Capitulo seis

139 14 4
                                    

Camila

—Pueden salir— dijo Raquel —la próxima vez que intenten escapar, la pasarán aún peor—

Felipe y yo llevábamos dos días en la celda de castigo, era la primera vez que el estuvo allí, agradecía que le haya tocado conmigo, yo sentía la necesidad de protegerlo todo el tiempo.

Lamentablemente, no pude protegerlo de todo, recibió golpes, quemaduras, no comimos durante dos días, por más que él no quiera reconocérmelo, lo oía llorar mientras yo dormía. Se que no es fácil para él, y me duele mucho saber que todo esto esta sucediendo por mi culpa.

Subimos las escaleras, y fuimos hasta la sala de estar, donde casi siempre se encuentra Luisana, soñando despierta.

—Lamento que las cosas nos hayan salido tan mal, yo solo quería escapar— dijo Felipe 

—Ya vamos a encontrar la forma de hacerlo, Feli— acaricie su mejilla —Por lo menos estuvimos juntos, y no fue tan pesado el castigo—

—No puedo creer que me hayan quemado— respondió, observando su brazo, y la marca con el número veinticinco en él —Tendré un número, de por vida—

Yo arremangue mi camiseta, y le enseñé el mío. El número doce. Yo lo llevaba en mi piel hace siete años.

—Todos lo tenemos— suspiré —Todos estamos marcados aquí dentro, pero con el tiempo, olvidas que lo tenes, o por lo menos, aprendes a ignorarlo

Desde que ese fierro caliente con su número se había apoyado en su piel, Felipe ya no era el mismo, la sonrisa de su rostro se había desvanecido, llevaba dos días en completa tristeza, y yo no sabía que hacer para ayudarlo.

—No quiero estar aquí ni un segundo más, princesa—

—Vamos a salir de acá, no se como, pero vamos a salir ¿si? yo te lo prometo—

—Confío en ti— sonrió

Llegamos hasta la sala de estar, y tal como lo pensábamos, allí estaba Luisana. Pero no se encontraba sola, estaba abrazada a un chico, él era alto, demasiado, estaba de espaldas, su cabellera era rubia y rizada.

—Volviste, mi amor— dijo ella, entre lágrimas —Tuve mucho miedo, creí que no iba a volver a verte— lo abrazaba con fuerza, con desesperación.

—Volví por vos, yo te lo prometí— respondió él dulcemente —Te extrañe cada día desde que me fui, contaba los minutos para volver a estar juntos

Yo conocía esa voz.

 O no, si pero no. Se oía distinto, pero sabía quien era. Su voz ahora era más grave, pero igual podía reconocerla.

Yo conocía ese cabello, conocía esos brazos con una que otra cicatriz, conocía esa serenidad, esa dulzura, esa forma de calmarte con un abrazo, de decirte que todo esta bien, de ser un cable a tierra. MI cable a tierra.

—Te amo, Benjamín— exclamó Luisana, confirmándome la noticia —Te amo mucho, gracias por volver—

Mi corazón se detuvo, el aire ya no llegaba a mis pulmones, y un mareo fuerte me inundo, sentía que iba a desmayarme.

Él no respondió, él la beso. 

Benjamín, estaba besando a mi amiga. Como hace años el me besaba a mí. El chico que amo, el chico por el cual hice toda esta locura, no solo estaba vivo, sino que también estaba de novio, con mi mejor amiga.

—¿Cómo estás, rubia?— preguntó una vez que se separaron, mientras acariciaba su rostro —¿Te lastimaron? ¿alguien te hizo algo?—

—Supe cuidarme sola— rió —De todos modos, tuve compañía—

Prohibido enamorarse de élDove le storie prendono vita. Scoprilo ora