Capitulo veintidós

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Luisana

Gritos. Oía que alguien me llamaba a lo lejos, pero yo no podía abrir mis ojos, la cabeza me estallaba, un pitido constante se oía. 

Estaba teniendo un deja vú.

Yo ya había vivido esto. Así fue como había comenzado mi historia, con un golpe en mi cabeza, y gritos desesperados a mi al rededor. 

—¡Luisana! ¡Luisana despertate!— gritaba la voz de una niña, pero cada vez se apagaba más y más.

Abrí mis ojos. Estaba en una ambulancia, a mi lado una mujer conocida, de cabello oscuro y ondas bien definidas, ella sostenía mi mano. Junto a ella, un grupo de desconocidos, vestidos de blanco. Médicos. 

Volví a cerrar los ojos, los sonidos se apagaban, solo sentía la mano de esa mujer, sobre la mía. Por mi cabeza fluía un liquido tibio y espeso. Aún dolía. Las voces volvían, y luego se silenciaban, mis ojos pesaban, no podía ver, mis labios se sentían secos, intente abrirlos, quería hablar, pero la voz no salía. 

—Soy Luisana, tengo catorce años— susurré —Soy Luisana, tengo catorce años , el dieciocho de mayo cumplo quince—

—Shh... no hables— dijo la mujer, en mi oído

—Soy Luisana, tengo catorce años, y alguien me esta buscando— susurré sin fuerzas

Luego, no pude volver a hablar.

Trataba de repetir la información, no quería que se vaya de mi mente, no quería olvidar quien soy, como ya me paso. 

Abrí los ojos, ahora estaba en una camilla, un grupo de profesionales caminaba a mi lado, Agustín corría detrás de ellos, pero él es pequeño, no es lo suficientemente rápido, no podía alcanzarme, yo pude verlo, y él lo notó.

—¡No nos dejes solos! ¡No nos abandones otra vez!— gritó entre lagrimas

Quise responderle que no iría a ningún lado, que todo estaría bien, pero me quede sin voz. Una mano se poso en su hombro, era Camila.

—Todo va a estar bien— prometió ella, y yo le creí.

Volví a cerrar mis ojos, más tranquila. Soy Luisana, tengo catorce años, mis amigos me esperan afuera, no estoy sola, todo estará bien.

Decidí relajarme, y cuando recobre la conciencia, ya no podía abrir los ojos, por más que lo intenté una y otra vez, pero oía y sentía todo. Comencé a desesperarme, quería moverme,  pero no podía, intente gritar, pero no podía abrir la boca, quería llorar, pero tampoco podía. Oía una maquina, que se aceleraba mientras que yo intentaba despertar.

—Algo falló, la chica no despertará— dijo la voz de un hombre

—¿Entro en coma, doctor?— preguntó una mujer, la habitación quedo en silencio —Pobre, es tan jovencita—

—Habrá que notificar a la familia, están en el pasillo, esperando novedades—

Soy Luisana, tengo catorce años, mi familia está esperándome afuera, pero yo no puedo despertar.

Luche con todas mis fuerzas, pero lo único que podía hacer, era lograr que la maquina a mi lado suene más rápido, mientras más pasaba el tiempo, pude comprender que ese pitido, monitoreaba mi corazón.

De repente, aparecí en un bosque, era de noche, estábamos escapando, pero no sabía de que. Yo corría a través de los pastizales, los inmensos arboles y el frío de la madrugada. Me tropecé, caí, golpee mi cabeza. 

Me dolía, igual que ahora. 

Oía mi nombre, me estaban llamando. Yo no podía responder, estaba inmovilizada, como ahora. 

Prohibido enamorarse de élWhere stories live. Discover now