Capítulo 6

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—¿Qué tal, hermano? —me pregunta Lucas mientras da un leve golpe a mi hombro.

Últimamente Lucas ha estado yendo más a su rollo, eso quiere decir que a saber en dónde se ha metido durante estas últimas semanas. De vez en cuando lo hace, lo de desaparecer, ya estamos acostumbrados. Básicamente se aleja de nosotros durante unas semanas, se mete en líos, se mete mierda, se mete en la cama con quien sea y luego renace de la oscuridad como si nada sucediese. Cuando éramos más pequeños solía hacerlo cuando en su casa había problemas y no estaba bien pero cada vez lo hace con más frecuencia y cuando le preguntas dónde estaba, qué ha hecho o dónde ha pasado la noche, prácticamente te salta al cuello.

—Todo bien, bro —contesto— ¿Tú?

—Todo genial —dice, suspirando— Me he pasado las tres últimas noches en un club, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida.

Eso es algo normal por muy raro que suene. Algo muy típico de mi amigo cuando tiene estas crisis es irse a cualquier club y pagar por una prostituta que lo consienta. Me repugna. Al fin y al cabo, es como si tuviese el derecho a poner precio a una persona, y me asquea la sensación de que haya gente que todavía consuma este tipo de servicios. Sobre todo, cuando saben que en muchos de los casos esas personas ni si quiera se prostituyen por voluntad propia.

Ruedo los ojos ante su mejor experiencia y él me mira con mala cara.

—Me alegro, supongo.

—¿Vosotros qué habéis hecho?

—El viernes salimos, pero eso ya lo sabes, luego no hemos hecho gran cosa —digo encogiéndome de hombros.

—O sea que gano —dice triunfante haciéndome rodar los ojos.

—Si quieres llamarlo así, sí. Desde mi punto de vista, es horrible lo que has hecho así que gano yo.

—No me salgas con tus discursos feministas y moralistas, Jack.

—Entonces no entiendo para qué cojones tienes que sacar el tema.

Dejamos el tema, sentándonos en un banco del campus mientras él saca un cigarrillo y me ofrece uno, pero lo rechazo. Durante un rato, ambos estamos en silencio, quizá un poco más incómodo al que acostumbrábamos, pero cuando llega Marc, ambos se enfrascan en una discusión sobre que Lucas jamás está en el piso que comparten y, por ende, no hace ninguna de las tareas que le corresponden. Al final, Marc acaba gritándole que acaba de solicitar entrar en una residencia y eso nos deja a los dos perplejos.

—¿Me explicas como cojones voy a pagar yo solo el alquiler del piso, imbécil? —le dice Lucas enfadado.

—Te buscas la puta vida, ha dejado de ser mi problema. Siempre hago yo la compra, siempre limpio yo, siempre cocino yo, siempre me encargo de la colada. Y mientras tú te vas de putas. Una mierda, no quiero saber nada más del piso.

—Jack, —me llama Lucas— ¿ves esto normal?

—Yo no me quiero meter en vuestras discusiones.

—Muy bien, quiero tus cosas fuera del piso esta misma tarde o te juro que las echo todas por el balcón.

Tras eso, Lucas, cabreado, abandona el banco y se pierde entre la gente. Marc resopla mientras se sienta a mi lado y yo le digo que ha hecho lo correcto. Y de verdad lo creo.

—Presiento que después de esto todo va a estar diferente.

—Hace un mes que se alejó, no suele hacerlo tanto tiempo —digo.

—Quizás ya no planea volver.

—Espero que no sea eso. No confío en lo que pueda hacer.

Unas horas después, me voy a mi casa y Marc a buscar a Ela ya que han quedado para comer juntos. Aunque de vez en cuando quedemos los cuatro juntos, ellos dos están empezando a tener algo por lo que tengo entendido. Cada dos por tres, mi amigo habla de ella, pregunta por ella, sale con ella o cualquier cosa que se relacione con ella, es gracioso ver cómo se comporta. Me recuerda a mi cuando me enamoré de Lara, aunque espero que Ela y Marc no terminen como terminamos nosotros.

Lara y yo nos conocimos cuando teníamos quince años, ella venía al mismo instituto que yo y un día empezó a hablarme en los recreos. Sus amigas siempre le gritaban cosas cuando se acercaba a mí y yo me reía a más no poder, yo tenía su edad, pero era mucho más serio que mis compañeros por lo que cada vez que me reía gracias a ella sentía que me iba calando. Salimos de fiesta varias veces juntos, a dar paseos o simplemente nos juntábamos en nuestras casas. Un año después la perdí con ella en su casa una tarde, ella la había perdido con su ex, pero eso no me importó. Me tenía loco, todo giraba alrededor de ella y yo pensé que era recíproco así que empezamos a salir. Y joder, todo iba genial, empezamos la universidad, cada uno con su carrera, pero nos veíamos todo lo posible además de que estábamos en el mismo campus. Y se torció. O bueno, lo torció. Me había planteado proponerle que viviera conmigo, ella estaba en una residencia y yo tenía un piso para mí solo, me veía con ella a largo tiempo, no sabía si eternamente pero sí quería un futuro con ella y, como ya he dicho, pensé que era recíproco. Pensé. Porque resulta que aquel exnovio que la desvirgó se había estado viendo con ella desde hacía un tiempo y simplemente un día los encontré en su habitación. Toda una relación de cinco años tirada a la basura por un exnovio gilipollas con el que se llevaba viendo desde que empezó la universidad, y yo siendo engañado durante tres años. Así que, como es obvio, la dejé, pero eso no pareció ponerla contenta. Así que empezó a decir a todas las chicas que se alejaran, a expandir rumores y a mí tampoco me importó, después de ella no quería saber nada de nadie así que lo dejé correr. Y bueno, nosotros nos volvimos a ver una noche, en una fiesta, el deseo nos ganó y acabamos en mi habitación de invitados. Y así unas cuantas veces más.

Ojalá no le pase eso a Marc porque no sé si volvería a ser el mismo. A él también le rompieron el corazón hace unos años y, aunque finge que no, le ha cogido cierto miedo a enamorarse de alguien, aunque por como mira a Ela no sabría decir. Es obvio que se conocen de hace poco, pero conozco a mi amigo y sé que está empezando a sentir algo más fuerte de lo que esperaba. Os resumiré su historia, para que conozcáis un poco más a mi amigo: él conoció a una chica de su vecindario, se veían mucho, se empezaron a conocer y, como era evidente que pasaría, se enamoraron, empezaron a salir formalmente y, aunque él era mayor, sus padres jamás pusieron ninguna pega a la relación, pero llegó un momento en el que ella decidió irse lejos. No en plan metafórico, no. Se fue a Berlín a estudiar la carrera que era lo que siempre había querido, pero Marc nunca supo. Un día, a mitad verano, él fue a darle una sorpresa a su casa después de estar un tiempo separados por un viaje de familia, cuando llegó sus padres le dijeron que se había ido, que no iba a volver en un tiempo y que ellos ya le habían dicho que debía haberle avisado. Marc, obviamente, quedó devastado con la noticia. Intentó contactar con ella, le llamó, le escribió, incluso fue a buscarla a su universidad, cuando la encontró en el campus ella le dijo que lo suyo había sido algo pasajero, que no tenían futuro con tantos kilómetros separándoles y Marc volvió a Barcelona y me hizo jurar que jamás le dejaría volver a enamorarse de alguien erróneo.

Definitivamente, el amor y las relaciones no eran nuestro fuerte, pero ambos tenemos esperanzas en estas chicas.

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora