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"conocer el amor de los que amamos, es el fuego que alimenta la vida" Neruda

Dejé el libro unos minutos y cerré mis ojos intentando controlar todo lo que sentía por dentro. Toque lentamente mis labios recordando sus besos. Era pésima para ocultar lo que me sucedía, era pésima para no pensar en sus palabras.

Era mala para olvidar, era un defecto con el que nací y Juan Pablo lo potenciaba con su persona.

Me era imposible no asumir que mis sentimientos eran cada vez más firmes, y hasta a veces me daba miedo dejar que salieran a la luz sin saber las consecuencias.

La puerta de mi cuarto sonó con un par de golpecitos y frunciendo el ceño me levante de la cama para abrir la puerta. Mas confundida me encontraba cuando no vi a nadie fuera de la habitación, iba a cerrar nuevamente, pero algo me había llamado totalmente la atención.

En el suelo había una margarita junto con una tarjeta. Bien, esto era extraño. Levante la flor y comencé a leer el papel:

"Amo el amor que se reparte en besos, lecho y pan. Amor que puede ser eterno y puede ser fugaz."

En el teatro a las seis. JP

¿Qué era esto? lentamente en mi rostro se comenzó a formar una leve sonrisa. Estaba completamente loco, su insistencia lo llevaría a quien sabe dónde si se lo proponía. Observe la flor, una margarita tan bella y delicada. Jamás me habían regalado tan hermoso ser. La lleve a mi nariz, su olor era dulce y curiosamente me hacía acordar a su perfume.

(...)

- Hola

Sonreí poniéndome frente al cuidador del teatro. Un hombre de avanzada edad, canoso y algo pequeño me observo curioso.

- ¿Acaso no vio a un chico más alto que yo, de cabellos oscuros, tez blanca, barba y ojos verdes? – pregunte temerosa

- ¿Usted es Lía? – me regalo una mueca de sonrisa

- Si – asentí con curiosidad, ¿Cómo sabia mi nombre?

El volteo por unos minutos y volvió a observarme.

- Esto es para usted – me entrego otra flor y otra tarjeta – puede ingresar cuando usted lo desee

"Ya casi es hora de que empiece a dedicarte mi insomnio"

Te veo dentro. JP

Lance una leve risa hacia su locura, ahora citaba a Benedetti para llamar mi atención. ¿Quién seguía ahora? Observe la margarita, era más hermosa que la primera. Voltee hacia la puerta del lugar e ingrese buscándolo, pero no estaba por ningún lado.

Camine curiosa hacia la gran sala, los reflectores estaban encendidos hacia el teatro. Fruncí el ceño cuando vi otra flor con otro pequeño papel y tomando ambas cosas leí detenidamente aquello.

"yo me maté en esa curva (dije señalando su sonrisa)"

JP

Ahora hablaba de Cortázar, sonreí con ternura. ¿Cómo podía salir a correr si él se empeñaba en mantenerme cerca? Nuevamente encontré otra margarita, asientos más adelantes junto con un papel más grande. Tomé la margarita y leí su contenido.

"Necesito que repitas esto en voz alta"

Estaba completamente loco. Lo afirmaba con esto, pero no podía negarme a tanta locura.

- Romeo, romeo – hablé con fuerza - ¿Por qué eres tú, Romeo? – sonreí levemente y comencé a observar a todos lados, pero no había señales de el - reniega de tu padre, adjura de tu nombre, y si no quieres hacer eso, jura que me amarás, y yo cesaré de ser Julieta Capuleto

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilWhere stories live. Discover now