pasaban por su cabeza, mostrándose feliz por el recibimiento de sus seres queridos, bastante curioso por la conversación que había tenido con su padre. Durante la noche, se dedicó a pensar con respecto a la posible condición que estuviese afectando al rubio, ¿Qué tal si entonces era como Zabini? Entonces definitivamente había recibido comentarios despectivos como el que había oído y repetido por error. Su estómago dio tantas vueltas por la incomodidad, que le costó conciliar el sueño.

La navidad y su fiesta pasó, no supo entonces cómo es que se vio a sí mismo en el auto de los Weasley después de que estos lo buscasen para regresar a la escuela cuando hace unos días se encontraba abriendo regalos (y vaya acontecimiento particular que generó dichosa familia al llegar divertidamente en ese auto volador por el valle de Godric).

Harry regresó a Hogwarts para terminar segundo, y con el paso de los meses no tuvo ni una oportunidad de ver al rubio, es más, ni siquiera a Zabini, lo que causó extrañeza en él, pero tal como si ese pensamiento se tratase de una curiosa invocación, a la siguiente clase vio a Blaise llegar apresuradamente, agotado, como si viniese corriendo desde el otro lado del castillo, sonrió mientras notaba al muchacho tomar un respiro, relajándose al ver que la profesora Sprout aún no hacía acto de presencia y estaban esperando ambas casas en el pasillo.

— Uhh, pensé que el retrasado no había vuelto después de las fiestas.

— Por qué no lo haría, necesita la educación.

Harry escuchó los murmullos, no era la primera vez que lo hacía; para su mala suerte, pero sí era la primera vez que oía aquellas hirientes palabras bajo una perspectiva distinta. Recordó las palabras de su padre y frunció el ceño observando a los alumnos que continuaban la charla. Estaba claro que Blaise los había oído, pero no parecía del todo afectado.

— No es un retrasado —Harry interrumpió. Las palabras resonaron en el pasillo con tal fuerza que el silencio se hizo paso y la atención se concentró en él.

— ¿Qué? —preguntó uno de los aludidos al notar que Potter tenía la mirada puesta en su grupo.

— Que Blaise Zabini no es retrasado, dejen de referirse a él de esa manera.

— ¿Harry? —escuchó a Ron preguntar en un murmullo detrás de él, curioso, desentendido.

— Es un alumno como todos nosotros, que le cuesten algunas cosas no lo hace distinto. A mí me cuestan cosas todo el tiempo, y no por eso soy retrasado.

Sus palabras hicieron un hueco profundo, pero no fue algo que notase o que le importara, el enojo continuaba recorriendo sus venas, y hubiese seguido de no ser por la llegada de la profesora y el inicio de sus clases de Herbología. A medida que todos los alumnos ingresaban al invernadero, se acercó a Blaise Zabini.

— ¿Todo bien? —preguntó con cautela, ignorando su alrededor.

— Sí... —respondió el muchacho, Harry no tardó en sonreír. Al menos lo hacía sentir bien que Blaise no se tomara enserio los comentarios ajenos—. Gracias.

— Si vuelven a molestar, sólo dime —murmuró ganándose una sonrisa sincera de parte del muchacho.

Harry se hizo paso entre los alumnos, buscando a sus amigos. Realmente esperaba que Zabini dejase de recibir tales comentarios sólo por necesitar un poco más de ayuda, podía hacer lo que tuviese a sus manos, eso no significaba un problema. 

Cuando canta un pájaro | Harco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora