Capítulo 26

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Por milésima vez en las tres semanas siguientes, tuve que recordarme por qué había decidido dar por finalizada mi relación con Annie y le había propuesto la idiotez de los amigos. Yo había supuesto que esta nueva barrera entre nosotros, que me había costado arduo trabajo montar, iba ser lo que pusiera distancia en nuestra relación, pero como era de esperarse no fue así.

Últimamente pasábamos bastante tiempo juntos, estudiando con Louis y su novia o comiendo una cantidad enorme de pizza hawaiana en el que se convirtió en nuestro local favorito desde entonces. Las palizas con papá habían disminuido notablemente lo que habían aminorado las preguntas por parte de Annie y por consiguiente mis mentiras.

—Definitivamente odio las matemáticas —resoplé frustrado—, no sé cómo puedes entender esto.

—Vamos —dijo Lou—, no es tan difícil, además la señorita Olsen te ayuda con todo.

La señorita Olsen era mi pérdida de dignidad personificada. Era la que me enseñaba matemáticas básicas y me ayudaba con la materia del instituto. Podría haber dicho que había conseguido una mejora notable gracias a sus clases, pero estaría mintiendo.

Me había prometido a mi mismo que saldría adelante y que cualquier duda o cosa que no entendiese se lo haría saber, ya que la orientadora me había mencionado que ella era una especie de experta en casos como los míos y no se enojaría o algo así si yo no entendía algo. Pero cuando comencé a hacer más preguntas de las que ella quería responder y a no entender más de lo que ella quería explicar, pude ver que tal vez ella si era una experta, pero la paciencia era un don que lamentablemente no tenía. Semanas después solo me limité a escuchar, a no comprender nada y a asentir con la cabeza cuando ella me preguntaba si había entendido.

—Ella es la peor profesora del mundo.

—No creo que sea tan malo, tu calculadora es una caja de cereales.

—Que tengo que llenar cada vez que entras a mi casa.

—Es inevitable —Lou rió—, oí que te quitan el yeso mañana.

—Sí, se lo estaba comentando a Liam esta tarde.

—Deberíamos ir todos a acompañarte —sugirió Louis, yo me conmoví por un momento—. Como lo hacíamos cuando éramos niños y nos quebrábamos algún hueso, le prendíamos fuego a los yesos por habernos jodido por meses. ¿Recuerdas cuando hacíamos travesuras? Juro que fue la mejor época de mi vida.

Los ojos de Louis de iluminaron y yo sonreí con nostalgia. Esa, a pesar de todo, también había sido la mejor época de mi vida. En ese ciclo de mi vida había sido cuando había perdido a mi familia, pero había ganado otra.

Los chicos y yo éramos cuidados por Anael, una tierna chica estudiante en la universidad de diecinueve años, de la cual todos estábamos perdidamente enamorados a los diez años. La mamá de Louis había convencido a mi papá y a los padres del resto de los chicos que podíamos compartir niñera, ya que Anael era una muy buena chica y así saldría más económico para ellos que una niñera individual. Papá extrañamente había aceptado.

A veces, cuando Anael tenía exámenes nos llevaba al hospital donde trabajaba la mamá de Louis, para que ella pudiese estudiar y Johannah nos echara un vistazo de vez en cuando. Amábamos esos tiempos, la libertad que creíamos tener era descomunal. Hacíamos toda clase de cosas que nosotros pensábamos que eran prohibidas: jugábamos con los niños internados, mayormente con los que tenían cáncer, íbamos a visitar a los ancianos que pensaban que éramos sus nietos, lo cual era muy triste si lo pensábamos ahora. Montábamos las camillas, sillas de ruedas, jugábamos fútbol en los pasillos y como olvidar que hurtábamos carritos del supermercado de al lado y sobre ellos nos lanzábamos por los anchos pasillos que bajaban hasta el estacionamiento del subterráneo. La mayoría de las veces teníamos un aterrizaje bueno, solo una vez habíamos chocado con un auto que iba saliendo.

—Avísale a los chicos, mañana a las nueve.

***

A la mañana siguiente nos encontrábamos en la puerta del hospital esperando a los chicos, que como siempre llegaban tarde.

—Deberíamos celebrar que te quitarán esa mierda —comentó Louis— pero esta vez no quemándolo, como lo hacíamos de niños. Propongo fiesta en casa de Niall esta noche.

Yo reí. Louis tenía un muy mal hábito: organizaba fiestas en casas que no eran de él.

A los pocos minutos Niall, Liam y Zayn llegaron corriendo hasta la entrada del hospital.

—Es tarde ¿Qué pasó?

—Niall olvidó que su neumático estaba irremediablemente desinflado desde ayer y cuando tratamos de cambiarlo ocurrió un pequeño problema.

—Ninguno de ustedes sabe como cambiar un neumático —afirmé y ellos asintieron avergonzados.

Louis y yo reímos. — Vámonos.

Al entrar estaba muy ansioso. El proceso de "eliminación de yeso" como lo había denominado Niall había sido bastante breve, habían cortado y sacado la escayola rallada completamente por mis amigos, con mensajes algo vulgares pero cariñosos, y ahora mi brazo estaba un tanto arrugado y olía mal, pero podría haber sido mucho peor según el médico.

—La fractura no fue tan grave por lo que tuviste el yeso por poco tiempo —afirmó el doctor—, aun así tu extremidad está atrofiada por lo que tendrás que venir a terapia un par de veces. Te recomiendo que comiences a moverla de a poco.

Asentí y di las gracias al médico para luego salir.

— ¿Qué huele tan mal? —preguntó Louis cuando salí de la sala.

***

—Este es el plan —manifestó Liam—, iremos al estacionamiento del supermercado, cuando alguien quiera subir las bolsas a su auto nos ofreceremos y luego correremos con el carro. Vacío, Niall —acotó, ya que los ojos del rubio parecían iluminarse ante la mención de un carro lleno de comida.

— ¿Listos?

—Listos —dijimos a coro.

Diez minutos después nos encontrábamos en el punto ciego que Liam había localizado cuando éramos niños, pero Louis aun no llegaba. Había sido un trabajo sencillo, solo tuve que ayudar a una señora que además de facilitar mi robo me había dado dos dólares por ayudarla.

—Seguramente lo detuvieron —Niall comenzó a divagar—, ya podemos ser formalizados, ya debe estar en la cárcel.

—No digas tonterías —reí. Niall siempre había sido el paranoico del grupo.

Minutos después Louis llegó cojeando y con un ojo medio morado. — ¿Qué te pasó? —preguntó Zayn preocupado.

—Me atacaron —respondió siseando de dolor.

— ¿Quién? ¿Fueron los guardias verdad? —Niall se alarmó.

—Una anciana, me golpeó con su bastón y su cartera, que por cierto creo que tenía rocas, y me persiguió mientras llamaba a la policía y gritaba "¡maldito drogadicto!"

Yo reí, primero fue una risa normal que abrió paso a carcajadas y los chicos me siguieron. Era extraño, aquellos momentos con los chicos me hacían sentir tan feliz, me dolía el estomago de tanto carcajear y tenía que cubrir mi boca para tratar de amortiguar mi bizarra risa. Pero cuando llegaba a casa todo era diferente, me sentía vacío e infeliz y estaba cansado de sentirme así, cansado de sentirme solo.

—Si preguntan, eran cinco y tenían pistolas —rió Louis.

Agony » Harry Styles (COMPLETA)Where stories live. Discover now