Capítulo 40

1.6K 70 1
                                    

—Espera— digo separando sus labios de los míos.

—¿Qué pasa?

—¿Aclaraste las cosas con Victoria? ¿Le dijiste que no te casarás con ella?

Su cara de confusión pasó a una de preocupación y supe que aún no le había dicho nada.

—No quiero estar contigo hasta que no aclares las cosas con ella; tú le prometiste algo y ahora no lo estás cumpliendo. No es justo ni para ella, ni para mí.

—Tienes razón. Iré ahora mismo a hablar con ella. Tú…

—¿Yo qué?

—¿Podrías quedarte mientras?

Frunzo el ceño.

—¿Aquí?

Él asiente con la cabeza, una sonrisa se dibujó en su cara.

—¿Para qué?

—Es una sorpresa para tí.

—Qué miedo— río.

—¿Me esperas?

—Toda la vida.

Nos miramos sonriendo y se acerca a mí para besarme, pero esta vez sé que no tengo que frenarlo porque no avanzará. 

—Ahora vuelvo.

Asentí, mordiéndome el labio. Se volvió a acercar a mí y me volvió a besar.

—No me hagas eso; no podré irme.

Instintivamente volví a hacerlo y me volvió a besar; más demandante.

—Te extrañé, cariño— le digo.

—Yo a tí, mi preciosa.

Se alejó de mí y salió de la sala de estar. Suspiré cuando me quedé sola. Necesitaba que él haga esto, que le ponga el freno a esta situación; no podía permitirme que fuera de otra forma. Me propuse aceptar esta situación con tal de estar juntos, pero no podía hacerlo cuando todavía estaba comprometido con ella.  

El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos. Me fijé y el nombre de mi madre alumbraba la pantalla. Sonreí automáticamente y contesté.

—¿Con qué apostando sobre tu pobre hija? Qué feo Amelie.

Un risa se escapó del otro lado y reí yo también.

—Sabía que no te ibas a ir, también sabía que él iba a reaccionar antes que lo hagas.

—¿Qué fue lo que apostaron específicamente?

—Ya lo sabrás.

—Ay, mamá. Ahora tengo miedo. Entre lo que ustedes puedan llegar a planear y la sorpresa de Felipe me tienen la ansiedad a 1000.

—Ay, Meredith. Eres tan dramática. Adivino, a que le enviaste una carta o algo a Felipe de despedida antes de irte.

Bufé, realmente me conocía.

—Un mensaje.

—Sabíamos que lo harías y que él iba a reaccionar. Es obvio que te ama, cariño. No se iba a casar con ella.

La duda se metió en mí; estaba realmente aterrada.

—Mamá, ¿crees que hice bien?

—¿Qué crees tú, cariño?

Un nuevo caminoKde žijí příběhy. Začni objevovat