Capítulo 19

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—Solo me golpeé —respondí—, en la práctica de futbol o algo así.

—Estás mintiendo —afirmó y yo suspiré. Diablos.

— ¿Por qué nunca me crees? —grité quitándola de mi regazo para levantarme de la cama. Mi intención era que se sintiera culpable y retomáramos lo que hacíamos segundos atrás, pero ella replicó:

—Porque estás mintiendo. Lo puedo ver en tus ojos, idiota.

—No digas mierda Annie —gruñí.

— ¿Yo estoy diciendo mierda? —gritó frustrada, sus ojos estaban nublados por la ira. Rara vez podías ver a Annie enojada, ella siempre trataba de poner buena cara ante todo, pero yo era quien la llevaba al límite con una sola discusión—. Tu eres el que dice mierda cada vez que abre la boca. Se supone que no tienes que guardarle secretos a tu novia.

Bufé enojado. Tenía que decirle la verdad a Annie, pero simplemente no podía hacerlo. No era tan fácil como escupirle que mi padre me golpeaba cada vez que se le daba la gana.

—Entonces si crees que te miento dime ¿qué crees que hago? —me crucé de brazos esperando su respuesta.

—No lo sé, tal vez peleas ilegalmente o eres un adicto al sadomasoquismo —respondió y yo reí sin humor.

—Deberías dejar de leer esas estupideces, Annie. ¿En serio crees que soy un Travis Maddox o un Christian Grey? Eso solo pasa en libros, si quieres a alguno de esos idiotas deberías ir resignándote a una vida de virginidad y gatos.

— ¡Eres un cretino! —gritó—. Yo no me meto con tus testamentos de siglos de edad ni con tus cuentos infantiles.

—Por lo menos tengo un poco más de cultura literaria que tu.

— ¿Ah sí? Yo creo que tu mamá debería de haberse ido luego de enseñarte a no ser tan estúpido —dijo, pero al parecer luego se dio cuenta del gran error que había cometido y cubrió su boca con sus manos.

Yo abrí la boca y contuve el aliento para evitar perder el control. No podía creer que ella hubiese dicho eso. Yo le había dicho a Annie que el tema de mamá no era grato para mi, y a cambio, ella había metido sus dedos hasta el fondo de mis llagas. Dolió, como nunca me había dolido antes.

—Lo siento Harry, yo...

—No, Annie —la detuve—. Por favor, para.

—Yo no quise decir eso Harry, de verdad lo siento.

—Sé exactamente lo que quisiste decir.

Podía sentir que ella estaba arrepentida, pero en ese momento yo no quería escuchar sus patéticas excusas. Yo sabía que era un estúpido, un idiota y un inútil pero nunca debería haber mencionado a mi madre.

—Tengo que irme —me di la vuelta para salir de la habitación, tenía la sensación de que a cada momento que pasaba se hacía más pequeña y que el aire se ponía más denso. Esa conocida necesidad de vomitar todo lo que había comido durante el día se hizo presente y realmente temí que pudiese hacerlo frente a ella, o sobre ella.

—Perdóname Harry —Annie me sujetó del brazo—, se que no tendría que haber dicho eso y...

— ¡Déjame en paz, por la mierda! —grité fuerte, zafándome de sus brazos con brusquedad—. No digas que lo sientes cuando de verdad quisiste decir lo que dijiste. Pudiste haberme dicho cualquier cosa y yo lo aceptaría, pero nunca debiste haber metido a esa perra en esto.

—Harry —vi lágrimas en sus ojos—, sabes que de verdad lo siento.

—No, no lo sé —dije derrotado—. Tengo que irme.

—Harry, no te vayas. Hablemos sobre esto, por favor —ignoré sus súplicas y le di la espalda para irme. Cerré la puerta con fuerza y bajé pisando fuertemente las escaleras.

— ¿Harry? —habló la señora Johnson—. ¿Qué fue lo que pasó?

Me percaté de que no podía hablar. Sentía una fuerte presión en la garganta, tan apretada como un nudo. Sospeché que si trataba de hablar solo rompería en llanto. Solo negué con la cabeza y salí corriendo de allí.

Llegué hasta casa y una vez más expulsé todo lo que había comido en el retrete, sentí el sabor putrefacto de la Coca-Cola escurrirse a través de mis labios y caí de rodillas. Y por primera vez en mucho tiempo me sentí frágil.

Annie me hacía sentir así, ella afloraba todos los sentimientos que yo pretendía ocultar en el fondo de mi corazón.

El amor, el miedo, la frustración y la rabia; todo había explotado dentro de mi en un segundo. Cada palabra que ella dijera repercutía de alguna forma en mi.

Comencé a llorar, me encontraba vergonzosamente abrumado por todo. Lloré por lo que se sintieron horas, abrazado al inodoro de mi cuarto de baño. Hasta que el enojo comenzó a apoderarse de mi ¿por qué tenía que llorar? ¿por qué diablos tenía que ser tan débil? ¿por qué había tenido que enamorarme? Porque yo estaba muy seguro de que había caído rendido a los pies de Annie.

Me levanté y miré mi reflejo en el espejo del frente, y lo que vi no me gustó nada: vi a un enclenque, a un blando. A un cobarde.

Golpeé el espejo con mi mano tratando de borrar esa imagen de el, pero siguió ahí. Lo golpeé más duro con mi puño, una y otra vez, hasta que se rompió.

Un dolor abrasador recorrió desde la punta de mis dedos hasta mi hombro, miré mis nudillos: estaban llenos de sangre y con trozos de cristales dentro de mi piel. Dolía, pero ni ese dolor se comparaba con la agonía en mi interior.

Tenía que sacar ese dolor de dentro de mi. Me giré y le di una patada a la puerta, y luego otra. Comencé a darle puñetazos con ambas manos, adentrando más los trozos de vidrio en mi extremidad.

Seguía doliendo, pero no dolía tanto como el solo hecho de ser yo.

Golpeé de nuevo, otra vez, y otra, mientras las lágrimas recorrían mis mejillas, hasta que ya no sentía mis puños. Estaban sangrando, despellejados pero seguían sin doler más de lo que yo quería que dolieran. Necesitaba sentir más dolor del que estaba dentro de mi.

Salí del baño y cerré la puerta con fuerza. Puse mi espalda en ella y me resbalé por ella derrotado. Seguía llorando, y con cada lágrima que caía me sentía más destrozado.

Sentí la puerta de mi habitación abrirse y vi a Louis detrás de ella.

—Mierda, Harry —exclamó en cuanto me vio. Sus ojos se cubrieron de lágrimas. Él sentía pena por mi y yo odiaba eso. Mi estado era deplorable, mi cara estaba hinchada de tanto llorar, mi camisa tenía una terrorífica mezcla de vómito y sangre, al igual que mis manos. Debía tener más de algún dedo roto.

— ¿Qué estás haciendo aquí Lou? —pregunté mientras sorbía por mi nariz—. Vete.

—Annie me llamó —respondió—, y ni de chiste voy a irme ahora.

Hola chiquis! Quería saber si les está gustando la historia, que opinan y esas cosas. Dejen sus comentarios :))

También mostrarles en las siguientes historias que estoy trabajando, más adelante les contaré de que tratan, ojalá contar con su apoyo lecturas ♥

Agony » Harry Styles (COMPLETA)Where stories live. Discover now