11. BYBEE

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11ÁLBUM: «Amiga»CANCIÓN:Alaska - Maggie Rogers

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ÁLBUM: «Amiga»
CANCIÓN:Alaska - Maggie Rogers




— No.—Fui sincera—. Simplemente intento ser una buena amiga aconsejándote.

Él enarcó una ceja.

—Y... ¿Desde cuándo somos amigos? Porque si no recuerdo mal, apenas sé tu nombre y saber el nombre de una persona no la hace «tu amiga».

De toda esa frase lo que más odié fue que hiciera comillas con los dedos a la hora de decir la palabra amiga.

—¿Por qué tan cretino señor G?

Me levanté limpiando las migas de pan que había sobre mi tripa y luego me alejé por donde había venido. La casa era enorme. El suelo era de madera oscura, y todas las paredes blancas. Tan blancas y tan pulcras que daba la sensación de estar en el hospital. En alguna que otra esquina encontraba esculturas griegas protegidas por una vitrina.

Era curioso. Nunca había conocido alguien que coleccionara esculturas. En el pasillo de las habitaciones habían varios cuadros, como si de una exposición de museo se tratara. Estaban perfectamente alineados y equidistantes.

A mí parecer, Wesley era una persona muy maniática con todo lo que se refería al orden. Y esa deducción no la sacaba sólo por el hecho de que su ropa nunca tuviera arrugas, sino también por su casa. Todo estaba muy ordenado y pulcro.
Mi abuela decía que el alma de una persona se reflejaba en su casa, de ahí que la suya fuera tan cuca y rosa.

La habitación en la que me había despertado esa mañana disponía de una cama de matrimonio con cabecero de madera oscura. En la parte superior, había un precioso collage de fotografías de edificios con increíbles puestas de sol. Me pregunté si todas  las había hecho él.
Eran preciosas, parecían casi irreales.

Cerré la puerta de la habitación y me apoyé contra ella. Lo mejor era que me marchara, por su huraña actitud era obvio que no quería que estuviese rondando por allí durante mucho más tiempo.
Me preguntaba qué habría hecho con mi vestido. Bueno, ni siquiera llegaba a ser mío, debía entregarlo a su dueña y esperaba que siguiera en perfectas condiciones.
La pared de enfrente era completamente de cristal y daba a una gran porción de bosque verde y lluvioso.

Tiene que vivir fuera de la ciudad para disponer de tales vistas.

Suspiré.

Iba a necesitar un taxi para irme, aunque si lo pensaba bien, tampoco disponía de dinero conmigo en ese mismo instante para pagarlo. Seguí mirando a mi alrededor y por el rabillo del ojo, algo rojo me llamó la atención y miré hacia allí.

Bingo.
Allí estaba.
Ladeé una sonrisa y lo recogí del sillón.

A mi derecha había una puerta, guiada por la curiosidad me acerqué a ver dónde llevaba. Al abrirla di con un baño equipado con toallas y productos de aseo.

Fruncí el ceño y miré hacia la puerta que seguía cerrada. Me preguntaba si Señor estoy-de-mal-humor se importaría si me daba un baño.

Mordiendo el labio, me metí al baño e ignoré el sentido común que me decía que ya estaba bien de pelearme con él y me di una ducha rápida. Volví a enfundarme en el vestido de satén rojo, con algo de dificultad ya que el brazo dañado me ponía las cosas mucho más difíciles.
Además, había mojado la escayola sin querer mientras me duchaba.

Eres un auténtico desastre Bee...Pensé para mis adentros mientras me miraba en el espejo. Tenía un aspecto horrible. Los moretones alrededor de los rasguños se empezaban a ver más. Parecía que me habían dado una paliza de muerte.

Suspiré y volví a la habitación.
Busqué los tacones y las encontré al lado de la cama.

—Doblaría la colcha, pero no puedo—admití con voz suave mirando la colcha y luego mi brazo escayolado.

Me encogí de hombros e hice el camino hacia la planta baja. Estaba lista para irme. Katz y Eve estarían preocupadas y me sabía mal dejarlas con ese mal sabor de boca.

Cuando llegué a la planta baja encontré a Wes hablando por teléfono, le hice señas para que me mirara.

Al contemplarme le hice una seña hacia la puerta intentando decirle que me largaba, pero me dijo que esperara y así lo hice.

El salón era bastante amplio y como el resto de la casa también era de un blanco impoluto, la pared de cristal de esa planta daba a un jardín privado. Y como cabía esperar, no había ningún rastro de hojas en el césped. Quizá al chico también le fuera eso de la jardinería, eso o tendría un buen jardinero.
Vete tú a saber.

No muy lejos se podía ver la Sierra llena de nieve.

Me pregunté cuándo había sido la última vez que nevó por allí. Recién habíamos entrado en otoño...

—¿Ya te vas? —preguntó él nada más colgar.
Desvié la vista del paisaje otoñal de fuera y centré la mirada en él.

—Sí, tengo cosas que solucionar y supongo que tú también tendrá cosas que hacer.

Seguía sin llevar camiseta y ese hecho distraía un poco (por no decir bastante). Qué podía hacer, era humana y Wes parecía el mismísimo Adonis frente a mí.

PROGRAMA DE CAPÍTULOS: LUNES Y VIERNES.
Si todavía no has leído "Peligrosa Tentación" y tienes intención de hacerlo, os comunico que estará disponible en la plataforma hasta el 9 de abril. ❤️

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora