XVI Juntos hasta el Fin

1K 118 37
                                    

-No, no se lo van a llevar de nuevo estos hijos de puta. -Jaime, iracundo, avanzó con violencia en la dirección de Alfonso con la idea de golperalo hasta dejarlo inconsciente como único objetivo.

-Para. -Paula se detuvo justo en frente de Jaime, apuntándole con la pistola directamente a la cabeza. -Ninguno de ustedes da un paso más. A la casa- ordenó con suma seriedad.

-¿Qué le van a hacer al Nico, por la chucha?- preguntó Jaime con una mezcla de sentimientos inundándolo.

-A la casa- repitió con severidad- caminen si no quieren que les dispare.

Avanzaron todos hasta su respectiva casa, lo único que irrumpía el silencio sepulcral eran el sonido de las pisadas contra la tierra y los constantes ladridos de Tiabes, quien caminaba al lado del grupo de amigos con la guardia en alto.

Nadie tenía algo para decir, todos estaban demasiado preocupados por Nicolás y consternados por lo que acababa de ocurrir. ¿En verdad era que Alfonso se había vuelto loco? ¿Por qué no los dejaba ir? ¿Tantos deseos tenía de verlos morir ahí? ¿Tanta era su ansiedad por el poder? Eran las principales dudad existentes dentro del grupo pero que ninguno tenía cómo responder.

Dos hombres más se unieron a Paula, con más armas entre sus ropas, de seguro, por lo que cualquier movimiento sospechoso podría llevar a cualquiera de los cabros a una muerte segura.
Estaban asustados, sí, pero más que nada preocupados por su amigo atrapado entre los brazos de Alfonso.

-Se quedan aquí y no salen hasta que se les de la orden, de otra forma...- Paula levantó la pistola y la enseñó a todos los presentes. -Supongo que entienden. -Cerró la puerta de ambas habitaciones, luego cerró la puerta principal y se quedó ahí junto con otro hombre más, vigilando en caso de que alguno de los encerrados se atreviese a realizar algo extraño.

Jaime, Edgar, Oscar, Alexander y Tiabes se quedaron en su pieza de siempre.
Al entrar, todos se quedaron en silencio, mirando hacia algún lugar o alguna cosa, pero sin pensar verdaderamente en ello. Todos estaban prácticamente rezando por que Nicolás se encontrara bien.

De un momento a otro, Jaime empezó a caminar por toda la habitación, dando vueltas y vueltas, hablando entre dientes consigo mismo, con la mirada perdida y expresión nerviosa.

-Lo tienen- decía ya más fuerte- lo tienen, de nuevo- todos lo miraron, considerando la opción de que finalmente se había vuelto loco por completo- no lo cuidé, se lo llevaron, se lo llevó ese weón del Alfonso, ese hijo de puta sin corazón- hablaba sin dirigirse a nadie a en específico, sin dejar de caminar- quizás qué weá le va a hacer ese conchesumadre, no lo pude cuidar... Algo le va a hacer- se detuvo de golpe, mirando al suelo. Todos estaban consternados observando aquella escena, el más preocupado era Edgar, quien nunca había visto a Jaime tan nervioso y no sabía que otras cosas podría llegar a hacer. -Algo malo le va a hacer- continuó- lo va a herir... -Guardó silencio unos momentos, hasta que de golpe soltó el aire- ¡Lo van a matar!- gritaba alterado- ¡Ese culiao lo va a matar! ¡Es capaz de hacer cualquier weá!

-Jaime...- Edgar empezó a acercarse poco a poco a su amigo barbón, lentamente.

-¡No puedo dejarlo solo!- continuaba, el tono de voz alto y desesperado, una faceta de Jaime que nadie había visto antes- ¡No lo cuidé, y ahora lo tiene el Alfonso!

-Jaime, cálmate- insistió Edgar con más confianza esta vez. El rojo lo miró y se quedó así, mirandolo, pero sin prestarle mayor atención.

-¡Lo van a matar! No lo vamos a ver más, lo vamos a perder...- Jaime seguía mirando al ruliento, sin despegar sus angustiados ojos de la mirada llena de dudas de Edgar.

Juntos, hasta el Final de los Tiempos (Jaidefinichon GOTH)Where stories live. Discover now