.31. segunda parte

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Narrado por Amalia García

"Y no sé si es el destino o una puñetada de casualidad, pero no resisto una vida en la que no existas. No concibo un mañana sin ti, ni con mañanas tranquilas."

Cerré mis ojos con fuerza cuando guardé un nuevo verso para el libro. Él me amaba. No era un simple te quiero lo que guardaban sus ojos, era un te amo verdadero que hacía que mis células se movilizaran con tan solo recordar esas palabras con su tono de voz.

Suspire y volviendo a mi computadora la termine por cerrar para dejarla a un lado. Mi abuelo nos había invitado a Manuel y a mí a una cena familiar con Bruno. Aun no sabía cómo le caería, no sabía si tocaría el tema de todo lo que nos sucedía ya que tampoco había hablado con el sobre lo que había pasado con mi familia.

- Mi amor

Manuel ingresaba a la habitación con una sonrisa. Esboce una mueca para simular mi alegría de verlo, pero ya tan solo vivía en la costumbre.

- Hola – susurre

- ¿te encuentras bien? – frunció el ceño preocupado

- Si – asentí – solo que estoy pensando que me pondré en la cena

- Oh – pensó unos momentos, pero luego volvió sus ojos marrones hacia mí – te hice un regalo

El sonrió y me entrego un pequeño envoltorio. Me hinqué confundida y al romper el papel abrí mis ojos con gran sorpresa. Un libro de Neruda, sonreí con gran emoción y lo observé.

- Espero que te guste – agrego

- ¿Cómo qué esperas que me guste? - hable con gran emoción - ¿Cómo supiste que Neruda era mi escritor favorito?

Aun no perdía de vista el libro que tenía en mis manos, él se quedó en silencio y lleve mi vista hacia él.

- Am – comenzó a balbucear, espere expectante su respuesta – intuición

Reí levemente y me acerqué a él para brindarle un abrazo. Amaba a Neruda y que me regalara estas cosas era un gran acto de su amor por mí, aunque me quemara el corazón por no amarlo como debía.

- Gracias – susurre con emoción

- De nada – me separé de el con una leve sonrisa y volví mi vista hacia el libro

Camine observándolo olvidándome un poco de la realidad.

- Am, Lía – eleve mi vista hacia Manuel - Debemos alistarnos – hablo con obviedad

- Claro – murmure

Deje el libro de lado e ingrese al baño para poder relajarme unos minutos sin nadie a mi alrededor. Pero nuevamente, Juan Pablo se había hecho presente en mi cabeza.

- Veo que ya vio lo que le traje

Abrí mis ojos con sorpresa.

- ¿son para mí?

- Resulta que volvía del estudio y pasé por una librería y pensé que como había decidido estudiar letras, podía llegar a necesitar

No lo deje terminar que me amarre a su cuello para abrazarlos con fuerza. Eran libros, que para muchos eran insignificantes, pero para mí eran un mundo nuevo en mi cabeza. Nadie había tenido un gesto tan lindo y noble como esto.

Pegue mi frente contra el frio azulejo, no podía creer que ahora ansiaba desde lo más profundo de mi ser que él me hubiera regalado ese libro. Era un maldito, odiaba la forma en que se había metido en mí.

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora