Capítulo VII

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... pero cuando parecía al fin tocar una nube, se despertó en el frío suelo"

Rini


El cielo estaba libre de nubes, sin embargo el sol no lograba emitir ninguna luz que caliente. Era lo que amaba del otoño, a veces el cielo de la tarde parecía cielo de madrugada y las hojas de los árboles cambiaban de color como si la naturaleza te enseñara que debíamos caer para volver a nacer.

Aspiré el olor a pino llenando mis pulmones tratando de tranquilizarme. Iba a ir en contra de todas mis protagonistas de novelas rosas, porque hoy sería yo quien confesara su amor.

Lo vi llegar, sus ojos cafés se fijaron en mí y sentí que ya nos pertenecíamos el uno al otro. La enorme pared del almacén detrás de él nos protegía de curiosos y brindaba el aura de un acto ilícito, de un romance prohibido.

—Uhm... ¿Hola?—saludó Tim al llegar frente a mi y me brindaba una sonrisa.

—Hola—saludé de vuelta nerviosa.

Nos quedamos callados.

Muy bien en mi cabeza esto lucía mucho mejor y más fluido, también habían pétalos de flor cayendo alrededor y música instrumental pero no teníamos tanto presupuesto; lo que sí tenía era decisión y mucha.

—Yo...—dijo él.

—Verás...— dije al mismo tiempo. Nos interrumpimos, genial.

—Tranquila Rini continua, no hay problema—Me brindó una expresión comprensiva, lo cual hizo que me armara valor y continuara.

—Sabes... aún recuerdo como nos volvimos amigos, en esa época aún eras de mi tamaño. —Nos reímos juntos—. Siempre estabas tratando de convencer al profesor de laboratorio que no era necesario el asesinato de ranitas.

—Me daba mucho asco ver a las ranas muertas —acotó en tono burlón.

—A mi me daban mucha pena—me burlé.—Y cuando decidí protestar, te sacrificaste echándote toda la culpa, de esa manera no me enviarían a detención a mí.

—Aún no entiendo como no me expulsaron.

Sacudió sus cabellos y me miró durante un momento a los ojos; ahí lo confirmé, estaba arruinada, tan tontamente enamorada de esta persona.

—Lo que quiero decir, es que siempre has sido así: Justo, amable, ligeramente ingenuo y a veces algo perezoso, pero bueno y dulce— suspiré, esto era más difícil de lo que me imaginé.

—Uhm...supongo que ¿grac-

—Lo que quiero decir es que me gustas Tim.—solté mirándolo a los ojos —Me gustas desde antes de irme de Keycoast, solo que nunca me había atrevido a decírtelo. Me gustas... y mucho.

El mundo se detuvo en mis últimas palabras, Tim abrió más los ojos de la impresión y me observó durante unos segundos como si no supiera qué decir.

"Di que sí"

—Yo... Lo siento, Ekaterina.

"¿Qué?"

— ... pero ya me encuentro saliendo con alguien más. 

Una ráfaga de viento cruzó entre nosotros, pero no secaron las lágrimas que iban a caer. Los ojos me ardían, no sabía qué hacer, no sabía qué decir.

—¿Qué?—La palabra salió de mi garganta como una especie de suspiro ahogado— ... ¿Con quién?

Desvió su rostro hacia el cielo, incómodo. Evitaba verme el rostro, como si no existiera frente a él una chica a la que acababa de romperle el corazón.

CrisálidaWhere stories live. Discover now