Capítulo 24

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Tenía la sensación de que alguien me estaba mirando; me sentía rara. Miré para atrás por si estaba Laura pero no logré ver mucho.

Tenía una fea sensación.

El mejor estudiante de cada clase tenía que dar un discurso. Como el podio lo compartía con Mare, subimos juntas al escenario. Yo dije unas pocas palabras y le pasé el micrófono a América para que de el discurso.

Cuando estuve en el escenario pude ver a Laura. Sabía que iba a estar aquí. Se dio cuenta que la vi y me sonrió con orgullo. A pesar de todo, gracias a ella estaba aquí parada.

Bajamos y empezaron a llamar a todos los alumnos. Faltaba para mi turno ya que era R.

Finalmente, fue el turno de mi fila y nos levantamos. Seguía teniendo esa fea sensación. Me entregaron el diploma y agradecí a algunos profesores que estaban ahí.

Carla me sonrió con complicidad y me susurró en el oído.

—Los dos se ven felices. Me alegra que lo hayan solucionado.

Me avergüenzo y ella ríe. Bajo del escenario completamente mortalizada.

La ceremonia termina y nos podemos empezar a dispersar. Busco a Mare y cuando la encuentro, nos abrazamos y chillamos.

Anna se nos une y estoy segura que parecemos ridículas. Pero, maldición, somos profesionales. Terminamos la universidad.

—Tengo que buscar a mis padres —dice Mare.

Anna me mira triste.

—Mis padres preguntan si te unes a nosotros en la cena. Puedes decirle a Felipe.

La abrazo.

—Gracias Annie, por todo.

—¿Entonces vienes?

—Claro, ahora los alcanzo.

Ella me mira no muy segura pero se va. Quería buscar a Laura. De alguna forma le quería agradecer.

Pero, antes, divise a mi chico que parecía buscarme porque cuando me vio sonrió y se acercó rápido a mí.

Me agarró de la cintura y me besó. Adelante de todo el mundo. No tardé en corresponderle y enrede mis brazos en su cuello.

Se separa de mí y ya extrañaba esos labios.

—Felicidades, mi preciosa.

Sonrío ante el posesivo de su apodo.

—Gracias, cariño. Los padres de Anna nos invitaron a cenar, ¿quieres?

—Tengo algo que querrás ver, ven.

Lo miro curiosa y lo sigo. Me lleva entre toda la gente y no entendía muy bien a dónde estábamos yendo.

—¿Qué es, cariño?— le pregunto.

—Una sorpresa.

Ok, oficialmente estaba aterrada.

—¡Meredith!—chilla alguien.

Mi mundo se detiene, toda la sangre abandonó mi cara.

Me doy vuelta y, en efecto, mi hermana se acercaba a abrazarme. Podían pasar años, pero era imposible no reconocerla cuando era una copia mía.

—¿Lizzie? ¿Qué haces aquí?—logré decir.

—Mamá y papá te están esperando, ven.

Mis pies se habían pegado al suelo. No podía reaccionar.

Un nuevo caminoWhere stories live. Discover now