Capítulo 12

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Capítulo 12





La Cúpula de Estrellas, Solaris – 1.836





—Necesito que te concentres, Natasha, así no lo vamos a conseguir.

—Lo intento, pero no puedo más. Me duele la cabeza.

—Tienes que intentarlo, de lo contrario tendremos que cambiar la metodología y no te va a gustar.

—Lo estoy intentando...

—¡Pero no lo suficiente!

—¡Pero...!

—¡Cállate y concéntrate! ¿¡Es que aún no lo has entendido!? ¡Todo depende de ti!








La estaban torturando. El magus aseguraba que lo hacía por el bien de todos, que era necesario llegar a lo más profundo de su mente para poder descubrir más sobre lo que le había pasado durante aquellos cinco años, pero Nessa estaba al límite. En cada sesión que la sometían la presión que ejercían sobre su mente era mayor y la arpía apenas tenía fuerzas para resistirlo. Era demasiado doloroso.

Por desgracia, no podía hacer nada para impedirlo.

Aquella era la tercera noche que pasaba encerrada en la pequeña sala roja que era su prisión. Tumbada sobre la cama, sin apenas fuerzas para moverse, Nessa contaba los minutos para la próxima sesión. Unas sesiones en las que el magus la arrastraba hasta el terreno de los sueños, donde utilizaba sus más oscuras artes para intentar penetrar en sus recuerdos y descubrir dónde había estado durante aquellos años. Parecía obsesionado con ello. Al menos en la teoría. Irónicamente ni tan siquiera la había escuchado cuando le había narrado su experiencia. Él sencillamente quería comprobarlo, necesitaba verlo con sus propios ojos, y para ello no dudaba en arrastrar su mente al límite con tal de asomarse al océano de horrores que había sido su cautiverio.

Era insoportable. Nessa sabía que debía aprovechar aquellos escasos parones para intentar recomponerse, que en cuanto Laurent recuperase suficiente fuerza como para volver a utilizar su magia con ella la haría llamar, pero tal era su malestar que no se veía con ánimo de ni tan siquiera intentarlo. Su mente estaba al límite, saturada de tanta energía, y empezaba a sospechar que, de seguir mucho más a aquel ritmo, no sobreviviría.








—Bien, creo que ya puedo. Iván, por favor, acércame el albornoz.

Siempre que entraban en aquella sala, a Iván le costaba respirar. Tal era la cantidad de magia que emanaba de los dispensadores de la cámara que el magus necesitaba quedarse en la sala contigua, vigilando a Laurent desde el puesto de control. Su maestro decía que con el tiempo podría soportarlo, que era cuestión de preparación, pero Iván no tenía especial interés en comprobarlo. Bastante mal lo pasaba viendo a Laurent tumbado sobre la red metálica, con la humareda violácea penetrando por sus poros, como para tener que vivirlo en sus propias carnes.

Pero aunque él no lo soportara, era evidente que Laurent salía reforzado cada vez que se sometía a aquella terapia de choque. Tardaba unos minutos en poder recuperar el control de su cuerpo, pero transcurrido ese breve lapso, su potencial se veía enormemente aumentado. Era como si, de alguna forma, aquel ritual ampliase sus límites, convirtiéndolo en aún más poderoso de lo que ya era.

Claro que todo tenía su precio. Si bien era cierto que su poder aumentaba, la resistencia cada vez era menor. Laurent era capaz de hacer grandísimas cosas, pero durante poco tiempo. Y cuando llegaba a su límite, el estado de agotamiento en el que caía era prácticamente letal. Debido a ello, Iván no era muy partidario de que llevase a cabo aquel ritual a no ser que fuese total y absolutamente necesario, y dadas las circunstancias, no lo consideraba como tal.

Dioses del TiempoWhere stories live. Discover now