Capítulo 23

5.8K 449 45
                                    

Cuando al fin desperté, sudado y con lágrimas ahogando mi rostro, no supe si seguir llorando o alegrarme porque el maldito sueño había acabado. Traté de controlar mi respiración, pero fue en vano. No podía parar de llorar y de extrañar a mamá. Aunque el sueño había sido horrible, era la única manera de poder sentir su aroma nuevamente y de reencontrarme con sentimiento de seguridad, que solamente su recuerdo podía otorgarme.

Miré hacia el techo y me encontré tan abrumado y lleno de indecisiones que no podía respirar, era como si un saco enorme estuviera sobre mi pecho ahogándome y hundiéndome. No sabía qué pensar ni de qué lado estar. Por una parte, recordar a papá borracho y siendo violento sin razón alguna me hacía detestarlo con todo mi ser, culparlo porque mamá se había ido. Pero ahí estaba el otro problema: ella se había ido sin mí, me había abandonado siendo que yo no tenía la culpa de nada. Me odiaba a mi mismo por no poder odiarla a ella, por no poder superar que no me amaba y que no le había importado dejarme con mi padre para que me golpeara.

Mis manos empezaron a sentir una leve incomodidad, pinchazos, que aunque eran leves subían de intensidad a cada momento. Tomé mi iPhone con dificultad y miré el reloj. Habían pasado cuatro horas desde que había llegado del hospital y me había atrasado en dos para tomar mis calmantes. Mi estomago dolía y clamaba por un poco de comida. Pensé en lo que iba a hacer si no podía prepararme ni un sándwich para comer.

Me levanté y me dirigí a la puerta para bajar a la cocina, lo que era realmente dificultoso ya que al no poder poner mis manos en el pasamanos, perdía el equilibrio a cada escalón que bajaba. Cuando al fin estuve abajo, abrí la puerta de la cocina, pero lo que me encontré no me gustó nada.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté enojado a la figura femenina que estaba de espaldas hacia mí.

—Preparando tú almuerzo.

— ¿Cómo entraste?

—Por la ventana. Mientras dormías.

—No necesito que prepares una mierda Annie, ándate antes de que mi papá venga y sea él quien te saque a patadas de aquí.

—Necesito que me escuches Harry, yo...

—No —la interrumpí—, no quiero escuchar nada de ti, ándate —me di la vuelta para subir a la habitación pero el sólo hecho de escuchar su voz rota me detuvo.

— ¡Me equivoqué Harry! ¡Perdón! —lloró—, lo dije sin pensar y lo siento tanto. No hay un solo segundo en el que no desee cambiar lo que te dije.

—Con un "perdón" las cosas no van repararse Annie, con un perdón no vas a hacer como si nada de lo que dijiste no me hubiese hecho daño, o como si mis manos no estuvieran rotas. Imagina solo por un segundo que hubiese sido yo quien hubiera dicho esa mierda, pero de tu padre. ¿Cómo te hubieses sentido?

—Lo sé Harry, pero...

— ¡No! ¡No lo sabes! —grité—. Porque yo jamás hubiera dicho algo como eso. Peleamos la mayoría del tiempo, tu siempre te enojas conmigo por cosas tan pequeñas e insignificantes, pero yo nunca lo hubiera hecho. ¿Pero sabes? Yo tengo la culpa de eso. Por correr tras de ti como un perrito faldero haciendo estupideces para que me perdones, pero ya se acabó Annie —suspiré—. Y para responder a tu pregunta, ya no eres mi novia.

Había sido cruel. Pero no me importaba. Estaba tan herido y frustrado que no había podido medir el daño que estaban haciendo mis palabras. Sólo quería mantenerme lejos de ella y no volver a sentir como si mi corazón estuviese quebrándose con cada palabra que pronunciaba. Annie estaba llorando. En el tiempo en que estuvimos "juntos" solo había visto lágrimas cayendo de sus ojos cuando hablaba de su padre. Siempre había sido extraño verla triste o cabizbaja por algo. Ahora era yo el culpable de eso.

— ¿Entonces se acabó? —preguntó limpiándose las lagrimas con la manga de su camiseta—. Se acabó, y estas culpándome a mí por ello.

—No...

— ¿Qué pensarías tu, si yo llegara cada semana con moretones y ojos morados a verte? ¿No te preocuparías por mí?

—Es diferente, Annie.

— ¿Por qué es diferente? ¿Por qué tú eres hombre? —rió sin humor—. Yo solo trataba de que fueras solo un poco franco conmigo y me dijeras que diablos estaba pasando, porque me dolía. Y me sigue doliendo el simple hecho de que no confíes en mí lo suficiente para no contarme tus problemas. Pero a la mierda ¿no? Porque todo esto acabó.

— ¿Por qué te importa tanto si me golpean o no? ¡No es tu asunto!

— ¡Porque te amo, maldito bastardo! Y cuando alguien ama a una persona se preocupa y se interesa por ella. Pero tu nuca vas a saber lo que es eso, porque seguirás con tu linda vida tirándote todo lo que esté a tu paso y tenga las piernas abiertas.

Me quedé paralizado por lo que parecieron horas, y en cuanto pude reaccionar Annie ya no estaba llorando delante de mí.

Se había ido.

Nunca, en casi siete años, me habían vuelto a decir "te amo" y oírlo salir de una chica era aún más raro para mí. Estaba casi seguro de que yo también la amaba, pero otra vez era tarde... otra vez la había dejado ir.

***

— ¿Cómo te diste cuenta de que amabas a Betty? —pregunté a mi amigo Louis derrotado. Él había venido a prestarme y a escribir en mis cuadernos lo que había apuntado en las clases del día. Aunque hubiera preferido transcribirlos yo, porque Louis escribía peor que doctor con Parkinson, pero no quería evitar la posibilidad de que mi mejor amigo me ayudara. Sabía perfectamente que ni Liam, Niall o Zayn lo harían por mí, eran demasiado perezosos.

—Amar es una palabra fuerte —dijo despegando su mirada de mi cuaderno.

— ¿Entonces no la amas? —inquirí.

— ¿Cómo puedo saberlo?

—Eso es lo que te estoy preguntando —suspiré cansado.

—No lo sé.

—Annie me dijo hoy que me amaba —confesé.

— ¿Qué? ¿Así tal cual?

—Acompañado de un cariñoso "maldito bastardo" pero si, así tal cual.

— ¿Y qué le dijiste?

—Nada.

— ¿Nada? No entiendo.

—Faltó a la jornada de la tarde para colarse por mi ventana y cocinar mi almuerzo. Peleamos, la mandé al diablo, me dijo te amo y se fue.

— ¿Y tú la amas?

— ¿Cómo puedo saberlo? —dije, haciendo la misma pregunta que el me había hecho a mi. 

Agony » Harry Styles (COMPLETA)Where stories live. Discover now