Antes de que pudiese contestar se cortó la línea.
Miré el móvil unos segundos desconcertada, abrí la cámara, hice la foto y les envié al chat.

—¿Feliz cumpleaños?—Oí la voz de Katz en mi oído y pegué un bote soltando un grito del susto—. ¿Es tu cumpleaños y no me has dicho nada?

Me encogí de hombros.

—No es un día que me guste celebrar.

Me fulminó con la mirada y tiró de mis manos para envolver sus brazos a mi alrededor y abrazarme con fuerza. En los primeros segundos me resistí, Katz no era precisamente cariñosa y eso me cogió desprevenida, pero acabé devolviéndole el abrazo con efusividad.

—¿Cómo no te va a gustar celebrar tu cumpleaños criatura de Dios?—preguntó apartándose y cogiéndome de las manos nuevamente—. ¿Tienes algún plan para hoy?

Negué con la cabeza, cabizbaja.
Le solté las manos y me acerqué a la cesta para coger una galleta. Comer mitigaría mi pena, o eso quería creer.

—Hecho. Pues te vienes con Bronik y conmigo.

Negué frenéticamente con la boca llena.

—No pienso hacer de sujeta velas, y menos hoy.

Chasqueó la lengua y se acercó para mirar la cesta.

—¿Quién te lo envía?

—Mis padres—contesté, encogiéndome de hombros.

Ella alzó ambas cejas y cogió una galleta de mantequilla sin decir nada.

—¿Y el patán?

Volví a encogerme de hombros y ella suspiró.

—Pues no hay más que hablar, no pienso dejarte aquí amargada el día del tu cumpleaños.

—No pienso hacer de sujeta vela, déjalo.

Cogí un cuchillo y corté dos porciones de tarta, una para ella y otra para mí. Katz hizo café y juntas desayunamos.

—¿Por qué nunca mencionaste que era tu cumple?—preguntó tras un largo silencio.

—No es que no quisiera contaros, pero es un tema que prefiero omitir en las conversaciones...—confesé y me metí un gran trozo de tarta de calabaza a la boca.

—¿Por qué?—insistió.

Suspiré.

Katherine no era alguien a quien le gustase quedarse con la duda.

—¿No es un poco obvio? En San Valentín el que tiene pareja va a cenar y luego...

—Folla...—me interrumpió y yo suspiré.

—...y el que no tiene pareja se buscar una cita y...

—Folla también.

Ignorándola proseguí.

—Y el que ni uno ni otro...

—Se consuela solo.

No pude evitar y empecé a reírme a carcajada y ella me siguió. Acabé dándole un golpe amistoso en la pierna.

—Eres de lo que no hay.


Katz hizo mi día más llevadero, bailamos mientras arreglábamos la casa, cocinamos juntas y después de la comida ella se fue a echar la siesta y yo bañarme. Estaba a punto de meterme en el baño cuando sonó el timbre, di un paso hacia atrás sujetándome del marco de la puerta y mirando a la entrada de la casa, miré en dirección de la habitación de Katz pero estaba cerrada y no escuché ningún ruido demás.

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin