Capítulo 32

119 11 1
                                    

Buenas a todxs!!! Espero que hayáis tenido unas felices fiestas y que estéis genial. Os comunico que apenas quedan cuatro capítulos (contando este) para acabar la historia y me gustaría que me dijerais si preferís que los suba de golpe, con días de separación, uno al día... Como queráis. Sino, esta tarde-noche, publicaré los que quedan junto al epílogo y, poco a poco, igual comparto algún extra.

Disfrutad del capítulo, lamento muchísimo la tardanza!!!!

Besos y ánimos, Marta. 🥰🥰🥰🥰


Hace un par de semanas que Andrew volvió a Estados Unidos. La despedida se nos hizo dura, aunque en un mes viajaremos nosotros a allí. Mi madre lloró mucho, mi padre la consoló y Andrew se burló de ella mientras retenía las lágrimas, haciéndose el duro. Hera también se sintió mal después de que se fuera, se había encariñado mucho con él, pero no llegó a llorar —gracias a Dios.

Ahora mismo son cerca de las doce y media de la madrugada, ambos estamos acurrucados en el sofá mientras Bowie descansa a nuestro lado, dormido por las caricias de Hera.

—Cuando os vayáis a Estados Unidos, he pensado que podría ir a Sitges con mi familia.

—Pero si tú vienes con nosotros —digo, confuso.

—¿Cómo?

—Sí. Mis padres y yo dimos por hecho que venías y compramos el billete de avión para ti también —digo, sorprendido de que no lo sepa—. Ir a San Francisco es uno de tus sueños así que pensé que te gustaría venir con nosotros y, luego, ir a allí unos días, como si fueran nuestras vacaciones.

—Jack, explícame como voy a pagar un billete de avión si no tengo ni para pagarte por el piso —dice y noto cierta molestia en su tono.

—Bueno, nadie dijo que debías pagarlo. Es tu sueño, yo soy tu novio. Tengo dinero ahorrado, todo el viaje corre a mi cuenta.

—¿Eres tonto? ¿Ahora eres mi sugar?

—Tómalo como un regalo de cumpleaños —digo encogiéndome de hombros.

—Jack, estamos en julio y mi cumpleaños es en noviembre.

—Lo sé, no se me olvida que eres escorpio —bromeo, fingiendo un escalofrío ante la supuesta toxicidad que desprende ese signo zodiacal.

—Idiota, te hablo en serio —contesta enfadada.

—Hera, es un regalo, no es nada de lo que preocuparse.

—No quiero ser una carga ni un constante gasto para ti.

Ruedo los ojos, cansado de esta conversación, y al final consigo hacerla entrar en razón. Poco después nos movemos hasta la cama, con la intención de dormir, pero, sorprendentemente, mi novia no consigue hacerlo.

—¿Qué pasa, nena? —pregunto después de un rato.

Ella me mira, preocupada, y juega con sus anillos de manera nerviosa. Sus ojos se humedecen y la aprieto contra mi pecho, envolviendo su cuerpo con mis brazos, y dejando un beso sobre su frente.

—¿Cómo cuántos ahorros tienes, Jack?

—Muchos, tengo una cuenta bancaria aparte con dinero que me dejó mi madre.

—¿Gin?

—No, realmente Gin no es mi madre biológica. Ella y mi padre rompieron durante un tiempo, mi padre se acostó con mi madre, se quedó embarazada y, cuando yo nací, ella murió. Dejó una gran cantidad de dinero para mí, mi padre nunca ha tocado nada de esa cantidad y yo tampoco —explico rápidamente.

Woah.

—Ese no es el tema, Hera —digo— ¿Qué es lo que sucede?

—Bueno... Esto... Yo...

—Vamos, nena. Sabes que me puedes decir lo que sea.

—¿Te importa si lo hablamos mañana? Creo que será mejor... —sugiere y yo asiento, indeciso.

—Está bien —acepto, conforme con su decisión— ¿Quieres una infusión para dormir?

Ella asiente, inmersa en sus pensamientos, y yo salgo de la habitación para ir a la cocina. Pongo agua a hervir y en cuestión de segundos Bowie esta sobre mis pies tumbado.

No voy a negar lo evidente, lo que sea que preocupe a Hera me tiene igual a mí. Por lo general, cuando algo la preocupa, suele contármelo sin tapujos ni esperas, sin miedos; sin embargo, ahora lo que sea que esté pasando ha conseguido quitarle el sueño y cerrarla en banda.

Instintivamente mi cabeza plantea un sinfín de situaciones posibles: una discusión con Ela, algún ex que haya aparecido de la nada, una pelea con su familia... Pero todo eso me lo habría dicho sin problema, ya lo ha hecho otras veces.

Cuando el agua hierve, la echo en una taza y le añado la infusión, removiendo la mezcla con una cucharilla. Llevo la bebida hasta Hera, que sigue tumbada en la cama con lágrimas en los ojos. No digo nada, sé que no quiere hablar del tema, así que me siento a su lado y extiendo la taza hacia ella. Sentándose la toma con sus manos, temblorosas, y bebe un poco.

—Quema —susurra.

La abrazo y deja su cabeza en mi pecho mientras acaricio su pelo.

—No sé qué es lo que pasa, Hera, pero te aseguro que le encontraremos una solución.

Solloza, partiendo mi alma, y continúa bebiendo la infusión. Un rato después cae dormida entre mis brazos y, tras recolocarla en la cama y arroparla, decido ir al salón. Me siento en el sofá junto a Bowie y cojo proyectos que dejé a medias en la empresa cuando me cogí las vacaciones. Aún quedan unos días para que tenga que volver, pero necesito mantener la cabeza ocupada o siento que me volveré loco.

Cuando abro los ojos es de día, ni si quiera recuerdo haberme dormido en el sofá, pero sé que es tarde al ver a mi novia prepararse el desayuno en la cocina.

—Buenos días, amor —digo acercándome a ella por detrás.

—Te vi dormido y no quise despertarte, he preparado café y unas tostadas.

Noto claramente que intenta evitar el tema, pero su intranquilidad es muy palpable en el ambiente. La abrazo, besando sus labios, y ella sonríe sobre mi boca.

—¿Quieres hablar de lo de anoche? —pregunto en un susurro.

—Espérame en el sofá. En dos minutos voy.

Obedezco a lo que me pide y, tras coger el desayuno y ponerlo en una bandeja, me siento en el sofá dejando la comida sobre la mesa. Intranquilo, barro el salón con la mirada buscando a nuestro gato, que duerme bajo una de las sillas.

Tal y como ha dicho Hera, en dos minutos aparece con una caja pequeña que no veo de qué es y su teléfono móvil entre sus manos. La miro, desconcertado, y ella se sienta junto a mí.

—Vale, no sé muy bien como decir esto así que voy a soltarlo directamente —dice suspirando.

Asiento con la cabeza, visiblemente preocupado e intrigado por la situación, y cojo su mano en señal de apoyo.

—Tranquila, nena.

Sus ojos se humedecen en segundos y yo aprieto sus manos.

—C-creo que es-estoy embarazada —dice y rompe en llanto.

¿Qué?

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Where stories live. Discover now