XXII

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     Shanks y Mihawk estaban sentados en la mesa de la cocina, desayunando lo que este último había preparado. El pelirrojo estaba cortando uno de sus pancakes cuando oyó el ringtone de su teléfono sonar.

      Procedió a atender la llamada con calma. Sin embargo, esa tranquilidad le fue arrebatada tan pronto como escuchó la voz del otro lado de la línea.

-¿Hola? No estoy solo ahora mismo. - respondió intentando sonar lo más sereno posible. - Sí, ahí estaré, un saludo, adiós. - hizo la conversación tan breve como fue posible, y colgó.

-¿Quién era? - preguntó Mihawk mientras ponía un poco de miel en sus pancakes.

-Un viejo amigo. No me esperaba una llamada tan... De la nada. - suspiró el pelirrojo.

-No luces muy emocionado. - señaló el ojimiel.

-No sé, es raro - sonrió Shanks. - Supongo que sólo me tomó por sorpresa.

-Bueno, por lo que escuché saldrás hoy.

-Estás muy metido en mis conversaciones Mihi-chan. Y sí, voy a salir.

-Ya te dije que no me llamaras así. Está bien, voy a usar ese tiempo para hablar con Corazón sobre el caso. Por cierto, el proximo fin de semana habrá una fiesta o algo así.

-¿De verdad? ¿Por qué?

-He oído que se cumplen 200 años desde el orígen del pueblo.

-Oh, iremos entonces. Seguro será divertido. - sonrió el pelirrojo.

-Si quieres. Yo no voy a... Bueno, en verdad, sí, vamos a ir.

      Por otra parte, Law estaba sentado en un banco del cementerio. Esperaba a que Kid saliera del velatorio. Crocodile le había dado los 10 días libres por duelo, pero era casi un castigo para él, pues serían 10 días sin hacer nada, rodeado de sus pensamientos.

     Luego de esto, enterrarían el cuerpo de su hermana para siempre. Estaba nervioso, daría todo por retrasar aunque sea un segundo el inevitable desenlace. Su corazón latía más fuerte que de costumbre, podía sentir su pulso acelerarse mientras su respiración se hacía más pesada con el pasar del tiempo.

      Había estado con esa sensación de mareos todo el día. Su cabeza estaba entumecida y pensaba que iba a desvanecerse en cualquier momento. Incluso sus movimientos eran torpes y bruscos, lo descubrió cuando llevó una mano a su rostro para quitarse el cabello que tapaba su vista.

      Este último tiempo se había descuidado mucho, su pelo era más largo de lo normal y algo de bello facial se podía notar en su cara. Sus ojeras estaban más acentuadas que de costumbre y su piel algo más pálida.

      Vio llegar a Kid, y levantó la cabeza lentamente, casi con dificultad. El pelirrojo se sentó a su lado en silencio. Law dirigió su mirada al suelo, sin pronunciar una palabra. El frío le estaba dando un fuerte dolor de cabeza.

      Sintió los brazos de Kid rodear su cuerpo y suspiró. Ambos se quedaron inmóviles en esa posición, en absoluto silencio.

        Las horas pasaron, pero el día seguía sin brindar la calidez necesaria para llenar el vacío que el funeral había dejado en todos. Doflamingo se encontraba en casa de Crocodile, la misma a la que había ido la última vez. Estaba acostado en el sofá, bebiendo un poco de cerveza.

      El hombre de la cicatriz estaba en su habitación. El rubio realmente quería acompañarlo, sin embargo, la tarea que estaba realizando el azabache no se lo permitía. Y es que Crocodile, estaba alimentado a su mascota, Doflamingo no tendría problemas con eso, si no fuera porque la mascota del pelinegro era literalmente un cocodrilo.

CicatricesWhere stories live. Discover now