Capítulo 52: La opera cura todos los males.

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Bien, habían pasado cosas malas, la villana no era la villana, una verdadera villana en potencia estaba suelta, Tatiana tenía sospechosos pensamientos, Athy seguía enamorada de Kiel y Lucas aún no volvía. ¡Si, estaba todo mal! Pero, oye, ¡había que ponerle una buena cara a todo eso!

—¡Vamos a la opera!—ella rió, viendo a la cara a sus dos queridas hermanas.

—O... pera—Athanasia abrió cerró la boca como si no entendiera la palabra—, pero Anastasio...

—No importa Anastasio, he convencido a papá de ir a la opera un rato. ¡Encubiertas! ¿No les entusiasma la idea?

Los ojos de Jennette brillaron como dos diamantes.

—Nunca he ido a la Opera—ella suspiró, imaginándose todas esa delicias que decían de las operas, historias de amor bailadas, señoritas prodigiosas que cantaban como ángeles, guapos protagonistas que rescataban a sus doncellas—, ¡yo quiero ir, hermana!

—¡Pues iremos! Pero primero papá nos colocará hechizos disfraz, para que nadie nos reconozca. También ira Félix y Lady Lilian, fingirán tener una cita para protegernos desde lejos con el resto de Guardias Imperiales.

Athy rió.

—No creo que vayan a fingirla realmente—ella dijo, con un tono tan obvio que hubieran hecho a Félix y Lilian sonrojarse de vergüenza si hubiesen estado presentes.

—Entonces niñas, elijan sus mejores vestidos Athy, ¿no te regalaron unos binoculares y unos guantes con vestido a juego en tu cumpleaños?—Tatiana le preguntó.

—Ah, sí, fue el regalo de Lady Janna, tal vez este ofreciendo una obra hoy. Me reconocerá por el vestido y los binoculares, pero no por el rostro.

—Para cuando se dé cuenta ya será tarde—convidó Tatiana—, en cuanto a Nette y yo, encargué a última hora unos binoculares y unos vestidos con guantes de ópera. Tal vez no sea la última vez que vayamos a la opera, hoy es solo una prueba.

Entre una amena charla, revisaron los vestidos y binoculares nuevos, se vistieron y fueron hasta las habitaciones de Claude.

Un hombre pelirrojo con el rostro de su padre y hermosos ojos verdes la esperaba en la sala de estar de las habitaciones de Claude.

—Pa... pá...

Las tres princesas quedaron cegadas, se veía guapísimo, vestía un chaquetón sencillo, con pantalón y un pañuelo a juego, sus botas lustrosas ribeteadas con hilo de oro. Todo lo hacía parecer más un joven noble soltero que un Emperador con tres hijas.

—Papi, cuando sea grande. ¿Me puedo casar contigo?—Jennette dijo, medio balbuceando. La frase inocente logró sacar una risa fluida de los labios de Claude.

—Sería un placer.

—Eh, ¡Yo también quiero casarme con papá!—exclamó Athanasia, abrazando a Claude junto a Jennette, Taña sólo se quedo allí mirándolo fijamente.

—Papi se ve tan guapo—suspiró—, tendrá que tener tres esposas, yo también me casaré con él.

Otra risa salió de Claude.

—Si puedo evitar que todas se casen, seré el esposo de las tres—afirmó, abrazándolas con ternura. Muchos no podrían creer que el frío Emperador tendría esa clase de comportamiento, pero sus tres hijas lo habían ablandado—, de acuerdo, hora de disfrazarlas.

—¿Todas seremos pelirrojas?—Jennette miró las puntas de su cabello y lo pensó muy bien—, ¿puedo tener rizos también?

—Athy quiere los ojos verdes de papá.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora