6. l'invitation

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Muy para su mala suerte, los deberes lo hicieron mantenerse lejos de Draco Malfoy al día siguiente, y al otro, y al otro también. No quería que el rubio pensara que estaba ignorándolo a propósito, así que, algo desesperado y bajo todo pronóstico, antes de ingresar a su próxima clase, decidió silbar; una nota aguda, una nota grave.

Draaacooo.

Suspiró, los alumnos ingresaban al aula, sus amigos lo esperaban dentro mientras él pensaba y aguardaba a que el profesor no llegase demasiado pronto. De pronto llegó a sus oídos, aquello que tanto estaba esperando; una nota neutra, una nota aguda.

Haaarryyy.

Bajó la mirada sorprendido, pisos más abajo se encontraba Draco, con esa bonita sonrisa en el rostro, con una expresión que parecía gritar ¿Qué sucede? ¿Por qué me has llamado? Harry rió lleno de dicha, y si no los separaran tres pisos y varias escaleras, hubiese corrido a su encuentro para obtener un abrazo (muy necesario).

Tuvo que ingresar al aula apenas visualizó que Snape se acercaba con aquel rostro que parecía expresar los mil demonios que venía cargando encima. Corrió hacia la mesa donde se encontraban sus amigos y sonrió, aún contento y con el corazón latiente, frenético. Sus compañeros no dijeron nada, pero eso no aseguró el verse libre de preguntas, que más temprano que tarde, llegaron.

— ¿Nos vas a contar qué te tiene tan feliz estos días? —preguntó Hermione mientras los tres caminaban por el pasillo hacia la sala común, retirándose a descansar después de una larga clase de pociones.

Harry inhaló, sintiendo las miradas de Ron y Hermione expectantes, curiosas, ¿Por qué no podía ser fácil el decir que le gustaba un chico que además es sordomudo? Aunque no sólo eso, ¿Por qué la vida lo había privilegiado con ser el primero? Ninguno de los tres había llegado a tal "grado", jamás se habían puesto a pensar en chicos o chicas, gustos, romance. Ahora él era el primero en tocar el tema, extendiéndolo en la mesa.

Esperó a llegar a la sala, porque en su habitación podía tener la privacidad que necesitaba el asunto, y él mismo, claro.

— Me gusta alguien —soltó repentinamente y de una vez por todas. Buscó apoyo en su escritorio sintiendo la ansiedad hormiguearle las palmas de ambas manos.

Hermione abrió los ojos sorprendida, Ron dejó de cargar los libros que traía encima, cayendo estos en su cama mientras él se mostraba semi aturdido por la información.

— Wao, eso es genial —reaccionó Hermione sonriente. Harry sintió la tensión abandonar su cuerpo, dando paso a un alivio temporal—. ¿Y quién es?

— Sí, ¿Quién te gusta? —preguntó Ron más animado de lo que se había mostrado en un principio.

— Bueno, pues... —vaciló Harry mientras caminaba hasta su cama para tomar asiento—. no puedo decirles aún, me gustaría hacerlo cuando... Esté seguro, ya saben.

— Oh pues, deberías invitarla a salir —comentó Ron. El uso del término femenino hizo un extraño clic en Harry, quien pestañeó perdido.

— Invítala a pasear en Hogsmeade un fin de semana —sugirió Mione.

— Suena... Bien —respondió Harry, inseguro de su sentir—. es una buena idea. Tendría que enviarle una carta a mis padres para que firmen una autorización, y escribirle también a... Ella.

— Podrían ir a las tres escobas a tomar algo, para que se conozcan más —agregó Hermione levantándose de la cama de Neville para ir a la de Harry.

— O donde madame pudipié, donde van todas las pareeejas —comentó Ron riendo, la castaña sonrió divertida con la sugerencia, a Harry, en cambio, le atacó la vergüenza.

— No le digan nada a nadie, ¿Sí? —solicitó el pelinegro abrazando una almohada, quería esconder el rostro, pero eso podía delatarlo.

— No lo haremos, no queremos alterar a tus fans y que termines muerto —contestó el pelirrojo dejándose caer completamente en su lecho, enfocándose en el techo.

— ¿Fans? —murmuró Harry confundido, Hermione bufó.

— No paran de decir que estás muuuy guapo este año, has estado en las nubes y por eso no lo sabes, pero yo y Ron escuchamos eso todo el tiempo —respondió la muchacha, el oji verde frunció el entrecejo, aún confundido.

— Oh mira, ¡Harry es tan lindo! —exclamó Ron con una voz aguda, imitando exageradamente a las chicas que siempre oía suspirar por su mejor amigo.

— Ay no es cierto... —reaccionó Harry semi indignado, puesto que de todas formas se unió a la risa de Hermione.

Al caer la noche, se puso en marcha con respecto a los planes para salir a Hogsmeade con Draco. Escribió una carta breve a sus padres, explicándoles que deseaba salir el fin de semana al pueblo con sus amigos y necesitaba una autorización firmada para eso. Entregó el sobre a Hedwig y le despidió en una ventana, esperando tener una respuesta pronto.

Aunque adelantarse a los hechos había sido demasiado idiota de su parte, aún no sabía si Draco aceptaría salir con él (aunque se encontraba confiado para ser cierto). Se apresuró para escribir una carta que tendría que ser entregada por sí mismo, sí o sí, al día siguiente, para que el rubio tuviese tiempo de pensar, y si la respuesta era positiva, de solicitar una autorización.

«Hola, Draco.

Perdón por la ausencia en estos días, he tenido mucha carga con las tareas, las clases, y mi mejor amiga me obliga a ser responsable (hago el intento).

Para compensar estos días sin vernos, me preguntaba si te gustaría ir conmigo a Hogsmeade el fin de semana. Si aceptas, podríamos ir a las tres escobas, o simplemente pasear por el pueblo.

Con cariño.
H. Potter»

Fue lo último que hizo antes de ir a la cama, dejó la carta lista guardada entre uno de sus libros, para intersecar mañana al rubio, lo que no fue una tarea tan difícil como lo pensó en un principio, y como normalmente era. Bastó con entonar dichosa melodía llena de suerte con un silbido, en el mismo piso en el que lo había hecho el día anterior; una nota aguda, una nota grave.

Draaacooo.

Tardó, pero llegó, entre todo el bullicio que generaba el alumnado que pasaba cerca, desde el primer piso el rubio respondía aquel llamado; una nota neutra, una nota aguda.

Haaarryyy.

El pelinegro bajó a toda velocidad hacia el encuentro, guardándose las ganas de propinar aquel abrazo por obvias razones (principalmente para no llamar la atención, la verdad), pero aun así sonriente, feliz de tener al fin esa reunión después de días. Draco mantuvo su sonrisa igualmente, aunque no podía ocultar la curiosidad que le generaba el actuar de Harry quien buscaba la carta en su bolso. Sin tardar, el sobre llegó a manos de Malfoy, ambos procedieron a despedirse rápido para llegar cada uno a su siguiente clase.

Harry se detuvo en seco tras dar algunos pasos, frente suyo, una persona le observaba con sorpresa tras haber presenciado sus acciones. Inhaló nervioso, consciente de que esta vez no se salvaba de absolutamente nada. 

Cuando canta un pájaro | Harco Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum