V ¿Nuevo Hogar?

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Llevaban caminando menos de 5 minutos, pero el dolor en sus pies les decía lo contrario. El haber caminado 3 kilómetros antes hacía que estuvieran más que cansados, así de mal sus estados físicos.

-¿Cuánto falta?- Preguntó Nicolás cual niño pequeño.

-Si caminaras más rápido ya estaríamos más cerca- Dijo una voz cercana a él, al parecer de la persona que iba guiándolo. Jaime, quien iba atento a cualquier sonido sospechosos que significara peligro, notó por la cercanía de las voces que el moreno caminaba cerca suyo.

Por otro lado Manuel, sin saber el paradero de Edgar, también estaba un tanto intranquilo. O sea, sabía que no debía ir muy lejos, pero le preocupaba el hecho de no estar cerca de él. En estos casos la presencia del ruliento lo relajaba un poco.

Caminaron unos metros más y se empezaron a escuchar muchas voces que de a poco se acercaban a ellos. Todos se sintieron un poco más aliviados.

-Ya estamos llegando- Habló la conocida pero a la vez misteriosa voz- Cuidado y no armen escándalos, porfa, aquí hay gente igual y más preocupadas y asustadas que ustedes.

Ninguno sabía hacia dónde los estaban dirigiendo, sólo sabían que había mucha gente a su alrededor susurrando cosas como "Gente nueva", "Sobrevivientes", "¿De dónde serán?", "¿Serán buenas personas?" entre otras cosas, creyendo no ser escuchados. Pasaron por muchas curvas, o eso era lo que ellos creían, hasta que la conocida voz habló.

-Ya llegamos, cuidado adelante que hay una bajada de 3 escalones, no se vayan a caer- Seguido de eso se escucharon golpes en la puerta, y luego un sonido como de algo metálico arrastrarse, para luego dar paso a otra voz.

-¡Más sobrevivientes!- Decía alegre- ¡Que alegría! Pasen, pasen.

Una vez todos estaban adentro hicieron que se sentaran, repartidos en dos sillones. Luego, las personas que los había guiado todo el camino se fueron, y en ese momento recién pudieron sacarse los molestos gorros y vendas.

Lo primero en lo que Jaime se fijó fueron las paredes, todas hechas de sólida piedra y cemento. En el centro del lugar habían 3 escritorios llenos de papeles, en frente de uno había un hombre de mediana estatura, cabello castaño con algunas canas, ni tan delgado ni tan gordo, usaba lentes y aparentaba unos 40 años, quizás más; a su derecha había una ventana tapada por cortinas, por lo que no podía saber que había hacia el otro lado, al fondo había otra larga cortina cerrada. Otra ventana, fue lo que pensó.

Ellos estaban sentados en dos viejos sillones, en frente de ellos había una pequeña y sucia mesita de madera, y en frente de esta dos sillones, cada uno para una sola persona. Casi no había decoración, pero no podía esperar más. Luego recordó la conocida voz de antes, miró hacia su alrededor y ahí estaba el dueño de aquella.

-¿Iván?- No sabía si estaba sorprendido, feliz, aliviado. Todos los demás lo miraban atentamente, pero ninguno hablaba.

-Si po'... ¿Por qué todos me miran así?- Dijo mirando al resto, con una sonrisa en su rostro- ¿Qué les pasa? Es como si hubiesen visto un fantasma.

-Es que...- Habló Nicolás- Este es como el último lugar en el que pensé que ibai' a estar- También hablaba con una sonrisa en el rostro.

-Yo nunca pensé que te íbamos a volver a ver- Dijo Edgar, con su típica risa. Todos rieron con él.

-Así que...- Habló el hombre que los había recibido- ¿Se conocen desde antes?

-Sí, Alfonso- Dijo el bigotón- Nos conocemos de Santiago.

-Que bueno, por lo menos así se sentirán un poco más cómodos. Al fin y al cabo esa es nuestro principal objetivo- Alfonso se sentó en uno de los sillones en frente de ellos, con muchos papeles y un lápiz en las manos. Iván se sentó en el sillón de al lado- Bueno, como toda la gente nueva, tengo que tomar algunos de sus datos. Voy a necesitar su nombre completo, fecha de nacimiento, de dónde son y su rut- Se dirigió a Nicolás- Partiré por ti.

Juntos, hasta el Final de los Tiempos (Jaidefinichon GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora