Capítulo 36

406 46 21
                                    

Capítulo 36



Pabellón del Imperio, sur de Solaris – 1.836




El cónclave por la crisis a la que Gea se estaba viendo abocada duró dos días. Cuarenta y ocho largas e intensas horas en las que no solo Solaris dio la voz de alarma, sino que exigió la necesidad de buscar soluciones. Alguien desde el Velo estaba intentando acceder a su realidad, probablemente para arrasarla y apoderarse de ella, y ellos, como representantes de las grandes naciones, tenían que hacer algo para evitarlo.

Además, no solo Solaris estaba sufriendo las consecuencias de aquellas incursiones. Scarlet Ember confirmó que Albia también había sido el blanco del enemigo, y tanto Ballaster como Talos, Lameliard y Volkovia se sumaron a aquella declaración. Galaad y Cydene también habían sufrido algún que otro ataque, pero su número había sido tan mínimo que aún no lo habían considerado una amenaza real. Hécate, sin embargo, no solo era consciente de ello, sino que hacía meses que lo estaba intentando monitorizar. Incluso la Federación Libre de Throndall también lo había percibido, pero la sombra de Elberic había sido demasiado larga como para poder pensar en ello. El enemigo no tardaría en atacar las que consideraba sus tierras, y estaba plenamente concentrado en ello.

De hecho, todos estaban con un ojo fijo en Throndall. La declaración de guerra de Elberic a Albia no había dejado a nadie indiferente, incluyendo la propia Volkovia. Los tiempos prometían complicarse en los próximos meses, y Lucian quería que, más allá de los conflictos entre naciones, todos estuviesen unidos ante el enemigo común: el Velo.

—La realidad se desgarra y en nuestras manos está permitir que se rompa del todo o frenar el avance de la oscuridad que aguarda en el Velo —sentenció el joven Emperador a la cabeza de la gran mesa de reuniones alrededor de la cual llevaban más de doce horas trabajando—. La operación de rescate ha sido bautizada como operación Gaia, y todos los aquí presentes tenéis un lugar entre sus filas. Por separado somos débiles, pero juntos no podrán vencernos: juntos lograremos detenerlo antes de que sea demasiado tarde.

La pasión y vehemencia de Lucian logró captar el interés de todos los presentes, e incluso despertar los sentimientos de unión que en otros tiempos habían logrado unificar las distintas naciones. En él veían el renacer de su padre: el general Lucian Auren que al mando de la primera Legión había logrado traer la luz a Albia. Por desgracia, también estaba su oscuridad: aquella que los había arrastrado a la guerra.

A la disolución.

Pero más allá de levantar emociones ya olvidadas en los presentes, Lucian logró transmitirles la auténtica urgencia de a situación. El tiempo se les escapaba, y a no ser que estuviesen unidos, no iban a poder frenar la amenaza.

Unidos.

Irónicamente, Volkovia fue la primera que, junto a Ballaster, dio su palabra de que apoyaría a la causa. Leif amaba demasiado a su querida Gea como para dejar que al destruyese la oscuridad. Por desgracia, nadie más se unió a la llamada. Los conflictos internos entre naciones y los propios problemas alejaban a aquella amenaza de su foco de atención. Se mantendrían alerta, pero el Velo no era su mayor preocupación. Aún tenían demasiados incendios que sofocar como para iniciar uno nuevo.

Pero aunque no era el momento, todos sabían que tarde o temprano tendrían que unirse. Sabían que la cuenta atrás había empezado... y que muy a su pesar, la Oscuridad se abría paso en Gea.

Dioses del TiempoWhere stories live. Discover now