Capítulo 26 - Efecto mariposa

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"El efecto mariposa... proviene del proverbio chino que dice "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". 

Esta teoría intenta explicar que una secuencia hechos interminables y desencadenados entre sí acaban por provocar consecuencias totalmente impredecibles entre sí. 

Después de pensar en nuestra historia... supongo que podría darle un poco de razón, después de todo, nosotros siempre fuimos parte de nuestro propio caos.

Nunca me importó incendiar el mundo entero por ti. "



Justo el día en que Lance decidió hacerse a un lado por su propia voluntad y soltar cualquier tipo de esperanza romántica con Keith, se preparó mentalmente, aceptando todo lo que conllevaba ser el mejor amigo de la persona de la que estabas enamorado. Pensó que, si se preparaba con anticipación para recibir cualquier cosa que proviniera de Keith, tendría la posibilidad de manejarlo como todo un campeón justo como lo había hecho hasta el momento. Dentro de su cabeza sonaba como el plan perfecto, sin fisuras, sin problemas, lo único que tenía que hacer era llevar siempre puesta su máscara de alegría.

Una cosa, solo una cosa tenía que hacer y aun así falló.

Una oración, cuatro palabras, un par de ojos violáceos y una voz tan ronca y decidida que le calaba hasta la medula fueron suficientes para despedazar sin piedad su "infalible" plan: "tengamos una cita", era lo único que ahora resonaba en su mente de una forma deliciosamente tortuosa.

Lance sabía que no era la persona más estable del mundo, contrario a Keith, Lance disfrutaba de todas las sensaciones que le hacían sentir vivo, disfrutaba sentirlas con cada fibra de su piel porque aquello era lo que le recordaba que seguía siendo un humano, era lo que lo diferenciaba de aquella muerte emocional y del monstruo que había sido tiempo atrás en Cuba. Lance amaba sentir con intensidad, pero incluso si Keith era la persona más segura y pacifica (de una manera irónica), siempre, de algún maldito modo, lograba sobrepasar la intensidad que Lance era capaz de soportar y manejar. Keith le brindaba paz, le brindaba seguridad y tranquilidad; pero al mismo tiempo lo hacía perder el control de sí mismo, se volvía vulnerable ante él y aquello era más de lo que una máscara podía solucionar.

Estaba jodido y lo sabía.

Una carcajada escapó de los labios del moreno. Era ese tipo de carcajadas que salían de él cuando escuchaba un comentario ridículo o una idea totalmente imposible, Keith lo había escuchado miles de veces—. ¡Oh!, ¿será acaso que acabas de caer ante los encantos de Lancey Lance? —Continuar con sus típicas respuestas coquetas y egocentrismo fingido eran el mejor plan de resistencia que se le podía ocurrir. Él no deseaba en absoluto que el pelinegro notara que esas palabras de algún modo le habían afectado.

El problema era que Keith lo sabía. Después de que el pelinegro se había enterado de los sentimientos de su mejor amigo y de muchas de las razones por las que actuaba como solía hacerlo, un velo había caído de sus ojos. Era como si de repente Lance fuese totalmente transparente, justo como el agua. La manera en la que desviaba la mirada cuando se observaban por segundos, el cómo solía cerrar los puños cuando intentaba controlar sus evidentes nervios, la manera en que solía pestañar más lento cuando buscaba respuestas inteligentes para evadir situaciones comprometedoras... ahora Keith podía verlo sin ningún problema. Era justo por esa razón que era consciente que las respuestas de su mejor amigo serían todo, menos serias ante aquella propuesta si no lo reafirmaba.

Keith se inclinó ligeramente sobre su asiento, la mitad de su pecho se encontraba cargado sobre la mesa de madera. En ningún momento cedió la mirada, se encargó de dejar clara la postura firme y decidida que tenía—. Y si así fuera, ¿qué? —Aquél movimiento provocó que Lance retrocediera instintivamente, sintiendo como su espalda se presionaba contra el respaldo del asiento.

El chico llamado LANCE - Klance AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora