Capítulo XXVII

693 82 258
                                    


"Érase una vez una oruga que recorrió el jardín hasta un sendero dividido, confundida, no supo cuál elegir"

Rini

A todas luces había cambiado de lugar con mi avatar en LOW y recibido una paliza en vez de ella.

No abriría los ojos, la luz iba a doler y ya me sentía demasiado adolorida. Sin embargo, la certeza de que esa no era mi cama me obligó a hacerlo lentamente.

Ok lo admito, tal vez no he cambiado de lugar con mi avatar de LOW porque la habitación en la que me encontraba parecía sacada de una novela de Jane Austen, por si no fuera poco, también estaban incluidos los protagonistas masculinos digo, los responsables de mi actual estado físico.

Como si se tratara de una broma muy bien hecha, Alain y Ronan estaban durmiendo y compartiendo el mismo mueble a mí lado. El primero tenía su cabeza recostada en la cama, había sangre seca en su ceja y un naciente moretón en la mejilla del mismo lado. El recuerdo del beso me tomó por sorpresa, calentando mis mejillas ligeramente.

Anoche habían pasado muchas cosas locas.

Lo que me llevaba al chico a su costado, Ronan. Era casi inconcebible, que a comparación de Alain, pensaba que a él le lucían bien los golpes. El labio roto con la mejilla amoratada, solo me generaban ganas de tomar su rostro y acariciarlo.

O besarlo, como lo hizo Evie Mae.

Una palabrota quiso salir de mi garganta pero se detuvo ante el ardor inminente. Tomé con desesperación el vaso con agua que se encontraba en la mesita de noche y al dejar el objeto en su lugar, me percaté de una fotografía apoyada detrás, la sostuve asombrada.

Era hermosa.

Era tal vez la mujer más hermosa que había visto en toda mi existencia. Si antes había pensado que Evie Mae lucía como un ángel, había caído en el error más garrafal de mi vida. Los rubios de la mujer de la fotografía flotaban como partículas de luz en el cielo, el fondo con el campo de girasoles quedaban reducidos a nada frente a la vivacidad de su sonrisa. Pero sus ojos, de un penetrante color verde, podían transmitirme lo que ella sentía en ese momento:

Amor.

—¿Hermosa, no crees?

Una elegante señora había ingresado a la habitación, al parecer por una de las puertas a los costados.

Esperen yo la conozco.

—¿Señora Grimaldi? —pregunté insegura por mi actual estado.

—Te imaginas mi sorpresa cuando vi a mi nieto ingresando con la niña de los resúmenes en sus brazos, bastante ebria por cierto —comentó con un pizca de gracia —. Nunca lo había visto tan asustado por algo. Por cierto, llámame Sarah.

—¿U-usted es la abuela de Ronan?

Definitivamente no era la abuela de Alain, ese cabello azabache me lo decía todo. Bueno, puede que esté teñido.

—Correcto, cariño —dijo al mismo tipo que se acercaba y retiraba con delicadeza la fotografía de mis manos — Y esta es su madre, mi dulce y pequeña niña, Roni.

"La madre de Ronan"

Mucha información y poca capacidad cerebral para procesarla. Antes de que pudiera articular palabra ambas volteamos por un ruido a nuestro costado, Alain y Ronan estaban despertando. La señora Grimaldi, bueno Sarah, se movió con la gracia de una actriz de teatro y terminó de despertarlos no muy amablemente.

CrisálidaWhere stories live. Discover now