Capítulo 32: Los cuñados nunca se llevan bien.

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La Princesa mayor de Obelia, llegó un día a la conclusión de que simplemente las lecciones con Lucas iban a matarla. Tatiana ya tenía una vida ocupada antes de la llegada de Lucas, entre administrar los caprichos de sus hermanas, cuidar de ellas, apartar tiempo para su padre y aún así cumplir con todas sus lecciones, ya había estado ocupadísima, pero ahora los constantes ejercicios de Lucas iban a terminar con ella.

—Concéntrate más en tu núcleo interior—él le exigió, rodeándola de forma amenazante en su ¿decima? o ¿decimotercera lección? Ya había perdido la cuenta, Tatiana sólo sabía era que, cada tarde, veía a Lucas y eso era un infierno

—¡Eso intento!—sollozó Taña, ¿acaso él no entendía que estar allí, de pie, intentando sentir algo en su interior que era algo más abstracto que otra cosa, era complicado? ¡Ni siquiera entendía a que se refería!

—Intenta más fuerte—él gruñó, enfadado de tener una estudiante tan lenta.

¡Seguro no trataría así a Athy!

Apartando a su hermana de sus pensamientos, Tatiana lo intentó de nuevo, rebuscando en su interior algo que se pareciera a ese núcleo interior del que Lucas tanto hablaba. De repente, algo brilló dentro de ella, una especie de luz cálida y poderosa, que se extendía por todo su cuerpo como una manta.

—¡Creo que la tengo!

—Bien—Lucas rodó los ojos, hizo revolotear su túnica, mostrando los pantalones oscuros debajo de ella—, ahora, cura a esa planta.

"Cura a esa planta, cura a esa planta". ¡Es lo que Tatiana había escuchado por dos semanas enteras!

Pero al fin, al fin curaría a la maldita planta.

Frente a ella y sobre la alfombra, una planta marchita que Jennette había cuidado estaba reposando, ahora que Tatiana sentía toda aquella energía en su cuerpo, también podía sentir los restos de magia oscura que habían dañado la planta.

Intentó, con mucha delicadeza, reparar el daño al tocar una hoja, la pobre estaba sufriendo y se había mermado de vida por completo, así que intentó inyectarle algo de su magia.

Al principió, la planta se enderezó, dándole a Taña esperanzas pero, luego simplemente volvió a caerse.

Un leve deja vú la embargó junto con una desazón tremenda. ¿En qué otro lugar había visto una escena similar?

Creyó no poder sentirse más desanimada, pero al mirar a la cara al enfadado Lucas, se dio cuenta de que sí podía.

—¿Receso?—preguntó.

Lucas estrechó los ojos.

—No.

¿Por qué había tomado ese autobús? Se lamentó.

Si no hubiese tomado el autobús equivocado, estaría en casa, con su familia disfrutando de una tarde agradable y no con un mago enfadado que estaba harta de ella.

Para el final de su lección, sólo logró que esa inútil planta se enderezara un poquito. Sólo un poquito. Empezaba a creer que simplemente las plantas no la querían.

O que era inútil en todo aquello después de todo.

—¿Hoy también le darás lecciones a Jennette?—preguntó llevando la planta consigo, tal vez y solo tal vez, si se esforzaba mas por su cuenta, lograría algo.

Lucas torció la boca.

—¿Tú qué crees?—él masculló, mirándola con burla en sus ojos. Fingiendo ser de siete años, era igual de alto que Tatiana, que ya tenía diez.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora