Capítulo 39

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Capítulo 39



"La Colina Roja", Solaris – 1.836



El crujido de la realidad al fracturarse eclipsó el grito de Iris. Aún en el jardín trasero, Tristan y Gared desviaron la mirada hacia la puerta, totalmente impactados ante la aterradora cacofonía, y se apresuraron a entrar. Atravesaron el pasillo a la carrera y cuando alcanzaron el salón descubrieron que algo terrible estaba sucediendo. Partido por la mitad, el cuadro de los halcones no solo había abierto una gran fisura en la pared, sino en la propia realidad.

Una fisura por la que la oscuridad empezaba a desbordarse en forma de cascada de sangre.

—¡¡Atrás!! —gritó Cysmeier con horror al ver a Iris de rodillas frente al terrorífico espectáculo.

Tras ella, a unos metros de distancia, totalmente impactados ante la espeluznante visión, tanto Elisa como Iván parecían paralizados. Ambos miraban la cascada con los ojos muy abiertos y una expresión de pánico indescriptible.

Parecían fuera de sí.

Pero no era el momento de dejarse llevar por el pánico. Gared se apresuró a correr hasta Iris y la levantó del suelo justo cuando la sangre alcanzaba sus rodillas.

—¡¡Retroceded todos!! —insistió—. ¡¡Atrás!!

—¿¡Qué demonios es esto!? —preguntó Elisa a gritos, logrando al fin reaccionar.

Consciente de que fuese lo que fuese, era peligroso, Elisa tiró de Iván hasta el fondo de la sala, donde Cysmeier, Tristan e Iris contemplaban la escena con perplejidad. De la brecha no dejaba de caer una cascada de sangre que poco a poco estaba inundando el salón. O al menos una parte del salón. Aunque en un principio había empezado a avanzar, lo cierto era que parecía haber llegado a un límite invisible a partir del cual no era capaz de seguir. En lugar de ello, iba ascendiendo, como si se estuviese llenando un contenedor invisible, formando una gran columna de sangre.

Las paredes empezaron a crujir con el veloz aumento de nivel. Cysmeier permaneció unos segundos más observando con perplejidad cómo alcanzaba el techo, y rápidamente comprendió que había llegado el momento de salir. La casa se estaba agrietando a gran velocidad y no tardaría en venirse abajo.

—¡Todos fuera de aquí! —gritó.

Y sacando prácticamente en volandas a Iris, los cinco salieron del edificio pocos segundos antes de que la casa se viniera abajo.

Una densa nube de humo cubrió el cielo temporalmente, ocultando lo que había surgido de los escombros: una enorme estructura tubular de color del carmín que se alzaba hasta alcanzar los casi cincuenta metros de altura.

Una torre pura oscuridad cuya sombra rápidamente sumió en la penumbra la "Colina Roja".

La sangre fluctuó dentro de la estructura hasta que ésta llegó a su fin, mostrándose como una gran aguja en mitad de la ciudad. Entonces el líquido se endureció, y donde antes había habido un llamativo color rojo ahora tan solo había oscuridad. Una torre negra llena de marcas rúnicas violáceas de cuyo corazón empezó a manar energía.

Empezó a manar magia en estado puro que imbuía a cuanto le rodeaba de un extraño halo de poder que tan solo los dotados eran capaces de percibir.




—Es impresionante —exclamó Laurent Malestrom desde la ventana de su torre, con la mirada fija en la imponente columna de magia que acababa de nacer en el corazón de Solaris.

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