VI Confusiones

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El semental siguió a Nicolás con la mirada hasta que salió del lugar y desapareció entre los árboles; mientras los cabros seguían bromeando acerca de lo recién sucedido, bromas que a él no le causaban mucha gracia por lo que ni siquiera sonreía.

-¿Y ahora que te pasa a vo'?- dijo Bestia- ¿También te dio la weá?

-Son pesaos', weón- respondió mirando la mesa, esperaba que los demás también notaran lo que en verdad le pasaba a Nicolás por si solos, pero al parecer nadie cachaba.

-Otro más, weón- exclamó Alexander, aburrido de actitudes tan aguafiestas- ¿Qué les pasó a todos hoy día? ¿Durmieron muy mal, weón?

-No, pero...- definitivamente nadie más se había dado cuenta, era el único que creía entender a su moreno amigo y eso le frustraba un poco. ¿Cómo tan pavos los weones?, pensó mientras se acariciaba las sienes- Ya, filo... Quiero ir al baño, weón, los veo de ahí.

Salió del lugar y la lluvia cayó ligeramente sobre él, dejando pequeñas gotas en su claro cabello, dándole un toque de brillo al momento en que se sacudía con el cálido viento.

Caminó un poco y se quedó quieto. ¿Dónde está este cabro culiao?, era un lugar tan grande que sería bastante difícil encontrar a Nicolás, aun que de todas formas no tenía idea de cómo podría ayudarlo. Él solo suponía entender el problema de su amigo pero no era nada seguro.

No sabía que hacer, después de todo Nicolás era su mejor amigo, en cualquier problema tendrían que estar juntos y ayudarse, pero en este caso no encontraba la forma adecuada de hacerlo.

-A la mierda, weón- dijo para si mismo, mientras se sentaba en el pasto, entre medio de los árboles, dándole la espalda al comedor que se encontraba a algunos metros, y cerraba los ojos, sintiendo como el viento rozaba con su rostro. Estuvo así un rato, hasta que escuchó una voz a lo lejos.

-¿Edgar?- esa sola palabra, ese solo tono de voz hizo que el ánimo del alto mejorara en un segundo.

Se giró para mirar hacia la entrada del comedor, donde vio a Manuel observando hacia todos lados, buscándolo.

Sus miradas chocaron y sonrisas se dibujaron en sus rostros. El de gorro se acercó para así sentarse al lado de Edgar, apoyando su espalda en el mismo árbol que su amigo, tan ancho que prácticamente los escondía de los demás.

-¿Qué te pasa?- preguntó el más bajito, fijando su preocupada mirada en él. Edgar suspiró.

-Nada...

-No me mintai', weón, te conozco y sé que algo te pasa.

-Pero si en serio, no me pasa nada- miró de reojo a Yelo, viendo como fruncía el ceño, algo que le pareció tierno al ruliento; se rió- Te vei' tiernito enojado- Manuel se puso nervioso (Esta demás decir que también se sonrojó ¿No?) por lo que prefirió mirar hacia el frente.

-P-pero no me cambi' el tema- Edgar apoyó su cabeza en el tronco de árbol.

-Es que, puta... me preocupa el Nico, weón.

-¿Por qué?- preguntó con curiosidad mientras se sentaba en frente de Edgar, para así conversar de una forma más... cercana.

-¿No cachaste lo raro que se puso cuando lo webearon allá en el comedor?- Manuel bajó la mirada, arrepintiéndose de haber sido parte de esas bromas que habían hecho que Nicolás se molestara, y la causa de que ahora Edgar estuviese preocupado- No, no es pa' que te sintai' mal, Manu, pero igual fue súper raro que el ánimo le cambiara tan de la nada a ese weón.

-Mmm... sí, igual raro...- Yelo miró al ruliento, pensando bien su siguiente oración- ¿Tu crei' que al Nico le... le guste el Jaime?- Edgar dio un respingo y miró hacia el frente. Obviamente lo sospechaba, pero no quería decir nada hasta estar totalmente seguro, no quería inventar cagüines sobre su amigo.

Juntos, hasta el Final de los Tiempos (Jaidefinichon GOTH)Where stories live. Discover now