Capítulo 26

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Elena


Si había algo que perdería esta noche sería el uso de razón y no algo material como lo venía pensando desde que comenzó esta fiesta. 

Estaba completamente perdida, de nuevo, como aquella ocasión que nos encontrábamos en mi habitación y de pronto comenzamos a deshacernos de nuestra ropa. Esta vez es la misma forma, o incluso aún más intensa.

Lo que comenzó con un pequeño juego de «te provoco, me provocas» terminó convirtiéndose en un deseo mutuo que nos estaba haciendo perder la cabeza con cada segundo que transcurría.  Sin darme cuenta ya nos encontrábamos en una de las habitaciones de la casa de Chuck. O bueno, sí me había dado cuenta, pero me gusta fingir que no. Me apoyó contra la puerta y ahí comenzó a besarme con tanto deseo y desesperación, más que la ultima vez que estuvimos solos.

Con una mano apretaba mi cintura y con la otra mi nuca, sus besos son dominantes, con cierto aire de salvajismo y llenos de lujuria. Por mi parte, mis manos se situaron a los costados de su rostro y los deslicé hasta la parte trasera de su cabeza. Trataba de apoderarme de la situación pero me fue imposible. Deryck tenía el control de todo y eso me importó poco. 

Si hay algo que me encanta de él es su manera de besar; su lengua es ágil y se adueñaba de mi boca con esa ansiedad voraz que tanto me fascina, podía sentir su piercing, se sentía frio y eso me hizo soltar una risita por lo bajo. Sus enormes manos recorrieron mi espalda hasta llegar a la parte baja, acariciando mis glúteos y apretándolos con cierta intensidad. No son tan grandes porque soy una chica con cuerpo delgado, pero tengo lo mío y sé que es algo que le fascina.

Me acercó a su cuerpo, sintiendo más su erección que poco a poco crecía. Con ese roce yo ya no lo quería sentir así, quería algo más en ese instante. Con ambas manos y con gran facilidad, me levantó sujetándome de los glúteos y enrollé mis piernas en su cintura, continuó apoyándome sobre la puerta. Succioné su labio inferior y le di una pequeña mordida, él gruñó por lo bajo para después sonreírme de manera maliciosa. 

—¿Te encanta hacerme sufrir? —El tono de su voz cambió por completo, era un tono ronco y a la vez sensual, provocativo. 

—Tú me estás haciendo sufrir ahora. 

Su mirada reflejaba deseo, a simple vista pude descifrar que moría por hacerme suya. Y vaya que yo quería que llegara ese momento en el que me hiciera perderme por completo, además de hacerme gritar su nombre por lo bien que me haría sentir cuando se apoderara por completo de mi cuerpo.

—Vamos a la cama —hablé entre jadeos. Sin apartarme un segundo de él llegamos a nuestro destino donde me deposito con delicadeza. 

Para este momento estaba más que caliente, mi cuerpo ardía tanto que tenía que era imposible contener este maldito deseo que tenía carcomiéndome desde hace ya un tiempo. Ni siquiera yo me reconocía, porque lo único que quería hacer era explotar de placer, moría por sentirlo dentro de mí. Abrí las piernas para que se acomodara entre ellas y así lo hizo. Restregaba su erección contra mi parte haciendo que me encendiera mas de lo que ya me sentía. Seguramente se dio cuenta que ya estaba completamente mojada y aún no comenzábamos con lo más esperado.

Roces accidentales [Completa ✔]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant