XIV Obedecer o Morir

1.1K 96 33
                                    

-¡Le dije que la weá no iba a funcionar, por la reconchetumare weón!-. Era el colmo, lo que le quedaba de colon ya había exploado definitivamente y se estaba saliendo con cada palabra que brotaba de la boca de Jaime. Estaba exasperado, enojado a morir y más mal genio de lo costumbre debido a la falta de sueño-. ¡Se lo dije! ¡¿O no?! ¡Y el culiao no quiso escuchar nada, nos obligó a venir y ahora nos tiró directo a la muerte, por la chucha!

-Jaime, relaja el colon- le pedía Nicolás lo más dulcemente que podía, a pesar de que sabía que, si bien el rojo era de enojos de corta duración, era bastante reconroso, por lo que no estaba seguro de si su estado de ánimo cambiaría luego.

-No, weón, no- respondió seco-. ¿Cómo queri' que me calme si este saco' wea nos acaba de traer a la muerte, siendo que le dijimos que era una idea de mierda? Es que no, weón, a este conchetumadre lo mato ahora...

De ser otra ocasión, todos habrían tomado aquella última frase con humor, sin embargo el tono de voz, el énfasis y la actitud que había empleado al decirla les hacía dudar de si debían tomárselo de esa forma.

Estaba clarísimo que Jaime estaba vuelto una furia, si casi se le veía humo emanar de sus oídos, además de la venita que se le marcaba. Empezó a dar fuertes pasos en dirección a Alfonso, por lo que Nicolás, asustado, se puso en frente de él, obstruyéndole el paso.

-Weón, todos estamos enojados, cagaos' de sueño y lo único que queremos es pegarle a ese conchesumadre, pero relájate, o aun que sea no lo mati' todavía, que hartas explicaciones nos debe el culiao- le decía tratando de calmarlo, mientras lo miraba fijamente a los ojos.

Lo único que hizo Jaime fue rodear al moreno por el hombro, atrayéndolo hacia su cuerpo, para luego retroceder y unirse hacia la multitud que miraba con miedo, preocupación y rabia a su lider, Iván, Paula y las demás personas que lo seguían, en su esfuerzo por encotrar a alguien que los ayudara.
Esfuerzo en vano, puesto que era obvio que lo más cercano que encontrarían a una persona sería algún cadáver en descomposición.

Luego de unos diez minutos, quizás más, quizás menos; Alfonso se acercó y todos los rodearon, esperando y exigiendo una solución. Él sólo miraba hacia el suelo con expresión de derrota, sin saber qué decir con exactitud.
Finalmente, levantó la vista, encontrándose con las miradas llenas de rencor de frente, y habló.

-Encontramos un lugar cercano donde nos podemos quedar- todos lo miraron sin entender mucho la situación, pero nadie dijo algo-. A unas cuadras de aquí hay, lo que antiguamente debió haber sido, una especie de condominio, con cinco casas de ladrillo, resistentes, cada una con tres habitaciones en las que pueden dormir cuatros personas cómodamente. La cosa es que aún siguen en pie y se ven lo suficientemente firmes como para poder quedarnos ahí sin problema y esperar a los dem-.

-¿Esperar a los demás, querías decir?- interrumpió Jaime.- Supongo que estai' webeando-. Alfonso lo miró con la típica mirada desafiante que solía dedicarle y que al parecer reservaba sólo para el barbón.

-¿Qué te hace pensar que es una broma?

-¿Qué te hace pensar que esas personas con las que supuestamente nos íbamos a juntar, y por lo que nos tuviste caminando toda la puta noche, van a llegar?- replicó el rojo, soltando a Nicolás y acercándose con furia a su contrincante, mientras todos los demás lo observaban, atentos, callados, asustados.

-Hay que esperar- respondió, medio enojado, medio indiferente.

-¿Vo' crei' que estamos... que estoy pa' tu webeo?-. Jaime paró cuando ambos cuerpos se encontraban a pocos centímetros de distancia. Lo tenía harto y lo único que quería era volarle el hocico de un puro combo.

Juntos, hasta el Final de los Tiempos (Jaidefinichon GOTH)Where stories live. Discover now