Capítulo XVI - Parte 1

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"Érase una vez una mariposa que decidió mostrar los verdaderos colores de sus alas"

Alain


¿Saben que es lo mejor de la gente ebria? Empiezan a perder la percepción de lo que los rodea, de esa manera escabullirse resulta tremendamente sencillo.

El humo del cigarrillo se dispersó en el cielo como una figura fantasmagórica, anhelaba que los pensamientos en mi cabeza desaparecieran así de fácil. No solía fumar debido a que disminuye mi rendimiento deportivo, pero en ciertas ocasiones me relajaba hacer algo que era incorrecto.

"Wow, que malo era"

Un risa escapó de mis labios debido al sarcasmo. Me encontraba en uno de los muelles del lago Victoria, el cual lucía cubierto por diamantes al reflejar las luces de los múltiples centros vacacionales alrededor. Normalmente esos lugares solo atraen público en verano, no obstante las leyendas indican que si vienes a este bosque en Halloween, puedes vivir una experiencia "extraordinaria".

Por una vez en mi vida decidí creer en eso.

Cuando vi por enésima vez el letrero casi vacío de la prueba de Cherry, evalué si debía inscribirme. Ella era lo más cercano que había tenido a una amiga, si me anotaba en su evento este obtendría rápidamente popularidad. Era lo mínimo que podía hacer luego de su ayuda con el tema de Rini.

"Ah... Rini"

Aún no lograba entender qué era lo que sentía por ella, lo que sí tenía claro era que hablar con ella me hacía sentir inexplicablemente ¿bien?, también que había arruinado todas mis posibilidades de acercarme a ella. Fue entonces cuando leí su nombre escrito con la letra más cursiva que alguna vez vi en mi vida. Mi mano se movió por voluntad propia y en menos de diez segundos mi nombre ya estaba allí.  Al menos de esa manera ayudaría a Cherry y si tenía algo de suerte podría hablar con Rini.

Digamos que mi plan casi funcionó, luego de una situación obviamente vergonzosa para mí, Rini volvió a dirigirse a mí con esa familiaridad y ligereza que la caracterizaban. El problema es que esa fue mi única interacción con ella en toda la noche, era por esto que odiaba las fiestas con "compañeros" de escuela. No estuve ni un segundo solo y rápidamente la perdí de vista.

Esta no era la experiencia extraordinaria que me prometieron.

—Dime que tienes otro, porfi.

Cherry apareció detrás mío descalza, con el rostro húmedo y una mirada acongojada.

—Se lo robé a Costas —respondí extendiendo la cajetilla de cigarros. Tomó uno y sentó en el filo dejando sus piernas en el aire, yo en cambio las tenía cruzadas.

—Afortunado quien viese al heredero de los Valle-Rojo fumando cigarrillos robados— dijo con sorna luego de que le diera la primera calada a su cigarrillo, procedí a apagar el mío aplastándolo en la madera.

—Has bebido demasiado, yo no me veo fumando —ironicé.

—Gallina de mierda.

—¿No deberías estar por ahí demostrándole al todo el mundo que el amor verdadero existe y se llama "Lurry*"?

—Yo traté de hacer lo mejor ¿sabes?—Sus ojos volvían a derramar lágrimas mientras me increpaba. —Digo, quería que él no se sintiera mal por dejarme ir y mucho menos arriesgarnos al desgaste de una relación a distancia, lo amo mucho para eso.

"Mierda, se lo dijo"

—Tú madre ya no está en el país ¿cierto? — Sabía la respuesta a esa pregunta, pero aún así la esperanza de que no fuera verdad permanecía.

CrisálidaWhere stories live. Discover now