Capítulo 37

1.5K 77 10
                                    

—Tenemos que hablar— sentencio.

Estábamos acostados en su cama, enredados entre las sábanas.

—Si, lo siento por esto. Es sólo que te vi y no lo pude evitar. Me gustan tus tatuajes, también tu cabello. 

—No te preocupes. No es como si me hubiese negado, y gracias. — río.

Ríe pero al instante se pone serio.

—Esa noche…

—Lo siento, yo tendría que haberlo contado antes. No fue justo para ti que te enteres de esa forma— lo interrumpí.

—No reaccione bien y, cuando me di cuenta que te fuiste, me sentí un idiota.

—¿Qué fue lo que más te dolió?

—Yo ya te conocía, Meredith. ¿Recuerdas que te conté de Camila, la mujer que me quería por mi dinero? 

Asentí levemente. 

—Ella era modelo de Laura, antes que Laura te conociera. En venganza, supongo, fui socio de Hayley por unos años.

—¿Eras uno de los benefactores de los sorteos? 

—Sí. De hecho, del primero que ganaste. 

Una lágrima cae por mi mejilla al recordar mis inicios en ese mundo. 

—Empezaron a suceder algunas cosas que no me gustaron, entonces cancelé el concurso y me aparté de todo. Seguí siendo socio de Hayley pero con su empresa. 

—¿La pedofilia, las drogas, la trata? ¿Qué de todo te alejó? 

—Todo. 

—Ella es la persona con la que me acosté por dinero. Yo la conocía como La Rusa y ella a mí como Valery; ese es el nombre que usaba para ese mundo.

Felipe asiente.

—Cuando me di cuenta que yo había sido cómplice de todo lo malo que te había pasado, me sentí tan mal.

—Pensé que estabas enojado conmigo, porque te había mentido.

—No, estaba enojado conmigo. Porque ella era mi socia, mi amante. Yo sabía de ti, claro que no sabía que eras tú específicamente. 

Una pizca de esperanza se implantó en mi interior, ¿teníamos una oportunidad de solucionar esto? 

—Entiendo que no lo hayas dicho, yo te dije que te iba a ayudar con eso. Sabía que era difícil para ti. 

—¿Entonces? ¿Por qué no me buscaste?— pregunté.

—Estaba muy afectado. Luke y Henry tuvieron que sacarme de la fiesta. Y tomé unos tragos para calmarme.

—Anna me dijo que estabas borracho esa noche.

—Si.

—Pensé que no querías verme, que me odiabas. Me fui a París esa misma noche.

—Lo sé. Uno de mis empleados se metió en el sistema del aeropuerto y vi que te habías ido con tu mamá y tu hermana.

Lo miré sorprendida.

—Necesitaba saber que estabas bien, Meredith. Que no estabas sola.

—Entiendo. Pero sigo sin entender por qué no me buscaste, por qué no llamaste a mi madre.

—La llamé para saber si estabas bien, si habías llegado bien y si necesitabas algo. Pero no te enojes con ella. Yo le pedí que no te diga nada.

Un nuevo caminoWhere stories live. Discover now