Un accidente, dos mundos que colisionan uniéndose en uno.
Bybee no ha tenido precisamente suerte en la vida, sobre todo teniendo a la hermana que le ha tocado. Bianca ha intentado por todos los medios arruinarle la vida, lo que no sabía ella era q...
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99 Álbum: Una oportunidad Canción: Blame it on me - George Ezra
—¿Qué quieres de mí, Wesley? Esa era la pregunta del año, solo esperaba obtener una respuesta al fin. ¿Qué diantres quería de mí? Al principio se negaba a que fuéramos amigos, pero al fin lo inevitable se hizo, luego dimos un paso más y fuimos un poquito más lejos. Fui sincera con él sobre mi «recaída», lo que nos llevó a distanciarnos. Intenté darle celos, creo que lo conseguí y de pronto nos reconciliábamos de forma casi mágica, pero minutos después todo se iba a la mierda con la aparición de Rachel, quien se había encargado de hacerle daño en el pasado. Aunque lo más me jodió en ese momento fue el hecho de que el muy idiota tampoco dijo nada para defenderse de tal acusación. Y allí estábamos, yo esperando una respuesta y él analizando la situación antes de contestar. Ojalá fuera más impulsivo y no pensara tanto antes de decir y actuar, pero no, tenía que ser Don Perfecto.
—Una oportunidad.
Le miré fijamente, buscando alguna señal, lo que fuera que me indicara sus intenciones. Algo que me dijera que realmente estaba donde quería estar. Una señal divina que dijera «ahora sí», ahora sí estas lista para esto, es el momento de perdonar.
—¿Una oportunidad para qué?
Pude ver el movimiento de su garganta al tragar saliva. Al menos no era la única que parecía nerviosa en aquella habitación. Cerró los ojos unos segundos y luego me cogió de la mano y me miró con gran intensidad.
—Para intentarlo.
Necesitaba que me lo dijera, necesitaba estar segura de lo que quería. Solo así podría dejarme llevar y seguirle una vez más en esa aventura.
—¿Para qué?
Sonrió de lado, como un niño rebelde.
—Para amarte.
¿Qué podía decir después de algo tan bonito como eso? No había palabras suficientes en el mundo que pudieran igualar eso. Ignorando el temblor que sacudía mis piernas y vientre bajo, acorté el espacio que había entre nuestros cuerpos y, envolviendo mis manos en su pelo, le besé.
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