.51. I . Final . Segunda parte

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Estacione el auto y baje para cruzar a la librería. Lía había aceptado su parte del testamento de abrir ese lugar que ahora estaba lleno de magia gracias a ella.

Fruncí el ceño cuando vi a Casandra salir de ahí, sonreí aun con aquella incógnita dentro de mi al ver que se acercaba a mí.

- Hola – hable cuando ella estuvo frente a mi

- Hola – sonrió

- ¿Qué haces aquí?

- Quería hablar con Lía, pero no se encontraba – movió sus hombros y guardo sus manos en los bolsillos 

- Se encuentra con su abuelo, pero en un rato viene

- No tengo mucho tiempo – murmuro

Fruncí el ceño confundido frente a eso, ella suspiro bajando la mirada al suelo.

- Me voy del país – abrí mis ojos con sorpresa – me voy porque no tengo nada aquí – movió sus hombros y luego me observo a los ojos y sonrió – y quería hablar con ella, porque no tuve la oportunidad

- Ya la tendrás – asegure

- ¿Crees que me perdonara? – murmuro con miedo – en estos meses no me anime a acercarme a ella por miedo a su rechazo

- Lía es un ser excepcional y no es rencorosa, Casi – sonreí seguro de ella – además, tu no tuviste la culpa de nada

- Si – asintió con tristeza – tuve la culpa de los dos años y medio que estuvieron alejados

- ¿Quién se acuerda de eso? – hable divertido, ella rio levemente – los dos años y medio se recompusieron con Amadeo

- te encuentras feliz por su llegada, ¿verdad? – me observo con ternura

- Demasiado, no veo la hora que salga de ahí – hable con ansiedad mediante una sonrisa

- Serás un grandioso padre – hablo con seguridad

- Eso espero – murmure con esperanza de que así sea 

Narrado por Amalia García

Acaricie mi vientre con angustia cuando ingrese a la oficina que era mi padre, desde lo sucedido con pacheco no había podido afrontar este lugar nuevamente. Camine hacia el asiento, aun se conservaba aquella silla tan característica de él.

Tomé asiento en ella y comencé a verme de pequeña entrar por la puerta con felicidad y abrazarlo con fuerza para besar su mejilla. Ojalá Amadeo sea así con Juan Pablo como yo lo había sido de pequeña, los extrañaba tanto.

- Ojalá hubieras podido estar aquí, papa – murmure, mis ojos comenzaban a ponerse rojos – ojalá estés orgulloso de mi

- Claro que lo esta

Lleve mi vista hacia mi abuelo que ingresaba a aquella habitación.

- ¿tú lo crees? – murmure con tristeza

- Salvaste a tu hermano, Lía – guardo sus manos en el bolsillo – vengaste su muerte, como la de tu madre

- Pero no pude salvarlos a ellos

- tenías doce años, eras una niña – se acercó a mí y tomo asiento

- Que tuvo que crecer con rapidez – lo observe con tristeza

- Lamento que te hayan hecho eso – llevo su mano hacia la mía y la acaricio – pero fuiste muy valiente y lo eres ahora en el nuevo camino que estas por emprender

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilWhere stories live. Discover now