12.

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El llanto de mamá no cesaba, estaba tan pálida como un papel, los sollozos reinaban en la mansión.

Yo tenía un fuerte dolor de cabeza en ese momento, quería morir, morir por haber matado a papá.

Ambas llorábamos intensamente pero más mamá, me acerqué para sacar la daga de su cuello.

—¡¡NO!!— gritó mamá— ¡¡ SAL DE AQUÍ!!

El sentimiento de culpa no se iba, pensar que no lo vería sonreír nunca más, ni abrazarme, llamarme hija, ni besar mi frente y frotar mi cabello me dolía, me consumía.

No había analizado las cosas bien, papá bajo las escaleras y mamá solo lo siguió, luego ella corrió a la habitación y él se percató de que yo estuviera dormida para hacer no se que cosas con mamá.

Toda la historia había concluido en su muerte por mano de su hija, las lágrimas pararon, una idea llegó a mi mente y avance nuevamente hacia el cadaver, saqué la daga de su cuello escuchando como crujía y di dos pasos atrás.

Te amo mamá.

Él llanto de mamá se detuvo.

Sus ojos me miraron con confusión, en ese momento clavé la daga en mi clavícula y me dejé caer por lo que sentía.

***

Lo único que recordaba era haber estado en un gran lugar blanco y luego en el hospital por unos 7 días por la herida casi hecha en el cuello.

Fue la primera vez que intenté quitarme la vida.

Ya no recordaba las veces que quise morir por haber matado a papá, el cuerpo lo enterramos en el jardín y sembramos sobre él uno de los árboles del patio trasero.

Cada vez que lo veía recordaba su risa y cuando gritaba mi nombre para que lo escuchara desde la cocina.

Muchas veces no nos damos cuenta de el daño que le podemos causar a alguien en solo un instante.

Me acerqué a la ventana decidida a no llorar más, odiaba llorar me hacía sentir débil, debía controlarme.

—En nuestros próximo encuentro prometo dejarte heridas— pensé en voz alta.

La puerta sonó y entró Grace apresurada.

—¿Que sucede? ¿necesitas algo?

—No es nada, solo estoy disfrutando la vista al bosque— respondí.

—Disculpa si te Asusté, te escuché hablar así que creí que necesitabas algo— fingió una sonrisa.

Ambas miramos al bosque, y mi mirada se interrumpió por Grace.

—Estabas con Dániels hace un rato, ¿verdad?

Ahí estaba otra vez con su interrogatorio.

—Si, me habló de las preguntas que le hizo la policía— y casi nos besamos— pero nada más— corté.

Su mirada viajó al cristal de la ventana, parecía que se contenía.

—¿No te ha hablado de mi?— explotó.

No.

—Si

Una sonrisa se dibujo en su cara ya sonrojada.

—¿De verdad? ¿Que te ha dicho?

Ay Grace, creo que cometí un error, no debí decirle eso.

La cuestión era que ya no podía deshacerlo, no podía matar la ilusión reflejada en sus ojos, ¡sí que le gustaba él jardinero!

Abismos Eternos © [ Parte 1 Y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora