Capitulo cuarenta y siete

488 26 33
                                    

Narrador universal

Todos los chicos del hogar rincón de luz se encontraban reunidos para el almuerzo que Joaquín había preparado, Rafael esperaba tenerlos a todos juntos, para poder comentarles en detalle todo acerca de su viaje a la costa Argentina, como organizarían las habitaciones y las salidas.

—¿Quién falta chicos?— preguntó Luz —Les dijimos que tenían que estar todos, y acá hay asientos vacíos—

—Cami se quedo en el shopping haciendo algunas cosas, pero ya debe estar por llegar— dijo Luisana

—Y Benjamín no tiene hambre—hablo Felipe

—Entonces faltan Camila y Benjamín ¿alguien puede ir a buscarlos?— preguntó Rafael

—Yo estoy acá—

Camila entro a la cocina, y todos se quedaron completamente asombrados, su larga cabellera castaña ya no estaba atada en una cola de caballo, ni tampoco en dos trenzas. Su cabello lacio estaba suelto, y le llegaba por los hombros. Se lo había cortado, luciendo así más grande. 

—Wow— susurró Santiago

—¿Qué te paso en la cabeza?— pregunto Tali

—Me cambie un poco peinado ¿No les gusta?—

—Me encanta— le sonrió Felipe —Definitivamente fue una buena idea—

—Estas hermosa como siempre Cami— acoto Luisana

—Estoy de acuerdo con los chicos, pareces una princesa— aseguró Rafael —Sentate a comer, solo falta Benjamín en la mesa ¿alguien puede llamarlo?—

—Yo voy si quieren— propuso la castaña —¿En dónde está?—

—Encerrado en su habitación, no quiere salir— dijo Felipe

Camila bajó hasta el sótano, hasta las habitaciones, y tocó la puerta del cuarto de los varones. Nadie respondió. Volvió a hacerlo, varias veces, y al no tener respuesta supuso que Felipe se había equivocado, y que Benjamín ya no estaba allí.

Pero al darse la vuelta para ir hacía la cocina nuevamente, comenzó a oír algo, llanto. Había alguien en ese cuarto, llorando en silencio, lo cual la preocupó. Sin hacer ningún ruido, la castaña trató de abrir la puerta, pero rápidamente la cerraron de un golpe.

—Quiero estar solo— dijo Benjamín, del otro lado

Él se sentó en la puerta, trabándola, para que nadie entre al cuarto.

—Benjamín, soy yo, Camila— respondió —¿Estas bien?—

—Si, lo estoy— mintió —Ahora déjame solo, quiero estar tranquilo—

—Te están esperando todos para comer, solo faltas vos—

—No tengo hambre, prefiero dormir un rato—

—Benja déjame entrar, hablemos un ratito ¿si?—

—Camila no quiero verte, ni a vos ni a nadie ¿por qué no podes dejarme en paz?—

—Porque yo a vos si quiero verte— suspiró —Tenemos que hablar, por favor—

—Vos y yo no tenemos nada que hablar, creí que eso ya estaba claro—

—¿Estas enojado conmigo?— el no contesto —¿Es por lo del hospital? ¿O es porque no me quede con ustedes esta mañana— Ella se sentó también contra la puerta, tal como estaba él —Se que tendríamos que habernos quedado con ustedes, a festejar lo que habíamos logrado... o ir nosotros cuatro al shopping, pero es que teníamos otro compromiso... se que los últimos días nos estuvimos comportando como unas tontas con ustedes—

Prohibido enamorarse de élNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