Capítulo 29

221 16 11
                                    

Salgo de la habitación son una sonrisa burlona pintada en la cara mientras se escucha a Hera refunfuñar maldiciones e insultos hacia mí. Me acerco a la habitación en la que Andrew se va a hospedar y llamo a la puerta. Una vez me permite entrar, me recargo sobre el marco de la puerta y lo observo mirar sonriente su teléfono.

—¿Qué tienes, quince años? —pregunto con sorna.

—No, voy a cumplir diecisiete —bromea. 

Ambos soltamos una carcajada y luego me mira esperando que hable y le diga para qué he venido.

—Solo venía a decirte que hemos quedado en casa de mis padres en una hora, para que te organices el tiempo. 

—Está bien, Jack.

Vuelvo a mi cuarto tras cerrar su puerta y me encuentro a una Hera en únicamente un conjunto de ropa interior negro que me hace pensar en cosas que no debería. Ella mira el armario, abierto de par en par, mientras, supongo, busca algo para ponerse. Me acerco por detrás y la abrazo pasando mis brazos por su cintura, luego dejo un beso bajo su oreja que la hace suspirar. 

—Ponte cualquier cosa, solo vamos a casa de mis padres.

—Es que no encuentro nada que me guste —contesta haciendo un puchero.

—¿Quieres que mire yo?

—Vale, mientras hablaré con Ela para que me ayude también.

Yo sonrío porque la conozco, estos meses me han dado para aprender muchas cosas de ella como que ordena la ropa por colores y estaciones, que cuando está nerviosa su mente no le permite relativizar las cosas y se bloquea, o que Ela siempre va ser alguien en quien se apoyará para todo.

Ella coge su móvil y la veo teclear algo rápidamente, segundos después veo como su mejor amiga la llama y ella descuelga. Mientras ellas dos hablan de qué debería ponerse, si se maquilla o si le da tiempo a plancharse el pelo, yo rebusco algo para que se ponga. Finalmente le elijo un vestido corto gris ajustado con un top negro debajo de manga corta, se que adora ese conjunto y le hace unas piernas de infarto. Además, le añado una sudadera mía por si le da frío por la noche y sus adoradas botas militares. Hera mira lo que he escogido y asiente sonriente sin finalizar la llamada, luego las oigo hablar de salir a tomar algo tras la cena con mis padres a lo que asiento con la cabeza, conforme. Quedan en que ya irán hablando para concretar la hora, el lugar, etcétera y finalizan la conversación.

Mi chica me da un rápido beso para comenzar a vestirse frente a mí y yo decido cambiar mi chándal por unos vaqueros. Cuando ambos estamos vestidos, me dice que va a maquillarse rápidamente y que si puedo cepillar su pelo mientras lo hace a lo que asiento. Ella se pone frente al espejo del baño y mientras comienza a pintar su cara yo desenredo su cabello con cuidado de no moverla demasiado para no estropear lo que hace. Veinte minutos después, Andrew, Hera y yo, salimos de  casa en dirección a mi coche. Hablamos los tres de manera tranquila y él pregunta a mi novia si ya conoce a mis padres a lo que ella responde, nerviosa, que solo conoce a mi madre y a África, provocando una carcajada por parte del mayor de los tres.

—Cuidado no te cambie por tu padre —bromea.

Algo que he aprendido con el tiempo es que la mayoría de personas que se sienten atraídas por los hombres, tendrían a mi padre como sugar daddy. He de decir que es algo relativamente entendible, físicamente es un hombre atractivo, tiene unos valores increíbles y además no le falta el dinero. En un principio se hacía un poco turbio para mí que la gente conociera a mi padre, las bromas o los suspiros no tardaban en llegar y, sin ánimo ninguno a ofender, puede resultar un poco perturbador ver a personas de quince años suspirar o imaginar situaciones extrañas con un hombre que perfectamente podría ser su padre. A mi madre siempre le ha resultado gracioso ver lo que provoca, quizá porque ella también lo ha hecho algunas veces, pero, como ellos dicen, "que miren, al final del día somos nosotros los que dormimos juntos".

