XXIV

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      Tres días pasaron desde que Shanks había tenido su primer encuentro con Kaido. Poco a poco, notaba como la euforia del reencuentro se esfumaba, y ya comenzaba a notar esa conducta violenta que caracterizaba al mafioso.

      Se encontraba ahora sentado en una enorme cama, en una de las bases de Kaido. Estaba fumando un cigarrillo, el día anterior había vuelto a varios viejos hábitos, entre ellos, el tabaco.

-Kaido... - llamó en un tono bajo el forense.

-¿Qué quieres? Estoy ocupado.. ¿Podrías creer que ese... Agente 0 o como se llame va a abrir un casino? He tenido por meses la idea de abrir uno, y va este desgraciado y lo abre? Si tan sólo supiera cuál es su rostro... Oh, le haría unas cuántas modificaciones.

      El pelirrojo tragó saliva, y llevó si mano al corte que tenía en el labio, si así trataba a la gente que "quería", no quería ni imaginarse el destino del pobre tipo que se ganara su odio.

-Te pregunté qué querías, ¿No vas a responderme?

-Oh, cierto. Quería una copa de bourbon, si no es molestia. O sea, si no quieres no pasa nada, sólo decía que.. Eso, que quería.

-Claro que te la traigo, no hay problemas, ¿Por qué no lo haría? - le sonrió el magnate.

-Uhh... Y si puedes un kit de primeros auxilios, ya sabes, alcohol, gasas... - le sonrió de vuelta el médico.

-¿Te lastimé?

-No, no te preocupes - rió brevemente - ya sabes cómo somos los médicos... Muy detallistas con todo y eso.

-Oh, así que no te hice daño - y caminó hacia Shanks - si quieres puedo hacerlo ahora - mencionó con voz seria mientras se tronaba los dedos. Luego de eso, hubo un silencio incómodo, hasta que el mafioso agregó - Es una broma, debiste ver tu cara - y comenzó a reírse a carcajadas.

      Y Kaido dejó la habitación, por lo que el pelirrojo aprovechó rápidamente para ir al enorme espejo a verse. Al fijar su vista en el reflejo, quiso morir por vez número 1000 en los últimos días.

      Las mordidas y chupetones ya no le preocupaban, ya tenía en mente el decirle a sus amigos que tenía una pareja. El problema era cómo explicar los moratones, pequeñas laceraciones y arañazos que tenía por todo el cuerpo. Y como si no fuera suficiente, tenía un corte en el labio y la mejilla algo enrojecida.

      Su problema era Mihawk por sobre todos. Sabía que no lo convencería una explicación como "me caí" o "tenía los labios resecos por el frío". Era tan molesto... Todo eso abandonó su mente cuando sintió unos pasos lejanos. Se acercó procurando hacer el mínimo ruido posible y se sentó en la cama.

      La puerta se abrió y apareció Kaido con todo lo solicitado. Shanks dejó la copa sobre la mesita de noche y comenzó a desinfectar los cortecitos que tenía. Eran muy superficiales, pero nunca estaba de más. A parte, le ayudaba a distraerse.

-Perdón por no prestarte atención, ahora sí, estoy para ti. Es que ese casino... Me enferma. Por otro lado, ¿Qué me dices de ese chico, Law? ¿Eres cercano, verdad?

-Sí. Es como un sobrino para mí... Lo ha pasado muy mal desde que murió su hermanita, ¿Sabes?

-Oh, bueno, estoy trabajando con su otro tío, Vergo. Por cierto, si me entero que le contaste algo a ojos de halcón... - y dejó el final a la imaginación - a lo que voy, este tipo, Vergo, está muy interesado en este... Sobrino tuyo, si sabes a lo que me refiero.

-¿Qué? Mira, tú le llegas a poner un dedo encima a Law y... - y se frenó, con un suspiro.

-¿Y qué? Me encantaría saber la continuación de eso... - sonrió Kaido.

CicatricesWhere stories live. Discover now