Capítulo 1

11.2K 594 130
                                    

Dejé que mi cabeza cayera hacia atrás, tratando de concentrarme en el placer físico que una chica que había conocido minutos atrás en la fiesta de uno de mis amigos, terminara de hacer su pequeño trabajo conmigo en el cuarto de baño. Cerré los ojos con fuerza mientras gruñía, tratando de morderme los labios con dificultad para que nadie se diera cuenta del espectáculo que estábamos montando en aquel reducido espacio que era el cuarto de baño de la casa de Liam.

— ¿Te gusta esto tanto como a mí, guapo?

No supe si era la sensación de sus labios sobre mí, el alcohol corriendo por mi cuerpo o la adrenalina de estar haciéndolo en un lugar prohibido, lo que me hizo llegar tan rápidamente.

Normalmente escogía a mi potencial pareja sexual cuando estaba aún sobrio y podía usar las manos para poder ponerme bien un condón, pero esa noche simplemente no me importó. Los últimos días de vacaciones se estaban escurriendo por entre mis dedos y ya que las fiestas de final de verano eran las mejores, era mi deber como amante de la buena vida aprovecharlos por completo.

Desde joven, quince o dieciséis años, había procurado vivir de ese modo, al máximo y sin ataduras. Concurría a fiestas todos los fines de semana, bebía alcohol, consumía drogas a veces y disfrutaba del sexo casual hasta ya no saber donde me encontraba parado, y a pesar de que era un estilo de vida peligrosa y un tanto agotadora, yo no quería ni necesitaba vivir de otra manera.

Mientras el placer subía por mi columna vertebral, envolví mis dedos en el rizado cabello de la chica, que ni si quiera me había detenido a observar bien. Segundos después ella ya se estaba limpiando la comisura de sus labios con la mano y poniéndose de pie.

— ¿Estás bien? —preguntó pasando su mano atrevidamente por la parte baja de mi cadera. Deje caer un involuntario ronroneo de mi garganta.

—Si —susurré riendo. Estaba cansado, muy cansado. Mis ojos trataban de cerrarse por si solos.

—Tengo que irme ahora, pero apunta mi número para quedar luego.

—No es necesario —hipé, tropezándome con mis propias palabras.

— ¿Qué?

—No te llamaré, así que no te molestes —me levanté la ropa interior y los pantalones y salí huyendo de ahí mientras reía eufóricamente y me tropezaba con el mar de personas borrachas y drogadas en el camino.

No estaba en mis intenciones tener intimidad con una chica más de una vez, me aburría, y pensaba dejárselos más que claro desde el primer momento que ilusionarlas con promesas que luego iba a romper. Las mujeres que en serio valían la pena, no te dejaban meterte entre sus piernas tan fácilmente ni te permitían que te las llevaras al dormitorio en la primera noche, y hasta ahora, no había conocido a ninguna.

Corrí de la chica, y tambaleándome llegué hasta la barra.

— ¡Harry! ¡Harry! —sentí que me llamaban desde atrás. Me giré y vi a mi mejor amigo Louis detrás de mí.

—Mierda, Harry —me miró con desaprobación—. Son las tres treinta, dijiste que nos iríamos a las doce.

Reí. —Ser Cenicienta no es lo mío, Lou.

—Vamos, tienes que trabajar mañana —tiró de mi brazo pero yo me resistí.

Recordaba vagamente haberle hecho prometer a Louis que me arrastraría a casa a las doce en punto, sin importar si me quejaba o suplicaba, pero el alcohol me daba la valentía que necesitaba y gracias a eso, poco me importaba llegar a casa tarde.

—No —lloriqueé—, solo una hora más.

—Ni de chiste —antes de que pudiese replicar, ya me encontraba sobre el hombro de Louis siendo sacado de la casa.

— ¡Liam! ¡Ayúdame! —grité desesperado. Usualmente no me iba hasta que la fiesta terminaba o llegaba la policía. Pero mi otro mejor amigo no me escuchó, ni siquiera sabia donde estaba.

— ¡Cállate!

—Si sigo boca abajo, vomitaré sobre tu prominente culo —dije riendo a pesar de que sentía unas náuseas enormes.

—Solo cállate, idiota —dijo una vez más—. Me he mantenido sobrio por cuatro horas gracias a ti, querido amigo.

Tal cual había prometido minutos atrás vomité. Pero no sobre el trasero de mi mejor amigo, sino sobre el limpio y nuevo asiento de mi auto recién adquirido.

—Por la mierda ¿Qué fue lo que tomaste dentro de esa casa? —preguntó Louis, asqueado.

—No lo sé —respondí sincero.

***

A la mañana siguiente no volví a jurar, al igual como lo hacía cada fin de semana, que no volvería a beber alcohol en el resto de mi vida. En vez de eso decidí que no volvería a beber el día domingo si el lunes debía trabajar. Sentía que mi cabeza explotaría con cada palabra que leía en esa maldita oficina. Bebí cientos de vasos con agua y me tomé cinco aspirinas corriendo riesgo de intoxicación, solo para que la resaca saliera un poco de mi cuerpo.

—Harry, no luces bien esta mañana —Susie, la secretaría administrativa de la empresa de papá pasó su mano por mi cara, mientras que con la otra revolvió mi cabello—. Si quieres puedo hacerte un masaje privado en tu hora de almuerzo —me guiñó el ojo y yo reí. Maldita descarada.

Me acostaba con Susie Gallagher desde que había entrado a trabajar haciendo pasantías en la oficina de mi padre, cada verano desde los quince años. Había sido ella quien me impulsó a la vida de sexo sin exclusividad, que sostenía desde hacía ya mucho tiempo. Nuestro primer encuentro fue tan apasionado y morboso que cuando ella me fue indiferente después me sentí abrumado. Tenía la errada idea de que me estaba enamorando de ella. Pero luego, me di cuenta de que nuestro arreglo era justo lo que yo necesitaba en mi vida, porque no tenía idea de cómo amar y mucho menos de cómo llevar una relación. Así Susie se convirtió en una de mis pocas citas habituales, sin llantos ni compromisos.

—Tal vez otro día Susie —le sonreí coqueto a pesar de que mi cabeza estaba a punto de estallar—. No me siento muy bien hoy.

—Harold, te necesito aquí en un minuto —dijo papá y entró en su oficina tan rápido como salió.

Me levanté atemorizado y me dirigí a su oficina. Mi relación con papá era estrictamente profesional durante el verano y casi nula en época escolar, ambos lo preferíamos así de sencillo. El me daba todo lo que yo necesitaba y yo no lo miraba a la cara a menos que quisiera unas cuantas patadas en el culo.

—Tus salidas se acaban hoy Harold —habló tecleando en su computador—. Es tu último año y no quiero ningún error. He dejado que hagas lo que quieras durante estas vacaciones y ahora es tu deber mantener tus notas e incluso subirlas. No aceptaré a un mediocre viviendo en mi casa ¿entendido?

La verdad era que si había hecho todo lo que había querido durante el verano. Apenas había ido a mis pasantías un par de días a la semana y recibía un sueldo bastante alto por pocas horas de trabajo.

—Vuelve al trabajo Harold —sentenció sin dejarme contestar—, y aprovecha tu último día con esa zorra —su cara de indiferencia me estremeció. Asentí y salí de su oficina un tanto avergonzado.

¿Cómo se había enterado papá que me encamaba con su secretaria? Ni idea. Pero sin embargo, él tenía razón, aprovecharía al máximo mi último día con Susie.

—Tal vez quieras darme mi masaje ahora mismo, Suzanne.

Agony » Harry Styles (COMPLETA)Where stories live. Discover now