Capítulo XXXVI

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"Érase una vez una mariposa que se lastimó las alas, pese a eso siguió volando esperando que el dolor lo volviera más fuerte" 

Ronan


¿Y si lo dejo todo?

Era una pregunta que no lograba ahuyentar de mi mente

Casi siempre sucedía cuando la observaba. Observar era una tarea meticulosa pero necesaria al ser mi enemiga, así que era común para mí hacerlo. Una tarea algo molesta que se tornaba interesante en ocasiones.

Por ejemplo, esa manera rara que tiene de tomar los lapiceros. Los hace girar a medias cuando duda, pero los balancea rápido cuando se sabe la mayoría de respuestas en un examen. Ella es tan fácil de leer en esas ocasiones, pero en otras pareciese un cielo nublado en días de verano.

Impredecible.

Hay momentos en donde no sé cómo reaccionar. Una parte de mí se resiste a alejarse de ella y la otra, solo ansía ver ese brillo en su mirada al encontrarse con un desafío.

Ella cree que es un simple peón más en este mundo y en el fondo de mi retorcido corazón deseo que siga pensando eso. Porque de esa forma, solo soy yo quien nota su magnificencia.

El problema era que no importaba cuanto la observara, siempre descubría algo nuevo. Su fascinación por coleccionar stickers, como muerde su dedo meñique mientras lee y la forma en que su nariz se arruga al enfadarse.

Ella era como esos libros de "¿Dónde esta Wally?", aunque logras encontrar al rarito de ropa rayada nunca terminas de descubrir nuevos detalles en sus páginas.

Una aventura, una que quería experimentar a pesar de poner mi corazón en riesgo. Porque cuando descubres que tienes uno, conoces el miedo a que este se rompa.

Porque cuando vi a Ekaterina tendida en el piso sangrando supe que estaba perdido. No era una simple atracción adolescente. Yo hubiera dado cualquier cosa para evitar ese sufrimiento, para hacerla olvidar el dolor, para que nunca más nadie pudiera hacerle daño.

¿Cómo podía seguir adelante sabiendo que ella estaba en juego?

Entonces sus ojos mostraron la única emoción que yo nunca hubiese querido ver: Miedo. Pero no solo eso, era miedo hacía mi. Y a diferencia de los demás, si me importaba que ella no pudiera enfrentarlo.

—Ronan.

Me giré retirando la mirada de la ventana. Mi padre aún reposaba en la cama del hospital como si estuviera en un sueño hechizado. Charles al otro lado se había puesto de pie.

Su atuendo no combinaba lo cual era común en él, pero su cabello lucía más opaco de lo normal; sus ojos hundidos por la falta de sueño. Yo sabía que él tenía tiempo para hacerlo, solo que no lo lograba.

—¿Vas a regresar? —pregunté evadiendo el enorme tema que lo atormentaba.

—Me dijo que ha logrado concretar una visita para ver a Lucía.

El sarcasmo en la voz de Charles fue fácil de identificar. Su hermana había sido declarada inestable mentalmente hace unos días por su padre. Quien de paso, la encerró en un centro psiquiátrico en el extranjero. Coincidente a la reunión extraordinaria de directorio, su padre resultó como votante mayoritario al hacerse con las acciones de su hermana.

Charles estaba contra las cuerdas, ese acto solo era una amenaza que decía: "Obedece o alguien más pagará". Y Charles tenía demasiado corazón como para hacer que su hermana sufriera.

CrisálidaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz