XXIII

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      Era una mañana de sábado tan monótona como cualquier otra. Después del funeral del día anterior, las cosas habían no sé habían movido demasiado. Claro, a la excepción del grupo de estudiantes y reporteros locales que habían decidido acampar fuera de la comisaría.

      Los primeros en llegar a la comisaría habían sido Shanks y Doflamingo, quienes no tardaron en ser rodeados por la prensa.

-Por favor, necesito que hagan sus preguntas una a una para poder responder - anunció el pelirrojo mientras el rubio permanecía en silencio.

-¿Tienen alguna hipótesis por el momento? - preguntó una jóven periodista.

-Bueno, tenemos dos, bastante similares. Me encantaría revelar información, pero eso podría comprometer la actual investigación. Si me lo permiten, me gustaría usar este espacio para enviar mi más sentido pésame a las familias afectadas, y decir que, yo, como forense, estoy haciendo todo lo humanamente posible para resolver esto.

-Se dice por el pueblo que la policía está aliada con los asesinos, ¿Qué tienen que decir al respecto? - preguntó otro periodista.

-Me parece una alegación ridícula que sólo busca difamar al honorable cuerpo policial. Incluso ojos de halcón, el detective más prestigioso del país vino a colaborar. Sinceramente, ¿Cree usted que alguno de nosotros tiene el poder para corromper al hombre que ha expuesto incluso corrupción gubernamental.

-¿Por qué tu acompañante no responde? - preguntó otra jóven.

-Bueno, señorita. Yo estoy encargado de la unidad de narcóticos, no en la de homicidios. Sin embargo, no podemos olvidar que yo soy un padre. Un padre que perdió a su hija y recen porque no encuentre yo al responsable porque quien va a terminar en la cárcel si eso pasa, les aseguro que voy a ser yo.

      Así, los dos hombres avanzaron ante la multitud hasta entrar al local.

-Oye, Shanks, ¿Qué es ese estilo? Supiste que habrían cámaras y te arreglaste ¿Eh? - dijo en tono de burla, refiriéndose al sweater de cuello alto que tenía puesto el médico.

-Oh, seguro estás celoso de lo bien que me veo - rió para luego dirigirse a su lugar de trabajo, tan pronto como cerró la puerta, suspiró amargamente.

      Pensándolo bien, no tenía nada que hacer en todo el día, así que se metió en el lugar donde tenía los casilleros, pues ahí tenía también un pequeño futón, que pretendía usar hoy para evitar pensar. Sacó una pastilla de un frasco que tenía cerca y la tragó, antes de recostarse en la cama.

      Corazón y Mihawk llegaron después, todo el personal de la comisaría vio con asombro cómo el aclamado detective dejaba caer su abrigo mientras suspiraba con violencia.

      Al darse cuenta que tenía público, aclaró su garganta y habló con calma:

-Lo siento por eso. Tenemos información nueva que puede ser esencial para la investigación, y más aún, puede cambiar por completo el rumbo de esta. Voy a dar a conocer tales datos mañana, pido extrema discreción. Ahora, si me disculpan, tengo asuntos que discutir - y le hizo una señal a Corazón para que vaya con él.

      Los dos hombres caminaron hasta el despacho del ojimiel, una vez llegaron, Mihawk pudo expresar el verdadero motivo de su actuar.

-Por favor, dime que sabes donde está Shanks. Ayer llegué a casa, luego de nuestra salida, y no había rastros de que hubiera estado en la casa; ni platos, ni comida, toda la casa estaba en perfecto orden.

-Perdona, pero no lo sé. Quizá Doffy sepa algo, él es muy amigo de Shanks. Lamento no poder ayudar.

-¿Está aquí ahora?

CicatricesWhere stories live. Discover now