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Jhalia Philip

Tiempo atrás.

Nunca me había imaginado tener una fiesta tan grande, grandes adornos y músicos, cumpliría 17 así que mamá pidió los mejores arreglos para nuestra casa.

Sería increíble, estaba tan emocionada por todo lo que me traería este día.

Mientras me preparaba para bajar, noté que la lámpara seguía encendida, una lámpara naranja que parpadeaba como avisando que dejaría de funcionar

La brisa de los arboles que entraba por la ventana movía mi vestido, estaba verdaderamente ansiosa, como si tuviera siete años emocionandome con una fiesta.

Mirándome al espejo, me imaginaba bajando las escaleras hacia la gran sala en unas horas, era una gran estructura seguramente me vería muy pequeña frente a la gran casa, si alguien sufriera de miopía no alcanzaría a ver cada detalle, era muy grande la mansión

Lo único que podía dañar la fiesta sería el horrendo clima. Todo era llucia mas lluvia tras lluvia, y al ser la ultima casa del pueblo no teníamos mucha suerte. Me dececionaba cada que recordaba. A menudo se hacían tormentas gigantes, pocas veces veíamos el sol, solamente las tardes en el ocaso cuando las nubes no eran tan grises.

Me probaba un vestido color tierra que mamá había pedido especialmente para mí, tenía detalles negros como hojas. Era hermoso, ajustado en las partes indicadas. Mi cabello estaba suelto, mi piel palida resaltada demasiado, el cabello castaño siempre me había encantado lo había heredado de papá

Al mirarme al espejo no podía ver mas nada que la cicatriz en mi clavicula, era como una linea retorcida que me marcaba, ya habrá tiempo para contar sobre mi tragedia.

Esta sería una noche que recordaría.

—¡Jhalia, hija deja de medirte ese vestido y ven a ayudarme!— gritó mamá desde la sala como si estuviera en mi cuatro viendo todo lo que hacía.

Además de mis amigos y mamá estaría mucha gente importante de Tósdel, papá fue un hombre importante. Mamá había dicho que conocer gente me abriría puertas cuando eligiera que carrera estudiar por fuera, ellos podrían darme cartas de recomendación. Tenia la palanca de papá

—¡¡Ya bajo mamá!!— fue lo único que respondí.

Rápidamente me quité el vestido lanzándolo sobre los otros que tenia sobre la cama, tenía unos mas porque ¿y si le pasaba algo a este a ultima hora? chica precavida vale por dos.

Bajé las escaleras con una camiseta púrpura y unos jeans, levanté el mentón y caminé descalza por las escaleras hacia la sala defilando como si ya bajara con el vestido, donde me esperaba mi madre con una sonrisa de no creer mi modelaje en su cara.

La sala ya estaba adornada con muchas luces y demás arreglos, mamá coordinaba a unos pasos de mi dónde debían poner cada cosa.

Era una mujer fuerte, siempre vestía elegante todo el dinero se lo debíamos a la empresa de papá, mamá tenía gran parte de las acciones de la empresa, justo ahí se habían conocido.

Me amaba.

Desde que papá... bueno desde que eso sucedió tuvimos más tiempo para ambas.

Aún no era la hora pero estaba ansiosa caminé hacia la ventana de cristal gigante que se iniciaba a unos centímetros del suelo y se extendía hasta el techo con mis manos en mi espalda. Cubría toda la pared, casi todo el frente de la sala era de cristal.

De la puerta a la calle habían unos metros de césped verdoso con un pequeño caminito de piedra muy moderno. Como siempre no había rastro del sol, siempre me pregunte que se sentiría poder verlo a diario y sentir el calor del verano las veinticuatro horas.

Abismos Eternos © [ Parte 1 Y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora