3.

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Mi madre me miraba con preocupación, mientras intentaba sentarme en la camilla de el hospital.

Por Dios mi fiesta.

Supongo que el desmayo había alarmado a mamá y me había traído a este lugar. Era enorme, estaba desnuda bajo una bata azul de hospital, a mis manos estaba conectada una intravenosa.

Sentí una punzada en la cabeza, y recordé todo. Ella, sus palabras, mis vidas pasadas y el asesino.

Todo dio vuelta en mi mente, no podía creer que era una persona diferente a todas, era una de los ETERNOS.

—¿Mamá que sucedió?— le pregunté —¿Cuantos días llevo aquí?—

El intento por sentarme falló por un instante, mis manos resbalaron sobre la camilla, esta hizo un ruido extraño.

— Tranquila hija— se acercó — solo fueron unas horas.

Se sentó en la camilla a mi lado y dejó un beso húmedo en mi frente.

—supongo que entiendes que la fiesta no pudo hacerse— tomó mi rostro entre sus manos — porque primero es tu salud.—

Recordé como mamá me encontró tirada en el cuarto casi desmayada, no me imaginaba como había hecho para traerme a este lugar, con que medios o maneras había traído mi cuerpo hasta el hospital, ella se preocupaba por mi.

Mientras hablabamos una mujer ya de edad avanzada con lentes pequeños y un poco ancha de las caderas entraba hasta nosotras sosteniendo los resultados que mi madre pidió hacerme aunque fue solo un desmayo.

—Veo un muy buen semblante—

— ¿Cuando podré irme? — le pregunté sin mas.

Ignoró mi pregunta y fijo los ojos en mi madre. Ella entendió que no era nada bueno lo que venía.

—Tenia razón señora Philip, no fue solo un desmayo, el producto de el dolor de cabeza que propinó el desfallecimiento de su hija fue gracias de una migraña leve que presentó por estrés — mojó sus labios rápidamente —la recomendación es reposo y alejarse de cualquier cosa que conduzca al mucho pensar.

Mi mamá no se alertó.

—Bueno y, ¿cuando estará fuera de este lugar?

—En 10 minutos— afirmó la doctora.

Ya la conocíamos había estado un par de veces en la casa haciéndole exámenes a mi padre y a mi cuando me enfermaba, ella era el médico de la familia.

Salió de la habitación y me trajeron mi ropa, logré vestirme en unos minutos y salí de aquel lugar. Estar ahí me hacía pensar en la muerte.

Cuando llegamos empezó a llover, el agua empezó a cubrir mi ropa apenas asomé la cabeza fuera del auto. El clima de lluvia era lo que caracterizaba este lugar frío.

Puse mis manos a ambos lados de mi y caminé hacia la casa, la reja se abrió al contacto.  La lluvia se hacía más pesada, grandes gotas empezaron a empapar mi cabello, jamás pensé encontrarme con él en ese momento.

La puerta de la casa se abrió dejándome ver su silueta alta entre la lluvia, su cabello era castaño igual al mío, traía una camiseta negra lisa y un jeans acompañado de unos zapatos negros.

Su piel era blanca igual a la mía, su nariz era delgada y fina, sus ojos estaban cargados de cansancio.

Su cabello estaba peinado hacia atrás pero se le escapaban algunos mechones, como si solo se hubiese pasado los dedos sobre el, su rostro era otra cosa.

Su cara me dejaba ver hermosas facciones en su perfil, supongo que el destino es bueno con algunos.

Corría hacia mi, sus manos sostenían algo que no alcance a divisar hasta que estuvo a unos metros de mi y lo levantó.

Abismos Eternos © [ Parte 1 Y Parte 2]Where stories live. Discover now