Hera nos mira desconcertada y cuando llegamos al coche, prendo la radio alejando el tema de conversación. Durante los minutos que tardamos en llegar a la casa de mis padres, hay un silencio cómodo que de vez en cuando se ve interrumpido por la risa de mi tío que mira entretenido su teléfono en los asientos traseros.

—Espero que no estés teniendo sexo por internet —digo.

Hera se atraganta con su propia saliva por lo que empiezo a reír junto a mi tío. Sonrío, sabiendo que verdaderamente lo estaba haciendo, y Hera me mira impactada.

Al llegar a casa de mis padres, mi tío es el primero en bajar del coche casi corriendo. Mi madre, que había salido a la puerta al oír el coche, sonríe viendo a su fiel compañero cruzar la calle corriendo hasta ella. Se abrazan de manera efusiva, mi madre prácticamente se sube sobre él y ambos se ríen mientras dicen cuánto se echaban de menos. Yo miro a Hera a mi lado, quien juega con sus anillos nerviosa, y entrelazo nuestras manos dando un suave apretón en la suya. Ella me sonríe inquieta y le doy un pico.

—Hera, guapísima, ven a aquí —dice mi madre desde la puerta.

Mi chica sonríe y, aún de la mano, cruzamos la calle hasta la pelirroja. Ambas se abrazan como si fueran íntimas mientras que a mí mi madre simplemente me hace un gesto con la cabeza. En fin, los favoritismos...

Cuando entramos al jardín, Hera comienza a ponerse todavía más nerviosa haciendo que Ginger lo note.

—¿Estás así por Kian? Te aseguro que no debes preocuparte.

Hera vuelve a mi lado y mamá simplemente se adentra en casa mientras nosotros nos sentamos en los sofás de la terraza. Ella y yo hablamos, intento calmarla diciéndole que mi padre se va a quedar encantado al conocerla y, aunque no parece del todo convencida, se tranquiliza. Unos minutos más tarde mi padre aparece con unos pantalones de chándal, una camiseta de manga corta y su delantal típico. Sonríe a Hera y se acerca rápidamente.

—Papá, esta es Hera, mi novia. Hera, este es mi padre, Kian —hablo haciendo las presentaciones.

—Encantado.

Hera lo mira, con los ojos a punto de salirse de sus órbitas y casi en trance. Al reaccionar, sacude un poco la cabeza y se sonroja.

—Encantada.

—Bueno, hechas las presentaciones, vayamos a lo importante... ¿cuándo comemos? —pregunta mi tío.

Mi padre rueda los ojos y mi madre le contesta que estamos esperando a Dani, Izan y África lo que hace que mi novia se ponga todavía más nerviosa. Nos sentamos en el sofá y comenzamos a hablar, mis padres le preguntan a Hera por sus dibujos y ella se sonroja, pero responde diciendo que no ha dibujado muchas cosas más.

—Mentira, hay hojas con dibujos por toda la casa —digo.

—¿En serio? ¿Qué dibujas? —pregunta mi padre interesado.

—A Bowie lo dibuja mucho.

—Pero no son buenos dibujos, necesito mejorar las técnicas, todavía tengo muchos fallos —dice mi chica sonrojada.

—Cielo, deberías pasarte un día por mi academia o te puedo dar información. Tenemos un montón de cursos de diferentes cosas que quizá te puedan interesar —le comenta mi madre—, aunque lo veo innecesario porque lo que vi aquel día no tenía casi ningún fallo.

—Lo agradezco mucho, de verdad.

Yo sonrío mirando a la morena, que le brillan los ojos de manera especial, con ilusión. La beso en la mejilla haciendo que mi tío haga comentarios como si fuera un niño. Justo entonces llaman al timbre y mi tío se levanta como un resorte hacia la puerta.

—A conocer al resto de la familia —susurra mi madre con una sonrisa.

—¿Todavia estoy a tiempo de huir?

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu