Un accidente, dos mundos que colisionan uniéndose en uno.
Bybee no ha tenido precisamente suerte en la vida, sobre todo teniendo a la hermana que le ha tocado. Bianca ha intentado por todos los medios arruinarle la vida, lo que no sabía ella era q...
El examen era en un par de horas y estaba en la biblioteca repasando los apuntes. El edificio de la biblioteca tenía forma de rosquilla. Disponía de tres plantas, todas ellas repletas de estanterías llenas de libros. La primera planta estaba dividida en dos zonas con mesas a disposición de los estudiantes para estudios y otra con ordenadores para los que necesitaran usar. Ese día compartía mesa con Hunter, Melissa y Angy, íbamos a la misma clase de historia del arte. Los conocía poco, pero siempre nos sentábamos juntos, ya era costumbre. Quizá lo hacíamos justo para no sentarnos con otra gente, pero era agradable, ninguno de ellos hacía más ruido de lo necesario con los lapiceros o el teclado de los portátiles. Me estaba comiendo la cabeza con un apartado que no sabía que caía, pero que de pronto parecía estar incluido en el examen. ¿Por que tenía que ser tan complejo? ¿O era mi cabeza que se negaba a obtener ninguna información más? Seguramente fuera lo segundo. Sentí el teléfono vibrar en mi bolsillo del pantalón y lo cogí. Necesitaba un descanso o mi cerebro iba a explotar.
Había recebido un mensaje de un numero desconocido.
555-916: Necesito que vengas a la oficina, tengo algo para ti.
Fruncí el ceño, desconcertada. ¿Se habrían equivocado de número? Hacía poco que me había cambiado de número de teléfono, ya que Bianca se sabía el antiguo y lo último que quería era que me llamara alguna noche para amenazarme o lo que se le ocurriera a ella.
Mordiéndome el labio, pasé a la siguiente canción y empezó a sonar; History - One Direction. Miré a mi alrededor durante un segundo. Todos parecían centrados en lo suyo y nadie parecía observaba. Decidí contestar el mensaje, aunque no fuera para mi, suponía un momento de distracción y lo necesitaba.
Bee: Creo que te has equivocado de número.
Esperé unos minutos hasta que volvió a salir un nuevo SMS. ¿Quién seguía usando SMS en pleno siglo XXI? Eso era más anticuado que la ropa que usó la tía Sonya la navidad pasada.
555-916:Cohen, ven a mi oficina en cuanto puedas. No estoy para cachondeos.
—Uh.
Ya sabía quién era, solo él me llamaba Cohen. Me sentí tentada de insultarle con nombres que incluso yo misma desconocía. Primero me trataba como el orto y se negaba a enchufarme en su empresa y ahora quería verme. Este chico era como un grano en el culo. Realmente molesto.
Bee: ¿Qué quieres Wes? ¿No me has dicho suficientes NO el otro día?
Guardé su número con el nombre: Arrogante WG. Tardó menos que la primera vez en volver a contestarme.
Arrogante WG: Tú ven y lo verás.
Solté un pequeño gruñido e inmediatamente me excusé con mis compañeros de mesa.
Bloqueé el móvil y volví a guardarlo en el bolsillo. Me preguntaba qué podía querer de mi. Aunque dijera que tenía algo para mi, podía muy bien ser la fotografía que todavía no me había dado.
¿Seguirá teniendo intensión de regalármela después de todo? Lo dudaba. Además qué más me daba, solo había insistido en tenerla por fastidiarle.
Después del examen me quité un gran peso de encima. Se me puso la mente en blanco mientras me preguntaba una y otra vez qué podía querer Wesley. Iba a suspender el examen y todo por ese idiota arrogante.
Cogí el metro y me dirigí a JJC Enterprise. Al entrar me acerqué a recepción. Habían tres chica allí, cada una a un extremo del enorme círculo de la recepción. Me acerqué a la que tenía más próxima. Una rubia con una americana gris y una chapa con su nombre en ella. Se llama Patricia. —Buenas tardes, había quedado con el señor Gallagher. Ella alzó la mirada un segundo para verme. —¿El señor Wesley Gallagher o el señor Joseph Gallagher? —Wesley Gallagher.
Suspiró y miró hacia abajo. Seguramente estaría mirando el ordenador o algo por el estilo. El mueble de la recepción era alto y no podía ver qué hacía. —Su nombre por favor. Posé una mano sobre el mueble color caramelo y le dije mi nombre. —Espere un momento. La vi llevarse el teléfono al oído y esperar unos segundos. —Hola Missy, soy Tricia, hay una señorita llamada Bybee Cohen que dice tener una cita con el Señor Gallagher. Esperó unos instantes mirando nuevamente hacia abajo. —¿Seguro que tiene usted alguna cita marcada?— preguntó dirigiéndose a mi. —Sí, él mismo me llamó esta mañana... —Dice que sí. Ok, ok, adiós. Colgó el teléfono y luego me miró fijamente. —Última planta, coge el ascensor del centro...— me entregó una credencial que ponía con letra negrita: VISITOR, más una tarjeta electrónica que debía pasarla por uno de los tornos que permitía acceder al interior de la empresa. Había miembros de seguridad por varias zonas del hall. Seguí las indicaciones de Patricia hacia el ascensor y esperé a que bajara. Con lo de plantas que había tardaría toda una vida en llegar en la planta baja.
