Capítulo 24 - Te amo

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Las últimas tres horas transcurridas habían sido tan reveladoras para Keith, como lo era para un niño descubrir que el ratón de los dientes o Santa Claus en realidad eran sus padres.
Durante todo ese tiempo, Keith se había dado cuenta, por ejemplo, de que su abuela había comenzado a teñirse el cabello de negro para ocultar sus canas. Que a pesar de que tan solo habían transcurrido un par de meses, ahora era dos centímetros más alto que antes. Descubrió que el hoyo eterno del sofá individual en el que siempre se perdía el control del televisor por fin había sido arreglado; que había una estufa diferente en la cocina y que las flores marchitas del jardín trasero habían vuelto a la vida. Que el centro del comedor ahora era adornado por unas bonitas flores (las favoritas de su madre). Y también se dio cuanta de cuanto había extrañado el molesto rechinar de su silla favorita en la mesa, el sabor de la comida de su abuela (aunque la sazón de Hunk no se quedaba atrás) y la sensación de felicidad y calidez que le brindaba. Y por supuesto, el último y más grande descubrimiento: que ver a Lance hablando con su abuela le producía sentimientos similares a bajar una enorme montaña rusa a toda velocidad.

—No puedo imaginar lo difícil que debió ser tomar una decisión como esa a tu edad —Clarissa, la abuela de Keith, parecía estar bastante interesada en las anécdotas del nuevo amigo de su nieto. Escuchaba con atención e interés genuino cada palabra que salía del mulato, quién le contaba sobre su decisión de estudiar en un país extranjero por su cuenta. 

Una sonrisa tímida hizo acto de presencia sobre el rostro del moreno, restándole importancia con un movimiento suave de su mano— No niego que fue un poco complicado, en especial porque estaba llegando a un país y ciudad desconocidos donde se hablaba un idioma que yo no dominaba del todo —Lance no sabía la razón, pero hablar con la abuela de Keith era tan nostálgico para él, que llegaba a ser incluso un tanto intimidante en el buen sentido—. Pero conforme fue pasando el tiempo pude adaptarme, entonces llegó un punto en el que me di cuenta que en realidad lo que lo hacía difícil era mi miedo y no hacer tal cosa en sí.

—Te escuchas como todo un hombre de experiencia —bromeó el azabache antes de darle un sorbo a su jugo.

—Es porque lo es —Su abuela sonrió con emoción, apoyando su espalda en el respaldo de la silla mientras cortaba unos cuantos trozos de carne con el cuchillo—. La forma en la que Lance se expresa es como alguien experimentado lo haría y no debes de restarle importancia —mencionó, dirigiéndose al moreno—. Muchas veces, los adultos tendemos a no darle  el reconocimiento que se merece a  algún logro de alguien solo porque éste es más joven. Parece que incluso olvidan que alguna vez también pasaron por cosas difíciles.

—No creo que usted entre en la lista de esos adultos —comentó el cubano con una sonrisa.

—En realidad no lo hace, es una abuela adulta bastante rebelde para su generación —respondió Keith con una sonrisa de lado—. Pero no le gusta excluirse para resaltarse.

Un monosílabo lleno de ternura escapó de la boca de la anciana, haciendo un ademán con la mano—. Sea o no parte de ese grupo, me gusta hacérselo saber a alguien cuando tengo la oportunidad. El hecho de que un chico decida salir de su burbuja y enfrentar la dura realidad del comienzo de una vida adulta ya es algo de mucho admirarse, en especial cuando lo decide por su propia cuenta o lo hace solo.

—¿Alguna vez ha pensado en escribir un libro o algo así? Aquí entre nos —Lance se inclinó un poco hacia la abuela, fingiendo susurrar—, creo que a Keith le vendría muy bien leer toda esa sabiduría y positivismo antes de dormir.

Keith entornó los ojos en dirección al moreno—. Te escuché —Lance le sonrió, sacándole la lengua de forma traviesa.

—Ese era el punto, greñas.

El chico llamado LANCE - Klance AUWhere stories live. Discover now