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- Hola – hable con desespero en la recepción del hospital – hace un rato ingreso una chica, Amalia – la enfermera me observo con gran curiosidad – Amalia García

La enfermera observo la computadora buscando su nombre y volvió su vista hacia mí.

- Si, tercer piso – sonrió

Rápidamente subí las escaleras, no me importaba quien se encontraba frente a mí solo quería verla. Ansiaba que estuviera fuera de peligro porque no iba a perdonarme si algo mas le sucedía. Cuando llegue comencé a observar para todos lados, pude divisar a Isaza y a Sam hablando con uno de los médicos, apresure mis pasos para llegar a ellos.

- Hola – dije una vez a su lado - ¿Cómo se encuentra?

- Él es el doctor Gutiérrez – comento Isaza – es quien se está haciendo cargo de Lía

Ambos estrechamos manos por cordialidad.

- ¿Cómo se encuentra ella? – nuevamente insistí en saber cómo se encontraba mi ángel

- El cuchillo no perforo nada, pero perdió mucha sangre, necesitamos donantes pero el problema es que su tipo de sangre es demasiado especial y difícil de encontrar, además, de que se encuentra muy deteriorada nutricionalmente con lo cual complica el cuadro, aunque no lo parezca

¿Cuchillo? Mi corazón comenzó a palpitar mil por hora. Esto era terrorífico, pensar que la tenía a salvo en mi casa y ahora se encontraba aquí me hacía sentir más culpable de no haber suplicado un poco más por saber dónde se encontraba.

- ¿Cuál es su tipo de sangre?

- AB negativo

- Yo soy AB negativo – recordé mi tipo de sangre rápidamente – yo soy su donante

El me observo fijamente. Había sido tan determinante que seguramente parecía un maniático obsesionado con ella. El doctor Gutiérrez asintió y me hizo señas de que lo siguiera. Necesitaba que ella estuviera bien.

- ¿Cómo te llamas? – pregunto el dar Aguirre mientras preparaba la jeringa para quitarme algo de sangre

- Juan pablo – comente mientras me sentaba en la camilla

- ¿eres algo de la señorita García? – pregunto con curiosidad, lo observe en silencio – solo es para saber porque actúa así

Lleve mi vista hacia otro lado, era imposible esconder lo que sentía por ella.

- Es largo – susurre

- Te encuentras enamorado – lo observe de reojo – una persona no actuaria así, si los sentimientos de por medio no fueran tan fuertes

Suspiré y asentí dándole la razón. ¿Por qué debía ser tan obvio si me encontraba tan enojado también? el doctor no había emitido más palabra frente a eso y por unos instantes no me había movido en esa camilla. De vez en cuando observaba la bolsa y como lentamente se llenaba. Esperaba tener la suficiente cantidad de líquido como para que ella se repusiera.

- Listo – sonrió y comenzó a quitarme el catéter – con esto es suficiente para la señorita García

- ¿doctor? – llame su atención, el me observo fijamente - ¿ella estará bien?

- Si – asintió con seguridad - ¿quieres verla?

(...)

Ingrese en silencio a la habitación. Se encontraba recostada de costado, en su rostro tenía una sonda. Observe el aparato en donde hablaba de sus palpitaciones y se notaba tan débil. Lentamente me acerque a ella sentándome en la silla, con miedo toque sus manos lentamente.

¿Que sabrá Neruda? - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora