Capítulo 28

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Capítulo 28



Alrededores de la Cúpula de Estrellas – 1.836




—No es una buena idea.

—Oh, vamos, no me vengas con esto a estas alturas.

—Ya, bueno, ¡es que no es una buena idea! ¡Ya lo dije anoche y lo he vuelto a decir hoy! No debería ir, y mucho menos sola.

Hacía diez minutos que Iris había atravesado las puertas de la Cúpula de las Estrellas. Diez largos minutos en los que Iván no había podido evitar que el nerviosismo le arrastrase a formular una queja tras otra. Estaba preocupado por ella, y hasta que no la viese salir, no podría evitar que la imaginación jugase en su contra.

—No es una niña —advirtió Nessa—. Cálmate, ¿quieres? Sabe lo que hace.

Sentados alrededor de una de las mesas de una de las cafeterías colindantes, Nessa e Iván aguardaban pacientemente a que los veinte minutos de rigor transcurriesen antes de encaminarse hacia el edificio. Según habían acordado con Iris, aquel era el plazo máximo que le daban para intervenir. Si conseguía sacar a Laurent antes de su despacho, les avisaría por teléfono, pero de lo contrario tendrían que esperar.

Y la espera no estaba siendo fácil.

—Tú no lo entiendes —murmuró Iván entre dientes. Movía la taza de café de una mano a otra, sin llegar a probarlo en ningún momento—. Iris... Iris no es lo que parece.

—No soy tan estúpida para creer que es una chica cualquiera —respondió ella con serenidad, con la taza casi pegada a los labios—. Es la hermana de Frédric Sertorian, y hasta donde sé, ese hombre no fue un cualquiera precisamente.

Iván desvió la mirada hacia la cristalera de la cafetería, para posar los ojos en la torre de Laurent. Cada vez que se mencionaba el nombre de Frédric sentía un escalofrío. Sertorian no solo había sido un gran aventurero, sino también un gran hombre, e Iván podía dar fe de ello.

Un buen hermano.

—¿Le conociste?

La pregunta le hizo cambiar de mano la taza una vez más. Iván le dedicó una fugaz mirada, más por nerviosismo que por voluntad, y negó con la cabeza.

—No.

—Ya... sabes que no necesito leerte la mente para saber que mientes, ¿no?

El silencio se convirtió en su mejor aliado. Estaba mintiendo, era cierto. Ni tan siquiera la propia Marine era conocedora de aquel dato, y en parte había sido por petición del propio Iván. El magus sabía que no debería haber intentado conocer a su hermano mayor, que su relación únicamente les iba a perjudicar a ambos, pero la necesidad de conocer a su familia le había superado.

—El peso de los secretos es una carga que tan solo aquellos que la sufrimos conocemos —prosiguió Nessa ante su silencio—. Dura de sobrellevar, pero aún más de liberar.

—Eres experta en la materia, ¿no?

Nessa asintió levemente.

—Entonces no preguntes. No hasta que Iris no haya salido de esa torre.

—¿Crees que Malestrom le puede hacer daño?

Iván se llevó la mano instintivamente al hombro, allí donde la venda seguía cubriendo la herida que aún tardaría semanas en sanar. Le hubiese gustado decir que no, que Iris estaría segura en sus manos, pero lo cierto era que, una vez más, no era capaz de negarlo. Antes de abandonar la Cúpula Laurent le había asegurado que Iris volvería, y no se había equivocado.

Dioses del TiempoWhere stories live. Discover now