7. Felix felicis?

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Harry suspiró por séptima vez en lo que llevaba sentado sobre una banca junto a su mejor amiga. Agitó sus pies buscando distraerse, observando a su alrededor mientras el silencio los embargaba.

— Lo siento, no estaba listo... —murmuró al fin.

— Puedo entenderlo, pero aún me sorprende —susurró Hermione bajando la mirada.

— ¿Que sea un chico? —preguntó Harry manteniendo el bajo tono de voz, mirando a su vez los árboles, buscando algún pajarito. Hermione asintió sin decir nada—. Ya veo...

— ¿Cómo se llama? —se atrevió a preguntar la chica, suspirando.

— Draco Malfoy —contestó el pelinegro, Mione frunció el entrecejo.

— ¿Malfoy? ¿Él es el hijo de los Malfoy? —consultó la castaña abrumada. Aquello llamó la atención de Harry.

— ¿Cuál es el problema? —susurró el oji verde apartando la mirada, sintiéndose ignorante.

— Harry, los Malfoy son una familia prestigiosa y prejuiciosa. Sabía que tenían a su hijo aquí pero jamás lo había visto, es extraño... —fue la respuesta de Mione, quien cambió su semblante a aquel que demostraba lo mucho que odiaba no comprender algo a la perfección.

— Es sordomudo... —murmuró Harry, Hermione le observó de inmediato, totalmente sorprendida.

— ¿Sordomudo? —cuestionó la muchacha, quien se levantó con el rostro iluminado, como si al fin miles de cables terminaran de conectarse en su cabeza, dándole total paz—. es increíble... El hijo de los Malfoy es sordomudo, eso explica todo, ¡Harry!

— ¿Qué sucede? —el pelinegro observó a su mejor amiga, volviendo a concentrarse en el tema.

— ¿Enserio te gusta? ¿Cuándo y cómo lo conociste? ¿Lo invitaste a Hogsmeade como lo hablamos? —preguntó Hermione sin parar. Harry se sintió ahogado con el cuestionario, pero sonrió, porque después de todo, la chica se lo estaba tomando mejor de lo que pensó.

— Sí, enserio me gusta. Lo conocí el curso anterior, bueno, supe de él el curso anterior porque llegué a verlo cuatro veces, en ninguna me habló, supe que era sordomudo por el accidente con Buckbeak —contestó con rapidez, Hermione parecía procesar la información con la misma velocidad—. y sí, lo invité a Hogsmeade mediante la carta, obviamente no me ha respondido, supongo que en algún momento lo hará.

— Bien, debes ser cuidadoso, no sabemos cómo vaya a reaccionar su familia con esto, no es que tengas mala reputación, pero con los Malfoy nunca se sabe, no querrás meter la pata y que te lancen una maldición por haber deshonrado a su hijo —murmuró Mione sin parar, volviendo a tomar asiento.

— ¿Cómo crees que reaccione Ron con esto? —susurró Harry aquello que tanto le preocupaba, ignorando las advertencias, como siempre.

— No lo sé, dudo que se moleste, aunque todo depende de cuándo decidas decirle —respondió Hermione con total sinceridad.

Harry asintió comprendiendo y su mirada regresó al entorno, notando como en un árbol cercano un pajarito se hacía ver entre las ramas tímidamente. No pudo evitar sonreír, ahora tenía el apoyo de su mejor amiga y eso se sentía realmente bien, poder hablar del asunto con alguien era tan liberador como el estar saliendo poco a poco de un cascarón.

Con el fin temprano (y desconocido) de sus clases en el día, Harry buscó refugió en su habitación para al fin llevar a cabo eso que tanto había querido hacer: leer el libro sobre la lengua de señas. Las primeras páginas indicaban la importancia de las expresiones faciales, lo que realmente le hizo sentido, Draco sabía expresarse demasiado bien con su rostro, aunque a él le costase interpretarlo algunas veces. Las siguientes enseñaban los saludos y el inicio de una conversación: hola, buenos días; tardes; noches, ¿Cómo estás? ¿Qué tal? Estoy bien, mal, más o menos. Nada realmente muy complicado, aunque había un montón de cosas a tomar en cuenta, como el hecho de que señalar erróneamente algo podía malentenderse y generar un caos divertido en la comunidad no oyente.

Una lechuza le sorprendió pasada algunas horas, traía un sobre con el característico sello verde con la letra M orgullosa. La respuesta de Draco había llegado llenándole de nerviosismo, tanto así que ni siquiera se tomó la molestia de abrir pulcramente la carta, como era habitual.

«Hola, Harry.

No te preocupes, yo también he estado muy ocupado con los estudios. A diferencia de ti, me insisto a mí mismo todo el tiempo en ser responsable (te recomiendo hacerlo por cuenta propia, verás que es satisfactorio ver el resultado de tus propios méritos).

Me parece una buena idea salir a Hogsmeade, ¿Te parece nos encontramos el sábado a las doce a la salida? Te esperaré ahí, no llegues tarde.

Buen día.
D. Malfoy»

Harry sonrió triunfante, porque ya era un hecho que tenía una cita con el chico que le gustaba el día sábado. Hedwig no tardó tampoco en hacer aparición con el permiso firmando por sus padres junto a una bolsa con galeones como regalo de Sirius. Las cosas estaban saliendo tan bien que temió haber bebido Felix Felicis sin saberlo.

El fin de semana llegó sin demora. Desde aquel encuentro en el pasillo no habían podido verse. Harry se encontraba más que ansioso, por ver a Draco y por todas las cosas que debían conversar, lo que era algo realmente irónico a tomar en cuenta la situación, pero para evitar complicaciones avanzó con su aprendizaje de señas intensamente, dedicándole más tiempo que a las asignaturas escolares, y aunque no tuviese el total conocimiento o fluidez que se requería para la hora del encuentro, se sintió confiado de que, por fin, por primera vez, tendría una conversación con el rubio, mientras no fuese de cosas tan complejas.

Guardó por si era necesario una libreta y dos plumas en su bolso, acomodó su bufanda por última vez y salió al tanto de que llevaba algunos minutos de atraso por culpa de su alocado cabello (el cual no pudo acomodar, para variar). Encontró al muchacho de sus pensamientos esperándole en las puertas; vestido de negro, con un abrigo gris oscuro y el semblante serio, el mismo que cambió apenas divisó la llegada semi tardía del león. Harry no dudó saludar en señas tal y como lo había aprendido: «hola! ¿Cómo estás?»

Draco se mostró realmente sorprendido, tal vez también conmocionado, Harry no pudo saberlo, lo que sí supo fue que deseaba ver más seguido aquel brillo en los bellos ojos grises del rubio. Malfoy respondió movilizando sus manos, lento e inseguro: «muy bien, tardaste un poco» y Harry sonrió lleno de alegría por haber entendido: «lo siento» fue su respuesta, y Draco se sorprendió más; no había pensado en que llegarían a tal punto, no había pasado por su cabeza la posibilidad de que Harry aprendiera un poco sobre la lengua de señas para comunicarse con él, no había pensado en que un detalle como ese lo haría tan feliz.

Ambos tomaron el tren hacia Hogsmeade, silbando de vez en cuando a pesar de estar cerca, más que nada por la bonita sensación que los embriagaba cada vez que eran conscientes de que podían oírse, llamarse, comunicarse. Ninguno se lo hizo saber al otro. 

Cuando canta un pájaro | Harco Where stories live. Discover now