Capítulo 26

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MARATÓN 1/2 🥰🥰🥰


Ayudo a Hera a entrar sus maletas y las llevo hasta su nueva habitación. Sí, después de casi cuatro meses juntos, ahora que prácticamente ha acabado el curso, ha decidido aceptar mi oferta de mudarse a aquí. He de decir que no ha sido tarea fácil convencerla, pero hace ya un tiempo que dejó el bar ese de mala muerte y todavía no ha encontrado trabajo, es decir, los ahorros se acaban.

Durante estos cuatro meses han sucedido varias cosas, por ejemplo: Lucas me continúa pidiéndome dinero de vez en cuando, Marc y Ela son algo así como la pareja a la que todo el mundo aspira y toda la universidad los adora, supongo que influye bastante el hecho de que Marc sea jodidamente atractivo y ella no se queda para nada atrás. Además, mi madre tuvo otro ataque por el cual estuvo ingresada cerca de una semana, mi padre y yo nos pasamos todos esos días junto a ella. También he leído mi tesis y me he graduado con honores, algo que nadie esperaba, a decir verdad ¿Acerca de Hera y yo? Todo va sumamente bien, alguna discusión tonta, algunos bajones, pero todo está bien y el sexo es buenísimo... Hace unas mam... SUFICIENTE. Creo que ambos nos queremos cada día más y, aunque aún no hemos conocido a nuestras familias mutuamente (a pesar de que ya conoce a mi madre), no puedo dejar de visualizar un futuro juntos.

—¿Estás bien? —pregunta mi chica mientras pasa una mano frente a mi cara sacándome de mis pensamientos.

—Sí, solo me había puesto a repasar estos últimos meses.

Ella me mira sonriente y, poniéndose de puntillas, frunce sus labios para darme un beso por lo que yo agacho la cabeza y mientras la cojo por la cintura acorto la distancia entre nuestras bocas. Lo que empieza siendo un casto beso, acaba con ella enroscada en mi cintura con sus piernas a la vez que la mantengo con la espalda en la pared y mis manos acunan sus nalgas.

Su teléfono comienza a sonar con una canción de rap de las que tanto le gustan. Ella suspira, contra mis labios, y se desengancha de mí para moverse hasta la cama y coger su teléfono. Vuelve a suspirar y lleva el móvil a su oreja, luego la conversación comienza a ser unilateral desde mi punto de vista. Hera habla con dos personas diferentes, una me atrevería a decir que es un niño y luego una persona adulta. No suena contenta con la conversación, pero tampoco enfadada o triste, más bien cansada. Cuando termina la llamada, me mira y rueda los ojos.

—¿Qué sucede?

—Mi familia quiere que vayamos un día a pasar el día allí para conoceros.

—¿Dónde está el problema? Por mí no hay ninguno —digo desconcertado.

—Hay muchas cosas que no te he contado...

Entonces comienza ese juego con sus anillos que indica que está nerviosa y hace que mis alertas salten. No sé exactamente porque, pero siento que nada de lo que tiene que decir va a gustarme y, aunque dudo mucho que cambie mi forma de verla, no sé si verdaderamente quiero saberlo.

Muerde su labio inferior, indecisa, y yo la miro, esperando que hable.

—Mhm... Creo que quizá deberíamos sentarnos —susurro al verla tan tensa.

Ambos nos tumbamos mirando el techo en la cama, su cabeza se apoya en mi pecho y yo mientras acaricio su pelo con una mano. Ella suspira con un deje de tristeza y cierra sus ojos.

—Cuando era pequeña, mis padres se separaron. La verdad es que fue algo brusco para mí ya que jamás había visto mal ambiente en casa, pero al final me acostumbré al hecho de ir de una casa a otra. De vez en cuando mis padres se ponían de acuerdo y juntos salíamos a cenar. Ellos no se llevaban mal, de hecho, siempre fueron amigos solo que se casaron muy jóvenes y habían malinterpretado todo lo que sentían —cuenta, con una sonrisa melancólica pintada en su boca—. Cuando crecí y tuve trece años, ambos me explicaron eso, aún recuerdo ese día. A pesar de que más de una vez los pillé juntos, jamás volvieron a ser pareja, pero, como era previsible, en un desliz salió mi pequeña hermana Nyx.

Hace una pausa y respira profundamente, como si lo que viniera ahora le costara decirlo por lo que la abrazo fuerte, apretándola a mí, y beso su frente. Suspira una vez más y continua la historia:

—Mi madre no le quiso decir que Nyx era su hija, decía que él no quería tener otra hija con ella y, aunque nunca estuve a favor de eso, le guardé el secreto. Uno de los tantos días que estaba con él, me preguntó por Nyx y le dije que siempre podía ir a verla a casa a lo que él me dijo "ella y yo no tenemos nada que ver, pequeña" y, sin quererlo, le dije que era su hija —una lágrima rueda por su mejilla y al instante la limpio—. Al principio no lo creyó y en menos de media hora yo volvía a estar en mi casa porque quería estar solo. Esa noche, mientras intentaba dormir, oí que llegaba a casa y comenzaba a discutir con mi madre —un sollozo sale de sus labios y la aprieto más entre mis brazos, queriendo recoger sus pedazos—. Todo está un poco borroso en mi mente, no sé cómo debo ordenar los hechos al cien por cien en mi cabeza, pero recuerdo oír a mi hermana llorar a mares, los gritos y algo rompiéndose. Cuando llegué al salón, mi madre estaba en el suelo con un charco de sangre a su alrededor y el que hasta momento fue mi padre sujetaba un jarrón que ellos mismos habían comprado.

Sin poder evitarlo comienza a llorar desconsolada sobre mi pecho y aunque se me oprime el corazón me fuerzo a intentar consolarla.

Verdaderamente no puedo entender que el hombre que la engendró haya tenido la poca decencia de asesinar a la que fue su esposa y a la madre de sus hijas. Veo totalmente normal que le molestase y enfadase el hecho de que le mintiera, pero hay un puto límite y ni si quiera tenía el derecho a ponerle una mano encima, menos para matarla. Un escalofrío me recorre de solo imaginarlo e inevitablemente intento alejar todos esos pensamientos de mi cabeza y centrarme en lo verdaderamente importante: Hera.

La morena poco a poco va calmándose y finalmente vuelve a respirar normal y sin lágrimas que salgan de sus ojos, a pesar de que al estar rojos se resalta todavía más el color verde de su iris. Quito sus gafas y limpio los restos del llanto con mis pulgares. Beso sus labios y me sorprendo al ver un atisbo de sonrisa.

—A-al final, él se suicidó en su celda de la cárcel y mi hermana pasó a disposición de mis tíos, el hermano de mi madre y su esposa —dice.

—Bueno, yo te sigo queriendo igual o más que antes y la verdad, por muy mal que suene, me alegro de que haya un cabrón menos en el mundo. Eres muy fuerte, Hera y nunca nadie podrá decirte lo contrario.

La beso y ella se acomoda sobre mí, sin decir nada más se acaba quedando dormida en cuestión de segundos y yo me quedo admirándola.

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Where stories live. Discover now