Capítulo 25 - Calma

629 57 133
                                    

"Yo también saltaría dentro del profundo mar azul, por ti. 
Incluso si estoy tan asustado como tú. 
Así que, por favor, toma mi mano... y no la sueltes jamás."



Cada persona en el mundo, tiene un lugar especial. Ese que solo se le cuenta a una persona de confianza, ese lugar que es exclusivamente suyo y tiene escrito su nombre. Un lugar único, donde puedes correr para refugiarte de todo aquello que te lastima sin que puedan encontrarte, donde eres capaz de proteger tu alma y mente cuando ya no pueden más, donde puedes gritar hasta quedarte sin voz cuando tu corazón está harto. El lugar donde se puede encontrar paz y alejarse de toda la mierda que aturde la mente. A veces, incluso, también tenemos personas especiales... Keith llegó a tener ambos.

Cuando era más joven y sus padres aún se encontraban con vida, Keith solía tener distintos lugares y personas a los que podía salir corriendo cuando estaba siendo demasiado para él. Y uno de aquellos lugares tan especiales, era justamente donde se encontraba. El viejo banquillo de madera debajo del pequeño árbol que solía trepar en el patio cuando era un niño. Aquél banquillo llevaba grabadas tantas historias, tantas memorias... pero una de sus favoritas y la que lo volvió especial, era que durante los inviernos de su infancia, sus padres solían sentarse con él en el centro y observaban el oscuro cielo buscando estrellas y posibles ovnis.
Keith había tomado inconscientemente la costumbre de sentarse durante las noches (aún sin sus padres), observando el cielo cuando tenía problemas y buscaba respuestas. Y su padre, quien siempre notaba a su joven hijo sentado ahí, iba a su lado para sentarse y hacerle compañía hasta que Keith se sentía listo para contarle lo que atormentaba su mente, e incluso a veces, su corazón.

Tristemente, su padre ya no podía ser capaz de verlo desde la ventana de la cocina y salir a hacerle compañía hasta sentirse listo para hablar. No estaría sentado a su lado escuchándolo, para después ayudarlo a resolver sus problemas... El pelinegro sabía que él tenía que resolverlos por su cuenta, era un adulto, pero incluso los adultos necesitan de otros algunas veces para aclarar su mente y saber qué puede hacer, como esa noche.

Después de que Keith escuchó por accidente la noche anterior la confesión de Lance, de haber escuchado de sus labios aquél "te amo", el pelinegro no pudo evitar sentirse la persona más estúpidamente feliz en la tierra, su pecho se había sentido tan lleno de vida y felicidad, que incluso llegó a pensar que podría morir de algún infarto por lo rápido y dichoso que su corazón se sentía. Estuvo pensando la mejor forma de decirle a Lance que lo había escuchado hasta que se quedó dormido, pero cuando despertó, lo hizo totalmente convencido de enfrentar directamente a Lance y confesarle sus propios sentimientos también. Había pensado en bajar por su mejor amigo hasta la cocina donde se encontraba desayunando y subirlo a la fuerza nuevamente a la habitación para hablar, sin embargo, cuando iba bajando las escaleras y revisando sus mensajes, toda la seguridad con la que había despertado se había desvanecido al terminar de leer aquél mensaje.



Shiro
a las 06:16 a.m:

"Probablemente aún te encuentras profundamente dormido, lo siento por enviarte un mensaje a esta hora, pero no podía ser capaz de continuar mi día sin enviarte este mensaje. Sé que ahora mismo las cosas entre los dos son un poco confusas, pero, aun así, quiero que sepas que he estado pensando mucho en ti y sobre lo que hablamos en la habitación. No es el mejor momento para mencionarlo, al menos no por mensaje, pero deseaba que supieras que no lo he olvidado.

Intenté llamarte en tu cumpleaños varias veces, pero me marcaba ocupado o fuera de servicio, supongo que es debido a la cantidad de llamadas que recibiste de parte de tus tías como cada año. Si bien, es cierto que quería llamarte para felicitarte como siempre lo he hecho, admito que también lo hacía porque deseaba escuchar tu voz como no tienes idea. Ahora mismo ya debes estar en Denver, había entendido que te irías un día después de tu cumpleaños y no sabes cuánto me habría encantado acompañarte en tu viaje, de estar a tu lado apoyándote en ese momento tan importante... Lamento no estar ahí como debería ser... pero te juro que en cuanto ponga un pie en el aeropuerto de California, iré corriendo a casa para verte y saber cómo te sientes.

El chico llamado LANCE - Klance AUWhere stories live. Discover now